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El parrizal de Beceite, una ruta de verdor entre pueblos medievales

Valderrobres, Beceite y su entorno forman un triángulo de excepcional riqueza natural y encanto rural donde practicar el ‘slow travel’ mientras recorres la comarca del Matarraña. Se ruega no tener prisa.


Actualizado 18 de julio de 2023 - 16:45 CEST
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Retorcidos y añejos olivares conviven en la pequeña comarca del Matarraña -un territorio único de la provincia de Teruel que nada tiene que envidiar a la Toscana italiana, con quien la comparan- con paisajes increíbles como el Parrizal de Beceite, en el nacimiento del río Matarraña, donde el curso del agua reta a la montaña con paredes verticales que llegan a alcanzar los 100 metros de altura, y pueblos de herencia medieval como Valderrobres o Beceite. Una escapada donde no nos faltará de nada.

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VALDERROBRES, LA VILLA MONUMENTAL

La parte vieja de esta localidad, la más monumental, se descubre comenzando por el famoso Puente de Piedra medieval sobre el río Matarraña. Luego habrá que atravesar el portal de San Roque para encontrar al otro lado la encantadora plaza de España y en ella el sobrio edificio renacentista del Ayuntamiento, en un palacete del siglo XVI. En la plaza las terracitas de los bares esperan preparadas para la llegada del viajero que quiera hacer un alto en el camino y refrescarse.

 

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Tras el descanso hay que continuar el paseo por las empinadas y serpenteantes calles que nos conducen a lo alto de la villa. Allí se encuentra la iglesia de Santa María la Mayor y el magnífico castillo-palacio del siglo XV (castillodevalderrobres.com), una de las mayores joyas del gótico en Aragón que fue residencia del obispo de Zaragoza. Su apariencia es más la de un palacio, con patio central y grandes ventanales, rematado por torrecillas almenadas. En el interior se visitan -tanto por libre como en visita guiada- los grandes salones, las despensas, la sala capitular, las caballerizas…

Merece la pena acercarse al Centro de Interpretación de Valderrobres y la Comarca del Matarraña, junto al castillo, un magnífico lugar para comprender el extenso patrimonio artístico de los once pueblos que integran esta tranquila comarca.

Un alto en el camino para darle gusto al paladar nos lleva al restaurante Baudillo (baudiliorestaurante.com). Su carta la protagonizan los ingredientes naturales (de la huerta a la mesa) y una cocina que respeta y reinterpreta la tradición culinaria de la comarca. Dos menús (de 45 € y 65 €) nos permiten degustar algunas delicias como el cangrejo azul del Delta o las verduras de su huerta.

 

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EXCURSIONES Y POZAS DE AGUA FRESCA

De Valderrobres hay que dirigirse a Beceite -7 kilómetros más allá- punto final de la carretera y punto de inicio de numerosas excursiones senderistas con las que conocer los recovecos más salvajes y naturales de los Puertos de Beceite.

Elevadas cimas, fuentes de agua fresca, pinturas rupestres como las de La Fenellasa y hermosos barrancos por donde corren aguas impolutas, como el del Parrizal, Las Gubies o las aguas turquesa de las pozas de la Pesquera (en la imagen). Un buen lugar para darse un baño en el verano. Y todo envuelto en bosques autóctonos de encinas, tejos o pino carrasco conformando uno de los paisajes más atractivos de Teruel.

 

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BECEITE, ENCANTO RURAL

Antes de animarse con alguna de las excursiones del entorno conviene visitar la localidad de Beceite. Un paseo por esta villa que rebosa encanto rural se hace por calles estrechas donde abren los balcones de viejas casonas de piedra. También por la plaza mayor, visitando la Casa Consistorial o la iglesia medieval de San Bartolomé. En el entorno descubriremos antiguas fábricas de papel que tuvieron mucha importancia durante los siglos XVIII y XIX. Hoy se han reconvertido en alojamientos turísticos o restaurantes, como el encantador hotel La Fábrica de Solfa (fabricadesolfa.com), el lugar perfecto para practicar slow travel. Su cocina ha sido premiada con un Sol Repsol.

 

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EL PARRIZAL DE BECEITE

En el corazón de los puertos serranos que se reparten entre Beceite, Tortosa y Morella (Aragón, Cataluña y Comunidad Valenciana), nace el río Matarraña, en la llamada Fuente del Tejo. En sus primeros pasos, las cristalinas y pausadas aguas del Matarraña se remansan en las pozas de la estrecha garganta del Parrizal de Beceite, donde antiguamente se criaban ‘parrizas’ o parras silvestres, y donde hoy se disfruta de una ruta a pie entre altas paredes calizas y empinadas laderas que se visten de encinas, pinos laricos y verdes bojes. La ruta por las pasarelas de madera, el tramo más conocido, es una de las más atractivas. Aquí no es posible darse un baño, habrá que resistir las ganas y acercarse a otras zonas donde está permitido, como las pozas de la Pesquera en el río Ulldemó.

Aguas abajo de la localidad de Beceite el río fluye cargado de vida con truchas, cangrejos de río autóctonos, nutrias, peces… para luego atravesar olivares y campos de cultivo hasta unir su cauce con el caudaloso Ebro.

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DORMIR EN UNA MASÍA SOSTENIBLE

A estas alturas ya nos hemos enamorado del Matarraña y es fácil comprender que merece la pena desandar el camino andado en dirección a Valderrobres, para conocer el hotel La Torre del Marqués (hoteltorredelmarques.com), a 18 kilómetros de esta localidad.

Unicado en una casa solariega del siglo XVIII, que perteneció a la familia del marqués de Santa Coloma, y en medio de una finca de 200 hectáreas adornada de pinares, almendros, olivares y viñedos. Un hotel-destino alejado del ruido pero sin renunciar a los cuidados más exclusivos.

Lujo y sostenibilidad se dan la mano en este alojamiento donde nos cuidan además de cuidar a la vez el entorno. Esta filosofía le ha hecho ser uno de los dos únicos hoteles españoles pertenecientes a la Considerate Collection, dentro del sello de calidad de Small Luxury Hotels of The World (slh.com/considerate), que aúna hoteles de lujo activamente sostenibles enfocados mas allá de los ecológico. Bravo por ellos. 

Para quedarnos con el mejor sabor de boca en este viaje, su restaurante La Atalaya del Tastavins. Productos locales y ecológicos en una cocina que mezcla tradición e innovación y se degusta en cuatro enclaves únicos: en medio de los viñedos, en el huerto, en mitad del bosque de la finca o en el mirador del valle de Tastavins. Una experiecia única para poner el punto y seguido a un viaje que seguro harbá ganas de repetir. 

 

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