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Mapa de situación.
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Plan de ruta.
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Robles, hayas y castaños visten de tonos dorados uno de los últimos refugios del gigante de los bosques del norte peninsular: el oso pardo.
El Parque Natural de Somiedo contiene uno de los ecosistemas de montaña mejor conservados de la Península Ibérica. Sus agrestes paisajes, modelados por la acción del hielo y hoy tapizados por una cubierta vegetal en la que destacan los bosques de haya y roble, dan cobijo a una de las poblaciones de oso pardo más densas de Europa occidental. El parque ocupa casi 30.000 hectáreas del Suroeste de Asturias, en las que también destaca el valor de los hórreos, casonas y asentamientos que lo pueblan y dan cuenta del trabajo de los «vaqueiros» y campesinos durante siglos en estas tierras.
El bosque atlántico triunfa en estos pagos con hayedos y robledales. Las formaciones herbáceas también alcanzan considerables extensiones. Diez especies de anfibios, otras tantas de reptiles, un centenar de aves y cuarenta de mamíferos forman el catálogo de vertebrados del parque, del que destacan el rebeco y el lirón gris, que tienen aquí sus poblaciones más meridionales de Europa, y el águila real, el urogallo, el lobo ibérico y el oso pardo, que poseen en Somiedo importantes densidades.
Los pastizales de Somiedo eran utilizados durante la primavera y el verano para su aprovechamiento por el ganado. Todavía hoy desde los vecinos concejos de Salas y Belmente de Miranda hay medio centenar de familias que se desplazan con su ganado a El Puerto, La Peral, La Falguera y Uamardal. Los vaqueiros han desarrollado una arquitectura rural típica en Somiedo: los «teitos», chozos cubiertos de un arbusto, la escoba, que cuando escaseaba era sustituida por el piorno. También es frecuente ver hórreos y paneras, levantados del suelo con «pegoyos» para evitar la humedad.
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