Como en todo acontecimiento importante, existe una fecha clave que marca un antes y el después. En el caso de Diego de Silva Velázquez, esa fecha fue el 6 de octubre de 1623. Aquel día, el rey Felipe IV nombraba al sevillano pintor de la Corte, un hecho con el que, no solo cambió la historia de su vida, sino también la de Sevilla, su ciudad natal, que vio cómo su artista más universal era encumbrado hacia el éxito.
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A pesar de que el tiempo ha borrado muchos de los espacios y rincones de la capital hispalense que, en su día, estuvieron relacionados con la trayectoria personal y profesional del pintor, aún permanecen otros muchos que permiten recomponer trazos de los 24 años que pasó en Sevilla. Proponemos seguirle los pasos y, de camino, descubrir detalles de su historia. Un homenaje de lo más sincero a uno de los mayores maestros de la pintura universal.
SU CASA NATAL
Si hay un comienzo en esta historia, ese es cuando Velázquez nació. Y lo hizo un caluroso día del mes de junio de 1599 en la calle Padre Luis María Llop, junto a la plaza del Cristo de Burgos, en la que algunos defienden como la casa más antigua de la ciudad (casanatalvelazquez.com) y que, a día de hoy, aún sigue en pie. Un edificio de casi 600 metros cuadrados construido en el siglo XVI, cuando Sevilla vivía sus días más gloriosos y el comercio con las Américas iba viento en popa. Sus abuelos habían sido comerciantes y artesanos, y su padre, de origen portugués, trabajaba como notario eclesiástico.
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El edificio, que según afirman arquitectos actuales, se mantiene prácticamente como en su origen, sirvió de vivienda particular durante siglos hasta que en 1970 comenzó a usarse con diferentes fines culturales y artísticos. Entre ellos, y hasta 2010, funcionó como atelier de los diseñadores hispalenses Victorio y Luchino.
Desde hace unos años el espacio se prepara para abrir al público como centro de interpretación y divulgación de la vida y obra del genio con una clara intención: poner en valor el legado que nos dejó, y hacerlo en la única vivienda que habitó el artista y que se mantiene en pie en la actualidad. Un verdadero homenaje que verá la luz en otoño de 2023.
IGLESIA DE SAN PEDRO
No muy lejos de la casa natal se alza esta popular iglesia construida en el siglo XIV en estilo gótico-mudéjar: el lugar donde el maestro barroco fue bautizado el 6 de junio de 1599, se cree que solo un día después de llegar a este mundo. Como curiosidad, la pila de piedra en la que recibió el bautismo aún se conserva en el interior del templo, que, como anécdota, también fue el lugar donde los padres del artista se casaron en 1597.
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Velázquez fue el primogénito de 8 hermanos, y con apenas 11 años ya se inició en los estudios de pintura. Lo hizo en una casa hoy ya desaparecida de la actual calle Trajano, por aquel entonces «del Puerco», donde actualmente una placa anuncia el lugar donde arrancó su preparación como artista. Ahí, en el número 15, se encontraba el taller de Francisco Pacheco, su maestro y mentor, y gracias a quien no solo aprendió las claves del oficio, sino tuvo también la oportunidad de entablar relación con otros artistas de la época como Martínez Montañés o Alonso Cano. Por aquel entonces, Velázquez desarrolló un estilo naturalista de iluminación tenebrista, y al finalizar su preparación, ya en 1617, fue admitido en el gremio de pintores como maestro de imaginería y al óleo. Su carrera, sin embargo, solo acababa de comenzar.
MUSEO DE BELLAS ARTES DE SEVILLA
No puede ni debe faltar, en una ruta por la Sevilla de Velázquez ni en una ruta de Sevilla sin Velázquez, todo sea dicho—, una parada en su más insigne museo: el Museo de Bellas Artes de Sevilla. La segunda pinacoteca más grande de España es el enclave fundamental para aprenderlo todo sobre pintura barroca sevillana.
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Lo curioso es que, a pesar de tratarse del principal museo de la ciudad natal de Velázquez, este tan solo cuenta con dos obras del artista, la mayor parte de sus cuadros se hallan en museos extranjeros. De hecho, una de las pinturas que se pueden contemplar, la Cabeza de un apóstol, óleo pintado presumiblemente entre 1619 y 1620, está cedida por el Museo del Prado. El otro cuadro es un retrato del sacerdote Cristóbal Suárez.
También por aquella época, pero en el lado más personal, Velázquez contraía matrimonio con Juana, hija de su maestro Francisco Pacheco, con quien tuvo dos hijas, Francisca e Ignacia. Por aquel entonces se mudaron a vivir en una casa de la calle del Potro, hoy desaparecida. Fue allí donde se cree que pintó algunas de las obras más importantes de los inicios de su carrera, como Vieja friendo huevos, El aguador o Cristo en casa de Marta y María. Cuadros, todos ellos, que, por estilo y paleta cromática, reflejaban la Sevilla del momento.
CENTRO DE INVESTIGACIÓN DIEGO VELÁZQUEZ
¿Siguiente parada? El Hospital de los Venerables (hospitalvenerables.es), un edificio barroco del siglo XVII situado en el corazón del barrio de Santa Cruz que sirvió en el pasado como residencia a sacerdotes. Su interior alberga el Centro Velázquez, una iniciativa de la Fundación Focus Abengoa, que promovió la fundación de un centro expositivo en el que estudiar con detenimiento la obra del autor a partir de la observación de diferentes cuadros de su legado.
En el centro, además, se exponen algunas de sus pinturas, como La Inmaculada, de 1617, La Imposición de la Casulla a San Ildelfonso, o la deslumbrante Santa Rufina, realizada entre los años 1629 y 1632. Tras pasar por manos y propietarios de lo más diversas, tanto dentro como fuera de nuestras fronteras, la fundación logró recuperarla en 2007 para exponerla en la ciudad del pintor.
Fue el 6 de octubre de 1623 cuando, tras un primer viaje a Madrid, y con tan solo 24 años, el rey Felipe IV lo nombró pintor de cámara y Velázquez se trasladó a la capital junto a su mujer e hijas, donde desarrolló el resto de su vida artística. Una decisión que, además de un inmenso reconocimiento profesional, le llevó a alcanzar la cima de su carrera. Con un sueldo de 20 ducados al mes, Velázquez inició una nueva etapa con un estatus económico y social mucho mayor.
PLAZA DEL DUQUE
Terminamos esta particular ruta de Velázquez en una de los enclaves más céntricos y neurálgicos de Sevilla: la plaza del Duque de la Victoria, en cuyo epicentro se alza un pedestal, aloja la escultura en bronce del pintor realizada por el artista Antonio Susillo. Allí, en un espacio que, antiguamente, formó parte del palacio del Duque de Medina Sidonia, fue colocada en 1982 como homenaje al hijo más ilustre de la ciudad.
PLAZA DE ESPAÑA
Muy cerca se hallaba precisamente el colegio jesuita de San Hermenegildo, donde se sospecha que desarrolló sus estudios en la infancia Velázquez. También la iglesia de San Miguel, donde contrajo matrimonio con su esposa Juana. Ninguno de los dos edificios continúa existiendo hoy, aunque donde sí se puede contemplar otro homenaje al artista es en la Plaza de España, proyectada por el arquitecto Aníbal González con motivo de la Exposición Iberoamericana de 1929. Su imagen se halla replicada a modo de busto en uno de los medallones que decoran las galerías de la plaza, exactamente entre los bancos de las provincias de Madrid y Málaga. Otra de las muchas referencias al genio que se pueden encontrar por Sevilla.
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Diego de Velázquez falleció en Madrid en agosto de 1660. No hay registros que atestigüen que, tras partir de Sevilla en 1623, regresara nunca más a su ciudad.