Playas de postal, escenarios tropicales de la talla del Bosque Nacional El Yunque (en la imagen) y bahías luminiscentes que, como la Laguna Grande o Mosquito Bay, estallan en resplandores marcianos cuando se chapotea de noche en sus aguas a bordo de un kayak. La naturaleza manda sin contemplaciones en esta isla, hoy tan spanglish, que «descubriera» Colón en su segundo viaje y desde 1952 funciona como un Estado Libre Asociado de los Estados Unidos. A pesar de ello, nada en Puerto Rico podría entenderse sin recalar también por sus ciudades coloniales. Sobre todo, por el Viejo San Juan.
Tres aventuras insólitas en la naturaleza de Puerto Rico… y ¡con la familia!
500 años de la fundación
Recién cumplidos, nada menos que 500 años se pavonean por el corazón adoquinado de, como le dicen, la Ciudad Capital. Levantada sobre una isleta fácil de defender de ingleses y holandeses, a sus extremos siguen perfectamente en forma el Castillo de San Cristóbal, la fortificación más grande construida por los españoles en el Nuevo Mundo, y el de San Felipe del Morro, cuyos cañones derrotarían al mismísimo Francis Drake en la última incursión americana del corsario. Abiertos ambos a las visitas, sus alturas despachan unas vistas de órdago.
A todo trapo por la bahía
Repleta de canales, ensenadas y lagunas interconectadas, la bahía de San Juan es tan enorme y resguardada que Ponce de León no podría haber imaginado un lugar más apropiado para fundar la ciudad. Cada tarde, bien aprovisionados de piñas coladas y los últimos éxitos de Bad Bunny, Don Omar y demás boricuas que mantienen a Puerto Rico en primera línea del panorama internacional, se echan a sus aguas pequeños cruceros donde rumbear a la puesta de sol. Mejores sin embargo para explorar de cabo los recovecos de este estuario serán las lanchas a toda velocidad que le dejan conducir a uno mismo por la bahía empresas como East Island (eastislandpr.com) donde nos acompaña un guía en otra embarcación.
Por el Viejo San Juan
Habiéndole tomado las medidas desde el mar, ya sí es el momento de asomarse a cuanto encierra el cinturón de murallas Patrimonio de la Humanidad que antaño protegió a la villa de los ataques piratas y luego lo hizo del atropello urbanístico. Porque, dentro de ellas, la arquitectura colonial del Viejo San Juan sigue tal cual con, eso sí, sus edificios primorosamente restaurados y boutiques y terrazas aquí y allá donde sacarse el calor con cerveza Corona o unos jugos naturales de guanábana y parcha. O improvisar una picadera de bacalaítos y alcapurrias, de mofongo y piononos, que, a diferencia de en la «madre patria», no son un postre sino unos deliciosos pastelillos de plátano y carne molida.
Azul cielo, verde agua, rosa pastel… Toda una paleta de colores va adueñándose de las hileras de casitas coloniales con balconadas y patios a lo largo de la calle del Cristo, las de San Francisco, Tetuán, Fortaleza… Si al final de esta última se yergue el Palacio de Santa Catalina, residencia del gobernador de la isla, a sus espaldas aguarda la Plaza de Armas, la principal de cuantas irán aflorando por el entramado a cuadrícula del Viejo San Juan.
En el callejeo podría salir a buscarse la catedral (en la imagen) y la iglesia de San Francisco o la antiquísima de San José, abierta de nuevo al público tras casi dos décadas en restauración. También, desde el decimonónico Teatro Tapia de la Plaza Colón hasta el antiguo Cuartel de Ballajá que hoy alberga el Museo de las Américas, o el de Casa Blanca, con mobiliario de los siglos XVI al XVIII en la antaño residencia de los Ponce de León, así como el rastro que dejaron Juan Ramón Jiménez y Paul Casals en la vida cultural de la ciudad al exiliarse por estos pagos.
Despacito tour
Pero mejor no salir a buscar nada y aparcar el mapa, porque todo sale fácil al paso. Lo que no se encuentra tan a la primera es el humilde barrio de La Perla. Encajonado entre los rompientes y el exterior de la muralla, este mundo aparte, de lo más marginal del Caribe en los 80 y los 90, ha visto aterrizar un aluvión de visitantes desde que Luis Fonsi y Daddy Yankee rodaran aquí el videoclip que dio la vuelta al mundo y hasta provocó que sus vecinos orquestaran por sus empinadas calles un recorrido que, claro, bautizaron como el Despacito Tour.
Luis Fonsi desvela en una entrevista exclusiva a hola.com sus lugares favoritos de Puerto Rico
MUY PRÁCTICO
CUÁNDO IR
La mejor época para viajar a Puerto Rico va de diciembre a abril, cuando baja el calor y ya pasó la temporada de huracanes. ¡Ojo que no es un destino precisamente barato!
CÓMO LLEGAR
A diario salvo los lunes, Iberia opera vuelos directos entre Madrid y San Juan a partir de 571 € ida y vuelta, con conexiones desde el resto de sus destinos y posibilidad de reservar a mejor precio los hoteles junto a los billetes de avión.
DÓNDE DORMIR
En El Convento (en la imagen, elconvento.com), una escuela religiosa del siglo XVI que luego se convirtiera en el hogar de las carmelitas y, mucho después, en uno de los hoteles de lujo con más encanto del Viejo San Juan. También por él, el Palacio Provincial (palacioprovincial.com), un palacete de principios del XIX reciclado en alojamiento boutique.
DÓNDE COMER
Podría empezarse la mañana con un desayuno goloso en el ChocoBar Cortés (chocobarcortes.com), un coqueto café con hasta churros salpicando su carta de pecados mortales y brunch todo el día, o, también entre las calles del Viejo San Juan, el CafiCultura de la calle San Francisco y el Cuatro Sombras (cuatrosombras.com), donde el café procede de sus propias haciendas. Tras un cóctel en La Factoría (lafactoriapr.com) –el bar que aparece en el videoclip de Despacito–, serán palabras mayores los sabores tradicionales de La Mallorquina (sevenrooms.com/reservations/lamallorquina), el restaurante más antiguo de Puerto Rico o, con un punto más innovador y fuera ya de la ciudad colonial, desde los quioscos gastronómicos de Lote 23 (lote23.com), en el marchosísimo barrio de Santurce, cuando cae la noche; el tributo a la caña de azúcar y el ron en las carnes y pescados a la parrilla ¡y los cócteles! de La Central by Mario Pagán (distritot-mobile.com) o la cocina de nivel del Santaella (josesantaella.com), con uno de los chefs más famosos de Puerto Rico a los fogones y un ambiente de lo más cool.