En 2002, el mismo año que Naciones Unidas había designado como el Año Internacional de las Montañas, se declaraba como Patrimonio de la Humanidad el glaciar Aletsch, una espectacular lengua de hielo de 23 kilómetros que se abre camino entre las cumbres de los Alpes suizos y que puede presumir de ser el glaciar más largo y extenso de Europa.
Si hay un país en Europa que se identifica con las montañas ese es Suiza. A caballo de sus cantones sureños del Valais y el Oberland Bernés aparece la mayor zona glaciar de los Alpes, el área de Jungfrau-Aletsch-Bietschorn, el primer espacio de todo el arco alpino en ser incorporado por la Unesco como paisaje singular de belleza extraordinaria a la lista del Patrimonio Natural de la Humanidad. Dueña y señora de todo un inventario de fenómenos glaciares como circos o valles en forma de U, esta región atesora en sus dominios, también, el Aletsch, el más largo y extenso entre los glaciares europeos que, con sus hasta 1.000 metros de ancho, serpentea a lo largo de 23 kilómetros encastrado entre los famosos picos del Eiger (3.970 metros), el Mönch (4.099 metros) y el Jungfrau (4.158 metros).
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