Una bodega, una antigua abadía del siglo XII, una finca histórica, un terruño único. Todo ello confluye en este lugar a las afueras del pueblo de Sardón de Duero, a 30 kilómetros de Valladolid y en medio de un entorno de 700 hectáreas de viñedos en pleno corazón de la Ribera del Duero. Abadía Retuerta es un exclusivo hotel donde las estrellas se quedan cortas, porque lo que cuentan son las experiencias que se viven. Todo en él es excepcional, comenzando por la arquitectura románica del propio edificio, el antiguo monasterio de Santa María de Retuerta, que ha sido recuperada al detalle, conservando la esencia y actualizando el contenido.
LAS CELDAS DE LOS MONJES
Las antiguas celdas monásticas son hoy las espaciosas y elegantes habitaciones, con suelos de madera de roble, muebles a medida, baños de mosaico de piedra, duchas y bañeras separadas y vistas al mar de viñedos. Como detalles, vino de bienvenida y minibar gratuito. Y, El claustro cisterciense por el que paseaban los monjes, una terraza al aire libre llena de historia donde se disfruta de los desayunos y cenas de LeDomaine. Y el refectorio, el magnífico restaurante. Todo en él está medido al detalle, su gran valor es el silencio y la calma que se respira en todas sus estancias. También el servicio, los detalles, la atención. No hay ostentación, el lujo es discreto y relajado.
INMERSIÓN ENOLÓGICA
El origen de Abadía Retuerta LeDomaine es la bodega, con más de 30 años de historia y reconocida con la máxima distinción: la Denominación de Origen Protegida Vinos de Pago. Por eso, en este entorno muchas de las experiencias que se proponen están relacionadas con el vino. Lo primero es descubrir esta finca histórica para conocer un terruño único y una tradición conservada en el tiempo. El circuito se realiza en todoterreno y continúa después con una visita a la sala de elaboración, a la de barricas y una cata comentada de vinos de distintas variedades nacionales e internacionales plantadas en la finca que expresan la personalidad de cada uno de sus pagos. La inmersión también puede incluir un alto en el camino para degustar un aperitivo campero con productos de la tierra o una parada en el huerto orgánico.
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COCINA DE CERCANÍA CON ESTRELLA
En un hotel como LeDomaine, el apartado gastronómico está a la altura. Una cocina de cercanía que es todo un derroche de vanguardia y creatividad y dirige con maestría el chef Marc Segarra. El mejor lugar para disfrutar de ella es el restaurante Refectorio, avalado por una estrella Michelin, dos soles Repsol y una estrella Verde, ubicado en el mismo lugar en el que los monjes se reunían para comer. El producto local, de la huerta y de la temporada reina en sus tres menús (135-175 €), que reflejan esa propuesta próxima al entorno: paté de lechazo, ravioli de langostinos de Medina del Campo, espárragos blancos de Tudela de Duero... Y el vino de la finca, cómo no, hace de elemento vertebrador e inspiración.
Pero el hotel cuenta con otros tres espacios gastronómicos: Calicata Terroir Bar –con un Solete Repsol–, un winebar entre viñedos, la Vinoteca y la terraza ubicada en el jardín del claustro. La novedad esta temporada es la terraza del Jardín de Hospedería, donde disfrutar, a partir de julio, de las noches de verano a luz de las estrellas y de cócteles de autor.
MOMENTOS DE BIENESTAR
El silencio, la tranquilidad y la paz son común denominador en todas las estancias del hotel, pero cuando llega la hora de relajarse con mayúsculas el spa es un santuario. Su nombre lo deja claro. Más de 1000 m2 de las antiguas caballerizas ocupa este espacio de bienestar, belleza y relajación rebosante de luz natural donde el agua, extraída de un pozo, se purifica para conseguir una calidad similar a la mineral natural. Entre sus históricos muros, piscina interior, todo tipo de tratamientos y rituales y la figura del spa sommelier, un acompañante que aconseja a los huéspedes, diseña experiencias según sus necesidades y los guía en una cata de vinos y aceites a ciegas.
TIEMPO DE YOGA
Y un entorno como el de Abadía Retuerta LeDomaine se presta para experiencias como el yoga, que aquí se realiza entre viñedos. Una actividad más suave o más dinámica, según el nivel y las necesidades físicas de cada cliente y sus preferencias, que incluye prácticas como el yoga nidra y el pranayama. Las clases se reciben al aire libre, en una magnífica sala de yoga o en la piscina climatizada, donde se imparte Water Yoga, una propuesta que combina esta disciplina con el mindfulness y la relajación.
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ARTE CON MAYÚSCULAS
Un paseo por Abadía Retuerta LeDomaine es un viaje a través de la arquitectura, desde el románico de la construcción monacal a la vanguardia del hotel. Una visita privada y exclusiva descubre la colección de arte que encierra este espacio único, firmada por artistas como Joan Miró, Eduardo Chillida, Palma el Joven, Guardi, Pannini o el artista alemán Rückriem, cuyas esculturas contemporáneas adornan el jardín. En cada rincón se ven tapices franceses, bargueños españoles…, una buena muestra de su legado artístico e histórico.
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BAÑOS DE BOSQUE
Shinrin-yoku o baños de bosque es una tendencia con cada vez más adeptos alrededor del mundo. Nació en Japón y consiste en una práctica para despertar los cinco sentidos basada en la reconexión entre el ser humano y el mundo natural, la cual genera una inmediata sensación de armonía. La naturaleza que enmarca el hotel se presta para esta experiencia. La actividad comienza con un paseo consciente entre los viñedos y los bosques de la finca, situada junto al río Duero, y continúa con movimientos para estirar el cuerpo y liberar tensiones, una inmersión profunda a través de la vista, el olfato, el oído y el tacto y un momento de introspección para tomar conciencia de las sensaciones y emociones vividas. Como guinda, los huéspedes disfrutan de un picoteo saludable practicando la atención plena.
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DE APICULTOR A RECOLECTOR DE LAVANDA
En torno a la naturaleza, muchas otras experiencias para vivir desde Abadía Retuerta LeDomaine, desde un pícnic en bicicleta eléctrica a un paseo a caballo entre los viñedos o un vuelo en globo aerostático al amanecer para disfrutar a vista de pájaro del paisaje castellano. También en esta época proponen otras actividades tan singulares como recolectar lavanda por los caminos de la finca, sentirse un agricultor en el huerto orgánico o conocer todos los secretos del mundo apícola –desde el cuidado de los colmenares a la producción de la miel– de la mano de un apicultor.