CAN POU (GIRONA)
Cruasanes, mermelada, embutidos, pan… con un desayuno personalizado hecho en casa empiezan los días en esta masía situada en el valle del Llémena, un lugar escondido que es tierra de volcanes, de campos de trigo y pequeños pueblos de casas de piedra a caballo entre el Gironès y la zona volcánica de la Garrotxa. Han pasado casi cinco siglos desde que se puso en pie esta construcción de arquitectura catalana del siglo XVI y sigue manteniendo su identidad. Se ve en sus 7 habitaciones y en su apartamento para 4 personas, que conservan vigas originales, paredes de piedra vista, muebles de época... Una ocupa la antigua torre de vigilancia, otra el pajar…
A Can Pou (masiacanpou.com) se llega buscando el contacto con la naturaleza, las vistas y el privilegio de disfrutar de platos hechos en casa con productos de la huerta y un toque de cocina italiana después de descubrir el entorno. O recibir un masaje para acabar el día tras visitar Girona, que queda a 20 minutos, los pueblos del Baix Empordà o aventurarse por alguna de las rutas de senderismo, como la que lleva a la montaña de Rocacorba o al volcán de Puig d’Adri.
CAN BUCH (BARCELONA)
La historia de Gerard Bofill es la de un cambio de vida, que ocurrió hace pocos años, cuando después de vivir un ritmo de vida personal y laboral frenético en la ciudad decidió parar y escuchar a su cuerpo. Necesitaba aire, descanso, calma y reconocertar consigo mismo y encontró en Sant Aniol de Finestrás, en la comarca de la Garrotxa, lo que tanto buscaba. No fue fácil, fue necesario un tiempo para adaptarse a vivir alejado de la metrópolis e inmerso en la naturaleza y rodeado de animales. Tres años después es feliz consigo mismo y compartiendo con sus clientes esta antigua masía que levantó de las ruinas con materiales naturales y ecológicos de próximidad y la ayuda de artesanos y funciona gracias a energías renovables.
Eco-hoteles de Portugal, encanto y conciencia ecológica para una escapada
Si el entorno que rodea a Can Buch es privilegiado: montañas, vistas infinitas, caminos y ermitas para explorar, en el alojamiento reina el buen gusto. Cada una de sus habitaciones es distinta –dobles, triples y hasta séxtuples–, dominan los colores suaves que le dan calidez y llevan los nombres de árboles del territorio. Las paredes son de barro, el techo de bóvedas catalanas de céramica, los suelos, de adobes de La Bisbal, y la pintura, de cal natural. Y entre sus instalaciones cuenta con un hammam para disfrutar en privado, piscina natural y zona chill out.
Del glamping a los viajes sostenibles, cada vez más viajeros eco
Mención destacada merece el restaurante, cuya filosofía es compartir la vida en el campo y conseguir la autosuficiencia, por eso la mayor parte de los productos con que elaboran los platos son del huerto ecológico propio y el resto provienen de productores de proximidad. Y con los residuos se alimenta el ganado y se hace compost para enriquecer la tierra.
MAS DE L’ARLEQUÍ (TARRAGONA)
Ana y Álvaro eligieron la comarca de la Conca de Barberà para convertir en realidad su sueño: crear un hotel con encanto basado en cuatro pilares fundamentales: el trato cercano, la calidez, la tranquilidad y el respeto por el medio ambiente. Y encontraron esta masía de finales del siglo XVIII en pleno Parque Natural de las Montañas de Prades que resultó perfecta, rodeada como está por un entorno natural inigualable y volver a la esencia de lo natural. El aire rústico domina la decoración de sus habitaciones, con todas las comodidades y vistas a los jardines de la finca y a las montañas. También la del salón común, con una gran chimenea de piedra para sentarse a leer, escuchar música o pasar una velada con juegos de mesa.
Los pueblos con más encanto de Tarragona entre la montaña y el mar
Si el tiempo acompaña, en el jardín hay diferentes rincones para disfrutar de la naturaleza (en verano de una pequeña piscina con hamacas), y detrás de la masía, un magnífico acantilado para observar las puestas de sol. Alrededor, rutas de todos los niveles para salir en bicicleta y un entorno interesante para descubrir, empezando por la villa amurallada de Montblanc, las cuevas de L’Espluga de Francolí o el magnífico monasterio de Poblet.
MAS OMS (GIRONA)
Cerca de la Costa Brava, pero lejos del bullicio. Entre el mar y la montaña. Es lo que buscaban Céline y Julien, propietarios de Mas Oms, cuando dieron con esta masía de Sant Mateu de Montnegre, en el macizo de las Gavarras, que han convertido en un encantador hotel rural y ecológico de exquisito gusto donde desconectar del mundo y conectar con uno mismo. Aislado, pero cerca de todo, una pista asfaltada lleva hasta su puerta, en plena naturaleza, con áreas de descanso y bienestar repartidas por la finca.
Las vacaciones regenerativas en este pequeño alojamiento boutique de solo seis habitaciones que invitan a la relajación total consisten en el descanso regenerativo, en probar la cocina sana y los vinos naturales, relajarse con masajes a medida, con sesiones de yoga o reiki… En definitiva, el slow life que es tendencia en viajes. Para los que quieren moverse por sus alrededores están las rutas senderistas y ciclistas, y la ciudad de Girona y los pueblos del Baix Empordà quedan próximos.
MAS RAURIC (GIRONA)
Para encontrar los orígenes de esta masía en plena naturaleza, junto al pueblo de Llagostera, en la comarca del Gironès, hay que remontarse a 1746 y situarse en una enorme finca de 33 hectáreas con bosques de eucaliptos, robles y alcornoques que Judith y Joan rehabilitaron de forma integral durante cuatro años para convertirla en un hotel rural. Sus propietarios decidieron conservar al máximo la esencia de la masía, pero combinando un estilo rústico y contemporáneo en este espacio rural en armonía con el entorno, pero sofisticado a la vez.
Desayunar en el porche de piedra, tomarse un refresco a la sombra de la pérgola con vistas al jardín, a la piscina o al macizo de Sillas, interactuar con los animales de la finca, dormir en camas extragrandes de 2x2 con sábanas de algodón, darse una ducha con jabones naturales con esencia de menta, tomar huevos frescos de las gallinas de la masía… Son los pequeños placeres que disfrutan los huéspedes de cuidado alojamiento a media hora de Girona y a una de Barcelona para desconectar.