El rayo verde, el insólito fenómeno óptico que podrás ver en La Palma

Para observar este increíble fenómeno óptico en la isla de La Palma, fruto de la refracción de la luz al atravesar la atmósfera y que ocurre poco después de la puesta de sol y poco antes de salir la luna, casi bastaría con apostarse durante un atardecer libre de nubes en cualquier lugar de horizonte diáfano. Preferiblemente hacerlo al nivel del mar o en lo alto de una montaña y contar con una buena dosis de suerte. Porque es tan insólito y escurridizo que Toño González, uno de los guías Starlight más veteranos de la isla, nos cuenta que apenas ha logrado verlo una treintena de veces, pese a llevar una tríada de décadas guiando observaciones por La Palma. El rayo verde no solo se da en esta isla, claro, pero la estabilidad de los cielos de esta joya canaria lo tiene todo a su favor para propiciar el encuentro.

Para contemplar este fenómeno, o al menos un infinito e increíble manto de estrellas sobre nuestras cabezas, nos dirigimos a la isla de La Palma, esa que atesora infinidad de miradores hacia sus valles, barrancos y el mar, pero también suma 15 enfocados ni más ni menos que al universo. Todos al aire libre y acondicionados, en su mayoría, con planisferios y paneles informativos que ayudan a la observación del firmamento.

EL ROQUE DE LOS MUCHACHOS, EL MEJOR CENTRO ASTROFÍSICO DEL PLANETA

Reconocida como la primera Reserva Starlight del planeta –una iniciativa avalada por la Unesco–, no es casualidad que investigadores de medio mundo trabajen en la veintena de telescopios del Observatorio del Roque de los Muchachos, el mejor centro astrofísico del globo, con los de Chile y Hawái. Aisladas a 2400 metros de altitud junto al Parque Nacional de la Caldera de Taburiente, en el municipio de Garafía, sus cúpulas de blanco inmaculado o plata podrían pasar por un asentamiento en Marte.

De noche está prohibido acercarse para no molestar a los científicos, a la caza de agujeros negros, enanas marrones y otros cuerpos celestes. De día, sin embargo, es posible transitar por esta atalaya sobre la que se construyeron telescopios de la talla del Galileo, el Nórdico, el Liverpool, los Magic I y II o el Grantecan, el gran telescopio de Canarias, porque este observatorio cuenta con una de las baterías de telescopios más completas del mundo. Incluso, previa reserva, es posible realizar una visita con alguno de los tres guías acreditados por la Fundación Starlight (fundacionstarlight.org) en La Palma, como Toño González (cielos-lapalma.es), el más veterano de la isla, y visitar uno por dentro.

Que los astrofísicos eligieran esta isla se explica por lo limpia y estable que es la atmósfera, sumado a que su proximidad al ecuador permite espiar la bóveda del hemisferio norte y parte del sur. Y no menos importante, el esponjoso mar de nubes que suele gravitar bajo el Observatorio. Esta icónica postal palmera, formada al chocar la humedad de los vientos alisios contra las laderas, hace que por encima del tapiz de nubes quede todo despejado. Por si fuera poco, su espeso manto blanco frena la contaminación que pudiera llegar desde los pueblos. Aunque esta, en cualquier caso, es escasa, gracias a la firma, en 1988, de una normativa pionera en el mundo, por la cual se limitaban desde las radiaciones electromagnéticas hasta el tráfico aéreo. Para un profano, lo más notorio de aquella Ley del Cielo es el apagón nocturno de la isla. Hasta la última de sus aldeas queda entonces sumida en penumbra para que todo el protagonismo se lo lleve el firmamento.

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Iluminadas solo por el tenue destello anaranjado de unas singularísimas farolas que apuntan al suelo, basta alzar la mirada para asombrarse ante la maravilla que centellea en las alturas. Turbadores resultan los mil y un chisporroteos en la negritud absoluta del cielo, la abigarrada senda de diamantes por la que se estira la Vía Láctea o el resplandor inconfundible de la Estrella Polar, punto final del sendero «431 años luz», al que, con algo de sorna, apunta una flecha en miradores astronómicos como el Llano del Jable, el Monumento al Infinito o La Muralla.

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Protegidos con ropa térmica y provistos de prismáticos o telescopios, los apasionados del firmamento localizan constelaciones por estos balcones al universo diseminados por La Palma, así como por otros lugares de interés astronómico, como el Faro de Fuencaliente o Los Andenes. Solo los más obstinados sueñan con fotografiar al esquivo rayo verde. De acudir en pareja, resultará curioso conocer la leyenda que asegura que los amantes que logran atisbarlo juntos permanecen unidos para siempre.

¿DÓNDE ESTÁN LOS MIRADORES ASTRONÓMICOS DE LA PALMA?

Cada uno se centra en un aspecto diferente del firmamento y prácticamente todos están acondicionados con planisferios y paneles que ayudan a la observación por cuenta propia. Son un total de 15 y se encuentran diseminados por la isla: San Borondón (Tazacorte, dicen que es uno de los mejores para observar el famoso rayo), Llano del Jable (El Paso), Mirador del Molino (Barlovento); Salto del Enamorado (Puntallana), Molino de Buracas (Garafía), Montaña de Miraflores (Puntagorda), Pico de la Cruz y Monumento al Infinito (San Andrés y Sauces), Barranco del Carmen (Santa Cruz de La Palma), Parque Los Álamos (Breña Alta), La Muralla (Tijarafe), Llano de la Venta (Breña Baja), Puerto Naos (Los Llanos de Aridane), Montaña Las Toscas (Villa de Mazo) y Volcán de San Antonio (Fuencaliente).

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ASTROTURISMO EN LA PALMA

La web del Cabildo (starsislandlapalma.es) reúne todos los servicios: desde la ubicación y características de los miradores y senderos astronómicos, hasta restaurantes y alojamientos con un guiño a las estrellas, o los contactos de los guías Starlight, con los que se organizan visitas o actividades a medida.

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