Tanto si vives en la capital como si has venido una docena de veces, siempre puedes descubrir una nueva cara de Madrid: la del Paisaje de la Luz –la última incorporación de España en la lista del Patrimonio Mundial de la Unesco–, la que sigue los pasos de Antonio Palacios, el gran arquitecto del que se cumple este año su 150 aniversario, la de Francisco de Goya, la de sus parques y jardines históricos o la que enlaza los lugares vinculados a la monarquía española. Esta se puede hacer por libre, entrando en cada espacio o con las visitas guiadas, que, hasta abril, organiza la oficina de turismo regional todos los lunes y martes. Salen de la Puerta del Sol y son gratuitas.
MONASTERIO DE LAS DESCALZAS
Tomando como punto de partida la Puerta del Sol, la primera parada de este paseo por el Distrito Real es una de las joyas religiosas de la Corona española y todavía desconocida para muchos madrileños. Lo fundó Juana de Austria, princesa de Portugal e hija pequeña del emperador Carlos V y es casi una pequeña “crónica de Europa” bajo el poder de los Austrias. Las capillas que rodean el claustro, la espectacular Escalera Real, el balcón donde se ‘asoma’ la familia de Felipe IV, su colección de pinturas o el Salón de Tapices son la muestra de un ambiente exquisito y recoleto donde Tomás Luis de Victoria compuso algunas de sus piezas más sublimes como maestro de la Capilla Real.
PLAZA DE ISABEL II
La calle Arenal y otras cinco arterias más confluyen en esta plaza, más conocida como plaza de Ópera, antes de los Caños del Peral y dedicada a la reina Isabel II. Un animado punto de encuentro, con varios locales para picar algo o tomar un café y al que se asoma una de las fachadas del Teatro Real. La estatua en honor a la monarca se sitúa en el centro de la plaza, tras haber cambiado más de una vez de ubicación.
MONASTERIO DE LA ENCARNACIÓN
Imitando a la princesa Juana de Portugal y a las Descalzas Reales, la reina Margarita de Austria-Estiria, esposa del rey Felipe III, decidió levantar un convento de similares características muy cerca del Alcázar, hoy Palacio Real, que quedaría unido a este por un pasadizo y acogería a monjas agustinas recoletas. El relicario donde cada 27 de julio se obra el ‘milagro’ de la licuación de la sangre de San Pantaleón es, sin duda, su estancia más popular, pero la portería, el Salón de Reyes y el claustro, además de las colecciones de pintura y de escultura, con obras de Ribera y Gregorio Fernández poseen un extraordinario valor.
PALACIO REAL
Sobre el antiguo Alcázar de los Austrias, que quedó arrasado tras un incendio, Juan Bautista Sacchetti y Francisco Sabatini levantaron el palacio que ha sido residencia de reyes desde Carlos III hasta Alfonso XIII y ahora se utiliza como lugar de recepciones oficiales. La visita al gran monumento que preside la plaza de Oriente de la capital, el mayor de Europa occidental y uno de los más grandes del mundo, es como hacer un viaje por la Historia de España, que comienza tras cruzar la plaza de la Armería, frente a la catedral de la Almudena. El Salón del Trono, la Real Cocina –el ejemplo mejor conservado de las residencias reales europeas–, el Salón de Columnas, el Comedor de gala, la Escalera Principal, la Capilla Real, el Salón de Alabarderos, el Salón Gasparini y la Real Armería son sus principales espacios, pero la visita también permite admirar su destacada colección de pintura, con obras de Velázquez, Goya, Caravaggio o Sorolla. Además de las exposiciones, los primeros miércoles de mes tiene lugar en la plaza de la Armería, la ceremonia del cambio de guardia.
PLAZA DE ORIENTE
No hay plaza más monumental en Madrid que la de Oriente, enmarcada por el Palacio Real y el Teatro Real y adornada de jardines históricos y una importante exposición de esculturas de reyes españoles. Con el objeto de mantener una cierta distancia entre los reyes y las posibles algaradas populares, fue el hermano de Napoleón, el impopular José I Bonaparte quien encargó el proyecto de la Plaza de Oriente. Sobre bocetos de Velázquez, que tuvo su casa en esta plaza antes de la reforma, se realizó el rostro de la estatua ecuestre de Felipe IV que preside el conjunto y en cuya ejecución participó nada menos que Galileo Galilei. Hoy es un agradable espacio peatonal, al que se asoman también los Jardines de Sabatini y que, tras su completa peatonalización y su unión con la plaza de España, se ha convertido en el paseo favorito de los madrileños.
GALERÍA DE LAS COLECCIONES REALES
El más reciente de los lugares en incorporarse al mapa del Distrito Real madrileño es el que da continuidad a la fachada del Palacio Real y forma la cornisa más monumental de Madrid: el magnífico museo que alberga las Colecciones Reales, que, tras muchos años de obras, ya es un imprescindible en la ciudad. Si magnífico es el moderno y luminoso edificio, obra de Luis Moreno Mansilla y Emilio Tuñón, Premio Nacional de Arquitectura 2022, no menos su contenido, el mejor escaparate del mecenazgo de la corona española, articulado, principalmente por las dinastías de los Austrias y los Borbones. Pinturas, esculturas, tapices, muebles, libros, porcelanas o fotografías que abarcan 5 siglos de historia, firmadas por grandes como Velázquez, Goya, Mengs, o Bernini, entre muchos otros. En su sala arqueológica de la planta inferior se ven, entre otros restos, los de la muralla árabe del siglo XI.
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PARQUE DEL EMIR MOHAMED I
Atravesando la calle de Bailén en dirección a la Cuesta de la Vega, Madrid se asoma casi al Manzanares desde este parque dedicado no a un rey, sino a un emir, Mohamed I de Córdoba, considerado el fundador de la ciudad. En sus jardines de estilo andalusí con forma de estrella y especies vegetales de origen árabe se encuentran los restos de la Muralla Árabe de Maherit, 120 metros de la construcción más antigua de la ciudad, que la protegió durante los dos siglos que permaneció bajo dominio andalusí.
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CAMPO DEL MORO
Hay que bajar por la Cuesta de la Vega para llegar al jardín situado a espaldas del Palacio Real, creado por Felipe II cuando instaló la Corte en Madrid y uno de los rincones escondidos más especiales de la ciudad. Situado en un eje verde, junto a Madrid Río, el Campo del Moro era el lugar de esparcimiento de la Corte y hoy lo es de los madrileños que pasean por este gran tapiz verde jalonado por fuentes monumentales –la de las Conchas y la de los Tritones–, dentro de un amplio y sombrío jardín romántico y buscan una de las mejores imágenes del Palacio Real.