Cuando el tren Al Andalus empezó a rodar su suntuosidad se comparaba con la del Orient Express, y, aunque no era tan emocionante como el Transiberiano o tan deslumbrante como el Maharajas Express de la India, su relación calidad-precio era la mejor de todas sus bazas. Maderas nobles y paredes con delicadas marqueterías decoran los ostentosos interiores de este elegante tren que evoca la atmósfera de los grandes viajes del pasado.
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En él hacemos un recorrido de siete días por algunas de las ciudades más monumentales de Andalucía, entre colinas onduladas de olivares y las estribaciones más pedregosas de Sierra Nevada. Aunque a priori pueda parecer un calendario agotador, el ritmo tranquilo de las visitas y una restauración exquisita invitan a la paz y el sosiego, de tal manera, que incluso, una semana se hace corta.
El convoy lo componen 15 coches –coches cama, coches restaurante, salón, librería, bar, pista de baile y otros para el personal de a bordo–, algunos con una increíble hoja de servicio, como uno de los que, en otro tiempo, transportaba regularmente a la familia real inglesa entre Calais y la Costa Azul.
¿Cómo son los dormitorios?
El interior conserva los accesorios de estilo art decó originales, así como piezas de grifería, suelos de mármol y una lámpara de mesa con flecos rosas que proporciona un exquisito toque Belle Époque. La cama, de 1,5 por 2 metros, sorprendentemente cómoda, no tiene nada que envidiar a la de muchos hoteles. La habitación se completa con un armario ropero, caja fuerte, minibar, climatización y baño con ducha de hidromasaje y sauna de vapor.
SEVILLA, COMIENZA EL VIAJE
El tren espera a los viajeros en el andén 12 de la estación de Santa Justa, aunque el lugar de reunión es el hotel Alfonso XII, en el cual se hace la primera de las comidas antes de dar un paseo por la capital andaluza. Aquí se visitan a golpe de reloj la catedral, los Reales Alcázares, el barrio de Santa Cruz, la plaza de España y la Torre del Oro. Esta icónica torre morisca es, sin duda, uno de los monumentos más reconocibles de Sevilla. Con sus 36 metros de altura, domina las riberas del río Guadalquivir y es, probablemente, uno de los lugares más fotografiados de la ciudad.
DE CÁDIZ A JEREZ
Al tren Al Andalus suben 59 pasajeros, aunque puede alojar cómodamente a 80. Para muchos de ellos, este no es el primero que realizan en un tren turístico de lujo. Tras un brindis con cava, el tren se pone en marcha rumbo a Jerez de la Frontera, lugar en el que pasaremos la primera noche.
Después de un copioso desayuno tipo buffet, un autobús de apoyo recoge a los pasajeros en la estación y los acerca a Cádiz. Unas horas libres servirán para descubrir esta milenaria ciudad, la más antigua del mundo occidental, a su ritmo y embriagarse del encanto gaditano. Después el autobús recoge de nuevo a los pasajeros para llevarlos de nuevo al tren y disfrutar de un delicioso almuerzo a base de entrante de berenjena, seguido de exquisito cordero cocinado a fuego lento y pastel de chocolate de postre; todo regado con un excelente vino tinto de la tierra. Por la noche se cena en un céntrico y elegante restaurante de Jerez de la Frontera.
VINO Y CABALLOS EN JEREZ
A las ocho de la mañana una campanilla despierta a todos los viajeros, tal y como se hacía en los viajes de la edad de oro del tren. Por la mañana se visitan las bodegas Tío Pepe de González Byass (en la imagen), las más emblemáticas de Jerez. Ubicadas en el mismo casco antiguo de la ciudad, son una auténtica joya arquitectónica y referente de la tradición vinícola del siglo XIX, con sus patios andaluces, calles emparradas y espectaculares bodegas centenarias donde envejecen algunos de los mejores vinos y brandis de todo el país.
Una vez visitada la bodega, los viajeros tienen reservada en la Real Escuela Ecuestre de Jerez la exhibición Cómo Bailan los Caballos Andaluces, un auténtico ballet equino con música clásica española y vestuario a la usanza del siglo XVIII, montado sobre coreografías extraídas de la equitación tradicional.
RONDA, MORADA DE NOVELISTAS
Al borde del Tajo, Ronda es el cóctel perfecto de una ciudad con rica historia y un paisaje impresionante, también es el lugar donde nacieron las corridas de toros. Una ciudad rebosante de monumentos, jardines históricos, plazas antiguas, baños árabes, ruinas neolíticas y un espléndido casco antiguo con calles empedradas por el que deambulan los carruajes de caballos desde primera hora de la mañana. El lugar es tan hermoso, que no es de extrañar que la reina Isabel y el rey Fernando lo escogiesen como morada durante un tiempo. Y no fueron los únicos, novelistas, cineastas y escritores de la talla de George Eliot, Orson Welles o Ernest Hemingway llegaron a estas tierras en busca de inspiración.
Aunque hay otros puentes río abajo que cruzan el río Guadalevín, pintorescos a su manera, ninguno es comparable a la magnificencia del Puente Nuevo, una de las obras de ingeniería más impresionantes del siglo XVIII en Europa. Con vistas a un abismo de 120 metros, divide la parte nueva de la antigua de Ronda y obsequia a sus visitantes con impresionantes vistas hacia las crestas montañosas de las sierras de Grazalema y las Nieves.
RUMBO A CÓRDOBA
Al día siguiente, el Al Andalus prosigue su camino rumbo a Córdoba, Úbeda y Baeza, ciudades Patrimonio de la Humanidad. Por la mañana se visita la Mezquita-Catedral y el casco antiguo. Hace mil años, Córdoba era la ciudad más importante del mundo occidental y un gran centro de aprendizaje, con un millón de habitantes, calles empedradas e iluminadas por la noche, en la que se ubicaban todo tipo de comercios, negocios y talleres. Hasta aquí llegaron artesanos de Damasco y Bizancio para crear la ornamentada decoración de la gran Mezquita. Caminando por las calles adoquinadas del barrio judío, resulta gratificante descubrir sus patios adornados con flores y fuentes de azulejos, casi escondidos detrás de las paredes encaladas.
ÚBEDA, PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD
A Úbeda la definen el aceite de oliva, el oro líquido que mana en sus campos, que parecen dibujados a tiralíneas, y gran cantidad de edificios de estilo renacentista español, que la han consagrado como Patrimonio de la Humanidad. Casi todos se sitúan en el casco antiguo y muchos de ellos en la plaza Vázquez de Molina, que dicen, es una de las más bellas de España. Aquí se ubican, entre otros, la Sacra Capilla de El Salvador, de la que procede la única escultura de Miguel Ángel que se conserva en España, el palacio del Deán Ortega, hoy Parador, el ayuntamiento, la iglesia de Santa María de los Reales Alcázares y el palacio del Marqués de Mancera.
La industria alfarera es otro de los atractivos de Úbeda, personalizada en gran parte gracias al trabajo de Juan Pablo Martínez Muñoz, Tito. Su familia cuenta con seis generaciones a sus espaldas dando forma al barro con técnicas milenarias. Y conserva uno de los pocos hornos de tipo hispano-morisco que quedan todavía en uso en nuestro país.
BAEZA, JOYA DEL RENACIMIENTO
Compartiendo título de Patrimonio de la Humanidad con Úbeda, Baeza también posee un maravilloso casco antiguo, en cuyas calles y plazas se levantan casonas señoriales, iglesias y palacios que hacen de ella una de las grandes joyas del Renacimiento español. Muestra del gran esplendor de la ciudad son las plazas de Santa María, Santa Cruz y del Pópulo, en las que se sitúan sus principales monumentos: la catedral o el seminario de San Felipe Neri, en la primera; el Palacio de Jabalquinto, la antigua Universidad y la iglesia de Santa Cruz, en la segunda; así como la fuente de los Leones o el arco de Villalar, en la última.
LLEGADA A GRANADA
Durante la noche del sexto día, el tren se dirige hacia Granada, ciudad que se visita al día siguiente. En los jardines de la Alhambra, el perfume a azahar y jazmín transportar a esos días exóticos en los que estaba poblada de sultanes nazaríes. Los guías del complejo explican que el techo abovedado de la Sala de los Abencerrajes en el Palacio Nazarí (en la imagen), y su cúpula de mocárabes en forma de estrella de ocho puntas abriéndose sobre ocho trompas, estaba inspirado en el teorema de Pitágoras.
Y también que el propio Boabdil, obligado a huir de Granada después de entregar la ciudad a los Reyes Católicos, lloró cuando dejó la Alhambra y sus hermosos jardines. Cuentan que su madre, la sultana Aixa, le recriminó diciéndole: «Llora como mujer lo que no supiste defender como hombre».
Por la noche los viajeros del tren visitan el tablao flamenco de La Alboreá. Por este local del centro de la ciudad, en la calle Pan, pasan cada día, un cantaor, un guitarrista, un bailaor y una bailaora escogidos entre un elenco de prodigiosos artistas, muchos de ellos pertenecientes a reconocidas familias del barrio del Sacromonte y con una amplia trayectoria flamenca que hacen un recorrido por los distintos palos del flamenco.
MÁLAGA, PUNTO Y FINAL
En el último día, el autobús lleva a los viajeros desde Granada hasta Málaga para disfrutar de una última visita en grupo a la Alcazaba, que data del siglo XI. Erigida por imponentes murallas de roca caliza, se encuentra encaramada en el monte Gibralfaro, ofreciendo unas vistas espectaculares de gran parte de la ciudad, Sierra Nevada y el mar de Alborán. Se la conoce como la hermana pequeña de la Alhambra, gracias a su pasado nazarí. El conjunto, fusiona tanto las necesidades de defensa y como la belleza de un palacio de estilo árabe, ornamentado por una serie de patios interiores rectangulares y crujías en torno con sus jardines y estanques. Sus estancias, tal y como dicta la tradición en la arquitectura nazarí, alternan luces y sombras para conseguir esos juegos que tan bien dominaron los alarifes. Su componente militar la hace una de las obras más importantes musulmanas conservada en España. Un colofón perfecto para este increíble viaje en tren.
INFO PRÁCTICA
- El Tren Al-Andalus (renfe.com) realiza un recorrido de 7 días y 6 noches, visitando ciudades como Sevilla, Córdoba, Cádiz, Ronda, Granada y Málaga.
- Alterna las salidas desde Sevilla a Málaga y en sentido inverso.
- Su abanico de precios va desde los 4.200 a los 4.700 €, dependiendo del tipo de habitación.