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Siete paseos por Santander, siete tapas para degustar

Cada barrio de la capital cántabra tiene su especialidad gastronómica, que se disfruta en tabernas marineras, tascas tradicionales o selectos restaurantes. Los sabores del mar y la montaña en múltiples versiones y siempre después de un paseo


Actualizado 17 de mayo de 2023 - 14:03 CEST
rabas machi© Redes sociales

CALDERÓN DE LA BARCA-CÁDIZ

La tapa: rabas a la bahía

La calle que une la estación de tren con el Centro Botín, Calderón de la Barca, es uno de los ejes principales del tapeo santanderino, una zona de fusión entre la tradición y la modernidad, que se extiende también a la calle Cádiz, a los pies de la catedral. Como nos encontramos en pleno centro de Santander y al lado del anillo cultural, los bares, restaurantes y terrazas se encuentran animados todos los días de la semana y casi a cualquier hora. La especialidad, como en cualquier otro lugar de Santander, es el picoteo marinero: rabas, almejas, mejillones, gambas, nécoras…, si bien a esta oferta se van sumando progresivamente nuevas propuestas gastronómicas de espíritu más cosmopolita. Para elegir: El Machi (elmachi.es), La Barruca de Calderón (labarruca.com), el bar Cos o el restaurante del hotel Bahía (restaurantehotelbahia.com).

 

Santander a la hora del vermut, la ruta de los pinchos más ricos

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PLAZAS PORTICADA Y POMBO

La tapa: callos a la montañesa

La plaza Porticada y la plaza Pombo, junto con las calles Arrabal y del Medio, forman un triángulo que reúne tres edades de Santander: la de la reconstrucción del siglo XX, la del ensanche del XIX y la de la Puebla Nueva. Estas dos pequeñas calles peatonales con gran ambiente de pequeñas tabernas y gastrobares son las más antiguas que conserva la ciudad y se encontraban justo a las puertas de la muralla medieval, cuya historia se puede conocer visitando el Centro de Interpretación de la Muralla Medieval en la Plaza Porticada, donde después sentarse un buen rato a disfrutar de sus terrazas.

 

Un planteamiento similar ofrece la plaza de Pombo, en un entorno arquitectónico igualmente armonioso y con un siglo más de antigüedad. Las calles de Hernán Cortés y Ataúlfo Argenta conectan ambas plazas, abrazando entre sí el singular espacio del Mercado del Este, hoy rehabilitado para la actividad cultural, que acoge Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria (MUPAC), y la gastronomía.

barrio pesquero penucas© Redes sociales

CASTILLA HERMIDA-BARRIO PESQUERO

La tapa: Morgueras a la sartén

Caminando por el soleado paseo marítimo desde el Centro Botín hacia el oeste se alcanza el Barrio Pesquero y, a continuación, el de Castilla-Hermida. Dos zonas populares se extienden hasta la lonja, donde cada madrugada se puede asistir a la subasta del pescado recién capturado. En esta zona se encuentran varios espacios que muestran de qué modo la cultura transforma la ciudad, como el Centro Cívico Tabacalera, con el Jardín Vertical más grande de Europa y la Biblioteca Central. Y junto a ellos, la Nave que Late, un espacio vinculado con la creatividad, a las actividades de ocio y el arte en todas sus manifestaciones.

Una muestra más de que lo popular no está reñido con la calidad de vida son las numerosas tabernas y bares que se encuentran a lo largo de estas calles de entrada y salida de Santander, en las que se sirven rabas, mejillones y otras tapas de pescado o marisco de primerísima calidad, como las morgueras, también conocidas como muergos o navajas. El Machinero (machinero.com), cuyos platos evocan sabores que no pasan de moda, es uno de los establecimientos que se encuentran en la zona y en el Poblado Pesquero de Sotileza abundan los restaurantes familiares, con amplias terrazas, donde disfrutar de auténticos arroces marineros y pescados, como Los Peñucas (lospenucas.com), La Gruta de José (lagrutadejose.es) o El Muelle.

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EL SARDINERO

La tapa: terrina de foie casero con compota y tosta de sobao pasiego

Desde la península de La Magdalena hasta el cabo Menor se extiende la playa del Sardinero, la que en el siglo XIX era el hot spot del veraneo de la alta sociedad española, especialmente desde que la ciudad regaló a la familia real de Alfonso XIII el Palacio de la Magdalena. De nivel es también la restauración de la cocina, que tiende a una cocina internacional de elevada calidad, con toques de gastronomía cántabra y, en muchos casos, con vistas al mar.

elserbal121© El Serbal

Lo mejor será tomar el bonito paseo que rodea las playas del Sardinero para ir abriendo el apetito e ir tomando nota de los locales más apetecibles hasta encontrar el que más te guste. Te recomendamos fijarte en los restaurantes de los hoteles, en los establecimientos más informales de la calle Joaquín Costa, y en los fantásticos comedores al borde del mar que flanquean la playa, como El Serbal (elserbal.com), con un Sol de la Guía Repsol, o Marea Alta, en el hotel Silken Río.

 

19 cosas que (seguramente) no sabías de la playa del Sardinero

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ZONA MONTE-MARUCA

La tapa: nécoras a la plancha

Más allá de El Sardinero, hacia el norte, la trama urbana se va diluyendo y da paso a un entorno completamente rural, entre el faro de Cabo Mayor y la Virgen del Mar. Resulta increíble encontrar tanta belleza natural y tan agreste sin salir de Santander, paisajes frecuentados por runners, ciclistas y pescadores de roca. Existe en esta zona un buen número de terrazas, tabernas y restaurantes donde disfrutar de una gastronomía eminentemente popular y muy marinera, empezando por La Casona del Judío (casonadeljudio.com), con una estrella Michelin y ubicado en una preciosa casa indiana del siglo XIX. En la localidad de Cueto, la más próxima a Cabo Mayor, la mirada puede perderse en el ancho horizonte cantábrico, atalaya perfecta para disfrutar de las puestas de sol, y las numerosas parrillas que, sobre todo durante las costeras de la sardina y el bonito, presentan un ambiente familiar y distendido.

 

Planes en la naturaleza de Santander sin salir de la ciudad

casonadeljudio1161© La Casona del Judío

Hacia el oeste encontraremos el barrio de Monte, donde se concentra otro buen número de establecimientos (Tin, Las Olas…), tanto en el centro de la población y a lo largo de su carretera, como especialmente en el pequeño puerto de La Maruca, que ofrece un delicioso panorama y paseos junto al mar abierto. Y continuando en esa misma dirección, alcanzaremos la zona de Corbán, en San Román, otro favorito del aperitivo santanderino, ya muy cerca de la playa y santuario de la Virgen del Mar.

gambas ajillo ok© Redes sociales

VARGAS-SAN FERNANDO-BURGOS

La tapa: Pincho de gambas al ajillo

La carretera de Castilla entraba en Santander por la actual plaza de Cuatro Caminos, donde se encuentra la plaza de toros. Esto explica que, durante la Semana Grande, desde la hora del aperitivo hasta la de los toros, los bares y tabernas a lo largo de la Alameda de Oviedo se encuentren especialmente animados. Lo que fuera «carretera» es hoy una extensión del centro urbano, de intensa actividad comercial.

 

48 horas en Santander: marinera y con mucho estilo

 

En torno a estas calles de Vargas, San Fernando y Burgos se encuentra una zona de vinos y tapeo, de establecimientos castizos expertos en el arte de la ración y la tapa. Compiten entre sí por ver quién sirve las mejores rabas y a quién le sale bordada la salsa de los mejillones o el pincho de gambas al ajillo. En esta zona, sin prisas, es fácil desatender el reloj hasta darse cuenta de que, lo que comenzó como una ronda mañanera, termina a altas horas de la tarde, con el paladar, el estómago y el ánimo bien saciados. La Bodega La Montaña (bodegalamontana.com) y La Galerna (Perines, 8) son lugares recomendables para disfrutar de buenas viandas.

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ZONA CAÑADÍO-PUERTOCHICO

La tapa: quesucos de Cantabria

Casi todo el mundo que ha estado en Santander conoce la plaza de Cañadío, lugar de encuentro por excelencia cuando se acerca la noche. Lo que no todo el mundo sabe es que sus célebres escalinatas fueron en su día una rampa portuaria para cargar y descargar pesca y mercancías, que el lugar que ocupa hoy la iglesia de Santa Lucía no era otra cosa que una playa, y que los bajos de todas estas edificaciones eran los almacenes de navieros y mercantes que comerciaban con Europa y las Indias.

 

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Las cañas de la orilla han dejado paso a las otras cañas, las de cerveza y vino, acompañadas en esta zona por la más variada oferta gastronómica. Bares, tabernas, bodegas, restaurantes…, da igual la definición, pues lo que importa es que la manduca sea buena y abundante. Desde el tradicional cocido montañés hasta el sushi japonés, pasando por toda la variedad imaginable de sabores de mar y tierra, entre tanta expresión gastronómica lo difícil aquí no es acertar, sino elegir. En las calles del ensanche Hernán Cortés, Peña Herbosa, Daoiz y Velarde, Santa Lucía, Bonifaz… se alternan las barras de tapear más o menos informales con restaurantes de mesa y mantel, también más o menos informales o creativos: PerretxiCo, La Malinche, Salitre, Salvaje o la Vermutería Solorzano... La zona se extiende hasta el paseo de Castelar, donde varios restaurantes y terrazas flanquean Puertochico, y hacia la más popular calle de Tetuán, célebre por sus mariscos y pescados, de mucha tradición gastronómica.