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Vista exterior del hotel.
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Una de las amplias y confortables suites.
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Suelos de tarima flotante, camas gigantescas, piscina y jacuzzi diseñados por la artista conceptual Silvia Gruner, hilo musical en todas las habitaciones y el suave sonido de las olas del Caribe acariciando la arena de la playa son atractivos más que suficientes para una clientela que busca desconectar de su siempre ajetreada vida social.
La mayor parte de la gente que se acerca por aquí pasa las mañanas descansando en la maravillosa piscina del hotel y, por las tardes, se reúne con sus amigos para ver películas o cenar en un ambiente relajado y distendido. Y es que en el Deseo se proyectan cada tarde películas mexicanas de los años 50 y 60.
Cada una de las 15 habitaciones del hotel, pintadas en atractivos tonos azules y blancos, está equipada con todo lo necesario para pasar una relajante jornada de playa o, si se prefiere, organizar una fiesta en toda regla. Además de hilo musical, una cama de dimensiones extraordinarias, hamacas y un completo y surtido minibar, el servicio de habitaciones incluye, eso sí, dependiendo del estado de ánimo del cliente, desde auriculares para escuchar música a una cajita de preservativos.
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