Bob Marley nació y creció en Jamaica y ha sido su música la que ha promocionado mundialmente a esta isla caribeña. El estreno de la película sobre la vida del rey del reggae llega hoy a la gran pantalla y cuenta la historia de un artista de culto a través de los sitios en los que transcurrió su vida, que son los mismos en los que se ha rodado Bob Marley: One Love.
El primero de los lugares que preserva su legado y también el primero que visitan los fans del artista en Jamaica es la casa de Nine Mile donde vino al mundo Nesta Robert Marley en 1945. La vivienda familiar en este pueblo de gente amable es hoy un museo que conserva su atmósfera y en el que se encuentran gran parte de sus discos de oro, las condecoraciones, sus enormes gorras y algunas de sus más queridas camisetas de fútbol. La visita a sus instalaciones, acompañada por música reggae, descubre no solo su lugar de nacimiento, también el mausoleo donde está enterrado, a seis metros del suelo. Dentro de él –y de todo Nine Mile- es legal fumar marihuana; una concesión a la memoria y a la vida de uno de los más grandes genios de la música del siglo XX.
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Otros dos templos del culto a Bob Marley están en Kingston, la capital jamaicana. El primero es la casa de la calle Hope en la que creó el sello discográfico Tuff Gong –que hoy aloja otro museo dedicado al artista–, bajo el que verían la luz algunos de sus éxitos más conocidos, como No Woman, No Cry y Get Up, Stand Up. En los mismos estudios de grabación se rodaron escenas de la película.
El otro es Trench Town, un barrio tan humilde como portentoso cuya pobreza y discriminación moldearon el carácter y la música de Marley. De aquí salieron el ska, el rocksteady, el reggae y el dub, y aquí crecieron sus aficiones: la música, la marihuana, la fe rastafari y el fútbol. Las escenas de Trench Town en la película se rodaron en el propio barrio y los productores se aseguraron de que las escenas fueran lo más realistas posible, para ello contrataron a actores locales y utilizaron pequeños equipos de rodaje que captaran su ambiente.
Pero la leyenda del músico comenzaría cuando grabó Catch a fire con Island Records. Unos años después compró Goldeneye, la bonita casa junto al mar que Ian Fleming, el novelista británico creador del agente 007, construyó al borde del mar cerca de Oracabessa, en la costa norte de Jamaica, donde nacieron gran parte de las aventuras del más famoso de los agentes secretos. Cuando la enfermedad le llevó a pensar en su herencia, Marley decidió que era mejor que la casa perteneciera a Chris Blackwell, propietario de la discográfica, antes de que se perdiera en pleitos, que podían surgir –y surgieron– por las reclamaciones de alguna de sus amantes –varias decenas–, sus hijos –más de 22 reconocidos– o su mujer oficial, la única, Rita.
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Gracias a la decisión de Marley, Goldeneye está hoy viva. Es un precioso hotel de cinco estrellas (goldeneye.com) y, por tanto, un buen lugar para alojarse y tomar una taza del mejor café del mundo –el Blue Mountain, que solo se cultiva en las Montañas Azules de la isla caribeña–, un buen ron, heredero del que bebieron los piratas en Port Royal, o un martini con vodka, y despedirse de la isla de Marley, un hombre que creía en el poder de la música para cambiar el mundo y cuyo mensaje de amor, paz y unidad sigue resonando con fuerza hoy en día en este rincón del Caribe.
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Quien quiere aún más, se acerca hasta las playas de James Bond Beach y Reggae Beach en Ocho Ríos para disfrutar de las que, tanto Ian Fleming como Marley, consideraban el mejor retrato del paraíso.