María Patiño se casó por sorpresa en Sri Lanka; Marta Pombo y su marido Luis Zamalloa eligieron este destino para su luna de miel; hace unos meses, otra influencer, Paula Ordovás, celebró su décimo aniversario de boda; después fue el joven actor Álvaro Rico, protagonista de Élite, el que, de la mano de Jesús Calleja, viajó a la Perla del Índico y la última en escaparse a este paraíso asiático, como ha publicado en sus redes, ha sido Victoria de Marichalar.
Sri Lanka es un destino en el que vivir experiencias únicas, conocer la cultura local, empaparse de espiritualidad, hacer trekking, deslizarse por sus singulares paisajes en tirolina, recorrer en bicicleta plantaciones de té y degustar las picantes especialidades de esta tierra verde. Y se está poniendo de moda.
Primero fue Serendib, después Ceilán y más tarde Sri Lanka, una sinfonía de nombres con los que los navegantes que arribaban a sus costas trataron de definir ese lugar que encarnaba la imagen de lo bello por inesperado. Así es esta pequeña isla apartada de los circuitos convencionales, refugiada en el olvido pese a ser uno de los rincones más impresionantes del continente asiático. Porque cuando un territorio del tamaño de dos Cataluña es capaz de reunir jungla tropical con frondosas plantaciones de especias, arenales bordeados de cocoteros con montañas frescas, inmensas llanuras cubiertas de flores con un paisaje árido de sabana, el resultado solo puede ser un prodigio de la naturaleza.
Hoy, en estos tiempos en que ya no quedan shangri-las ni paraísos por descubrir, es momento de conocer este diminuto país que despierta a un turismo discreto, en el que empiezan a brotar hoteles de lujo con toda la exquisitez oriental, ideales como base para devorar su legado histórico, su entorno majestuosamente verde y que, en ocasiones, también, trae reminiscencias de Kenia. ¿No es sino el elefante su imagen más reconocible? El paquidermo forma parte del paisaje cingalés, tanto como los campos de té que tapizan las colinas de las Tierras Altas o las playas paradisíacas acariciadas por el Índico, o los templos y ruinas de ciudades antiguas que salpican esta tierra amparada por Buda.
Kandy es el centro espiritual del país y bordeando su lago se llega hasta el templo que guarda la reliquia sagrada del diente de Buda, la máxima expresión de la tradición más genuina de Sri Lanka. También es el punto de partida para abordar el itinerario arqueológico, el llamado Triángulo Cultural que conformaron en su día las antiguas capitales de los reinos cingaleses. Sigiriya o la roca del león, Patrimonio de la Humanidad, es tal vez la más sugerente. Un gigantesco peñasco de granito que emerge de la jungla, en cuya cima el príncipe Kassapa, después de asesinar a su padre, se construyó un palacio inexpugnable. Sus restos pueden visitarse después de ascender 1231 escalones para contemplar los excelentes frescos con criaturas semidesnudas, y también para apreciar la perfección de los jardines, los estanques excavados en la piedra, lo que queda del inmenso león que dominaba el acceso.
Dambulla, con su serie de cinco cavernas-templos que cobijan estatuas y pinturas de Buda, antecede a las más alejadas Pollonaruwa y Anuradhapura, que son ruinas de ciudades inmensas plagadas de dagobas, santuarios y monasterios, a veces fagocitados por la selva, recubiertos de musgo y plantas trepadoras como un canto al triunfo de la naturaleza sobre el hombre. Recorrer todas ellas contemplando el conjunto romántico de estas piedras dispersas, es asistir al testimonio de la grandeza, al esplendor pasado de un país que ha tenido que esperar demasiado para lograr situarse, sin demasiada exageración, entre los más hermosos del mundo.
Otra actividad que requiere más esfuerzo aún es subir al Adam’s Peak, uno de los picos más elevados de Sri Lanka, en el suroeste de las Tierras Altas. En la cima de esta montaña cónica la tradición budista asegura que está la huella del pie de Buda. Tras una ruta de unas 7 horas, en la que es común cruzarse con monjes y peregrinos, hay que llegar con la salida del sol para ver la sombra del monte sobre la llanura en un triángulo perfecto.
EN EL TREN DEL TÉ
Pero si hay una delicia comparable en Sri Lanka es explorar el corazón de las Tierras Altas a bordo de un ferrocarril con toda la esencia del siglo XIX. Un trayecto que va desde Kandy a Ella y que supone un auténtico viaje en el tiempo por unos paisajes deslumbrantes, allí donde las mujeres tamiles, ataviadas con sus saris de colores, recolectan a mano las hojas del té de Ceilán, el más exquisito del mundo.
LAS PLAYAS DE LA ISLA ESMERALDA
Pero a esta isla del océano Índico, al suroeste de la India, también se la conoce como "La Isla Esmeralda" por el color de sus aguas y su exuberante vegetación. Sus excelentes playas van desde las más populares, como Mirissa y Unawatuna, a otras más secretas que permiten escapar de multitudes y relajarse en un entorno paradisíaco. Para amantes del surf, en la costa sur y en una bahía con forma de herradura está Hiriketiya, que ha ganado popularidad en los últimos años. Un remoto paraíso es, en la costa oriental, la de Kunpurupiddi, donde viven un puñado de pescadores nómadas que practican una rudimentaria modalidad de pesca. Los lugareños tienen entre sus favoritas la de Polhena, con arrecifes de coral, frecuentada por tortugas marinas. Entre las de la costa sur de Sri Lanka, recomendables son Silent Beach y la cala de Goyambokka. Y muy concurridas en verano, las de Uppuveli y Nilaveli.
GUÍA PRÁCTICA
CÓMO LLEGAR
No hay vuelos directos desde España hasta Sri Lanka. A la capital, Colombo, se puede volar desde Madrid y Barcelona con escala, un viaje de unas 13 horas de duración. Desde Colombo se puede ir a Kandy (5 horas más) alquilando un coche con conductor que conozca bien la zona. No es muy caro y resulta completamente seguro. Si no, el ferrocarril es la forma más cómoda, aunque los trenes suelen ser lentos. The Asian Continent (theasiancontinent.com), agencia especializada en Asia, organiza viajes a medida que incluyen el Triángulo Cultural de las Ciudades Antiguas. Sri Lanka in Syle (srilankainstyle.com) es una agencia española con sede en Sri Lanka que ayuda a planificar itinerarios por el país bajo la filosofía del estilo.
CUÁNDO IR
La mejor época es la que coincide con la estación seca, de diciembre a marzo, cuando las temperaturas son moderadas. El monzón suele acaecer de junio a octubre.
DÓNDE DORMIR
Existen lujosos resorts en las localidades turísticas de Sri Lanka, especialmente en las playas. En Kandy, merece la pena alojarse en el Cinnamon Citadel (cinnamonhotels.com), con un diseño sofisticado que combina la esencia de la ciudad antigua con estilosas habitaciones y un servicio inmejorable. También esta prestigiosa cadena tiene dos hoteles en Colombo, la capital, y otro que se emplaza a poca distancia de Sigiriya. Para darse un buen homenaje, nada como el 98 Acres Resort (resort98acres.com), en Ella, con exquisitos bungalows con piscina y vistas espectaculares entre plantaciones de té.
DÓNDE COMER
A excepción de las playas del sur, en las que hay decenas de chiringuitos que sirven marisco y pescado fresco, donde mejor se come en Sri Lanka es en los restaurantes de los hoteles. Los mencionados anteriormente son una buena alternativa para degustar la gastronomía cingalesa, que tiene bastante en común con la de su vecina India. El rice curry es el plato por excelencia, acompañado de verduras, pollo, gambas o cerdo. Otras delicias son los rotis, la indiappa, el lamprais…