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Ruesta, el pueblo abandonado de Zaragoza que vuelve a latir

En el Camino de Santiago Francés por Aragón, el embalse de Yesa le cambió la vida y ahora su recuperación le está devolviendo la ilusión.


21 de febrero de 2024 - 14:51 CET
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De todas las paradas del Camino de Santiago en Aragón, posiblemente la villa de Ruesta sea poseedora de la historia más larga y singular. Y eso que actualmente es un pueblo abandonado. Una ruina en la que sobresalen la iglesia, varias ermitas medievales y los restos de un impresionante castillo de origen musulmán que conserva aún dos de sus torres unidas por un lienzo de muralla.

 

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La fortaleza la ocuparon las tropas de Almanzor, luego las huestes del rey de Pamplona y, por último, perteneció al reino de Aragón, pero ya no tiene el carácter defensivo con el que fue creado ni vigila nada, más que a lo lejos la afluencia de los ríos Aragón y Regal, pues las tierras que dominaba quedaron inundadas cuando se construyó el pantano de Yesa en 1962 y comenzó su ruina y abandono. Hoy esta localidad de la comarca zaragozana de las Cinco Villas es un pueblo imprescindible para peregrinos que no solo buscan lugares hermosos, también reflexionar sobre el paso del tiempo.

fresco romanico ruesta 2whpntj© Cordon Press

Aunque Ruesta sigue siendo un lugar donde reina el silencio y se respira paz, algo empezó a cambiar a partir de 2017, cuando se pusieron en marcha las obras de recuperación del trazado del Camino de Santiago Francés. De momento, se ha restaurado la calle principal y las ermitas de San Jacobo (o Santiago) y San Juan –sus frescos se trasladaron al Museo Diocesano de Jaca–, se han consolidado las estructuras de algunas casas, se han reforzado muros de piedra... Intervenciones que han sido reconocidas con el Premio Hispania Nostra 2021 y elegidas entre las obras finalistas de la Bienal Española de Arquitectura y Urbanismo 2023.

 

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A la salida del pueblo se descubre la ermita de Santiago, cuyo origen es bien antiguo, pues data del siglo X, y en otro tiempo fue albergue. Hoy, los peregrinos y viajeros que pasan por este pequeño pueblo fronterizo, como lo llevan haciendo desde la época medieval, descansan en otro más actual ubicado en dos antiguas casonas rehabilitadas: Casa Valentín y Casa Alfonso. Y la cosa no acaba aquí, porque la firma Sebastián Arquitectos, encargada de dotar de nuevos usos al patrimonio restaurado, contempla la creación de un camping entre las ruinas de Ruesta para fomentar el turismo, una alternativa a la despoblación de esta zona de la España vacía.

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QUÉ VER CERCA DE RUESTA

La vida de Ruesta la ha marcado el embalse de Yesa, cuya construcción cambió su rumbo. Alimentado por el río Aragón, se extiende a lo largo de 1900 hectáreas, así que se le conoce como 'el mar de los Pirineos', apto para darse un reconfortante baño durante los meses estivales. A un lado de las aguas azul turquesa de Yesa está Sigüés y su foz, un estrecho barranco creado por las aguas del Esca, por las que descendieron las almadías durante siglos, esas barcas hechas con troncos de pinos con las que se trasladaba la madera de los bosques del valle del Roncal.

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Y también están Escó y Tiermas, los otros dos pueblos que, junto con Ruesta, quedaron deshabitados cuando se construyó la presa y las aguas inundaron sus tierras de cultivo. El nombre de esta última evoca sus aguas termales ya conocidas por los romanos y luego por los peregrinos de la Edad Media y siglos posteriores. Su esplendor llegó a comienzos del XX. Por entonces, se construyó un gran hotel que llevaba el nombre de su huésped más ilustre, la infanta Isabel de Borbón y Borbón. De aquello solo quedan fotos y crónicas, así como las ruinas que quedan a la vista al bajar las aguas del embalse.

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Al otro lado del pantano, Undués de Lerda, en los límites con tierras navarras, es la última población del Camino de Santiago Francés en Aragón y muestra con orgullo el gótico de su iglesia de San Martín de Tours, sus palacetes dieciochescos o su pozo de hielo medieval. Muy cerca se puede pisar un auténtico tramo empedrado de vía romana. Desde aquí ya ‘solo’ quedan unos 770 kilómetros hasta Compostela.

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Navardún tiene apenas 50 habitantes, pero merece una parada para admirar su esbelta torre del homenaje, que formó parte de una red de castillos construidos por toda esta comarca con el fin de defender el acceso a los valles de los ríos Onsella y Aragón. Muy cerca de Navardún queda Sos del Rey Católico, una preciosa villa zaragozana de calles empedradas, casas blasonadas y puertas de la antigua muralla que gira en torno a su castillo medieval. Es conjunto histórico y en su palacio de Sada nació Fernando de Aragón, convertido hoy en un centro de interpretación sobre la figura del unificador de España.

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