© Azores Promotion BoardAzores está de moda en los últimos años en Europa, en los que el archipiélago ha ganado en popularidad gracias a su naturaleza portentosa, sus senderos panorámicos, las fuentes termales, las actividades al aire libre y a ser uno de los destinos más sostenibles de Europa (y del planeta). Pero, pese a estar de moda, aún le queda muy lejos eso del turismo de masas y sus nueve islitas, que viven una eterna primavera, todavía se visitan con calma. Situadas en pleno Atlántico, donde el famoso anticiclón, se recorren por senderos entre una naturaleza tan generosa e intacta que apenas se puede creer que todavía existan lugares así.
© Getty ImagesJunto al antaño puerto ballenero de Horta, en la isla de Faial, resiste el Café de Peter, cuyo viejo dueño aún recuerdan con cariño los lobos de mar del lugar. Solitarias en pleno Atlántico, casi a medio camino entre Europa y América, las islas de este archipiélago se cuentan en sus historias del mar, sí, pero también en las de sus volcanes. Porque cada una es hija de los colosos submarinos que surgieron en múltiples erupciones. El Centro de Interpretación del Volcán de Capelinhos, en la isla de Faial, invita a iniciarse en las fuerzas telúricas que modelaron el archipiélago. Cada isla es un pequeño universo de senderos entre calderas, pozas termales y piscinas de lava que suplen la escasez de playas de arena.
© Gonzalo AzumendiSÃO MIGUEL
La más grande es São Miguel, a la que llegan los vuelos del continente. Con 65 kilómetros de largo por 14 de ancho, la isla es tan diversa que bien podría dedicarse toda la estancia a ella, entre el coqueto casco histórico de Ponta Delgada y los paseos por sus bosques llenos de flores, su escarpada costa de calas y acantilados y los cráteres y lagos volcánicos de Fogo, Sete Cidades –por donde discurre una preciosa ruta senderista– o los valles de Furnas.
Por estos últimos se adentra otro camino que desde la localidad de Très Bicas asciende hasta la laguna de Furnas, donde los lugareños aprovechan el calor del suelo para cocinar en hornos bajo tierra sus famosos cozidos. Pero hay muchos más senderos, como el del Salto do Cabritos, que parte y culmina en las Calderas de Ribeira Grande, o el de los Moinhos de Ribeira Funda.
© Cordon PressTERCERIA
De ir más allá, Terceira es otro acierto. Sembrada de prados a rebosar de hortensias y pueblitos con capillas rurales, esta isla es famosa, sobre todo, por la belleza de la ciudad de Angra do Heroísmo, Patrimonio de la Humanidad, con iglesias y palacios engalanando sus plazas adoquinadas.
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© Azores Promotion BoardISLAS DE FAIAL Y PICO
La muy marinera isla de Faial es otra de las imprescindibles. Desde su puerto podemos salir a observar delfines y ballenas. Hasta 24 especies de cetáceos frecuentan todo el año el archipiélago de las Azores, residentes o migratorias, desde distintos tipos de delfines y cachalotes hasta ballenas jorobadas o las descomunalmente grandes ballenas azules. De ser uno de los epicentros de su caza, hoy es un santuario donde están protegidas y a salvo. No será difícil reservar una excursión para admirar en su hábitat a estos gigantes de los océanos.
Para conocer la isla de Faial por bellas rutas senderistas, en la pedanía de Ribeirinha arranca una ruta que, entre cráteres, paisajes lunares y bosques de laurisilva, cruza de este a oeste toda la isla y es muy recomendable.
Justo en frente, a media hora en ferri, está la de Pico, con bodegas y viñedos cultivados entre campos de lava incluidos también en la lista de la Unesco, el interesantísimo Museo de los Balleneros, pero también muchos caminos con vistas al volcán do Pico, el techo de Portugal.
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© Azores Promotion BoardLAS MENOS CONCURRIDAS
De quedar aún tiempo, todavía aguardan islas menos concurridas como las de São Jorge, Santa María, Graciosa, Flores (en la imagen) y Corvo, donde alquilar una casita rural frente al océano y buscar nuevos caminos por los que perderse en soledad.
© Gonzalo Azumendi¿CÓMO MOVERSE POR LAS ISLAS AZORES?
A través de la web y la aplicación de Turismo de Azores (visitazores.com) podemos acceder a la red de senderos recuperados y señalizados del archipiélago y localizar los más indicados para cada uno en función de la isla, la extensión del camino y su nivel de dificultad.
Hay agencias locales con las que contratar excursiones –casi siempre pueden reservarse desde los hoteles–, así como posibilidad de alquilar un coche, una moto o una bici.
Para desplazarse entre las islas suele ser más práctico el avión que el ferri, salvo en islas muy próximas entre sí, como Faial y Pico.
