TAZONES
En la costa de Villaviciosa, a 50 kilómetros de Oviedo y a media hora de Gijón, Tazones es una villa marinera minúscula, pero de postal: arrimada al mar, encajada entre dos salientes rocosos y rodeada del inconfundible verde asturiano. Por cosas del destino, fue este el lugar en el que, en 1517, el joven Carlos I y futuro monarca pisó por primera vez, con 17 años, suelo español. Con aquel recuerdo presente se desciende hoy por las empinadas calles de los barrios de San Roque y San Miguel, entre casitas de pescadores y hórreos.
El paseo va a parar al puerto, con sus restaurantes y terrazas que invita a probar los productos frescos del mar. La playa queda ahí mismo, y el faro, también muy próximo; entre uno y otro, infinidad de ictinas en las paredes verticales de los acantilados, las primeras de las numerosas huellas que encontraremos en este tramo de costa que parecía agradar mucho a los dinosaurios hace unos 150 millones de años. Próximas están, por ejemplo, las que se ven en la playa de Merón, entre las parroquias de Argüero y Careñes.
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LA RÍA DE VILLAVICIOSA
El ancho estuario que forma la desembocadura del río Valdediós en el Cantábrico interrumpe el recorrido por la costa y obliga a rodear esa valiosa reserva natural de interés ecológico que es la ría de Villaviciosa. En bajamar, se pueden hacer numerosas caminatas por el entorno, pero para conocer más en profundidad este espacio, resulta recomendable pasar por su centro de interpretación situado en la aldea de Llames y avistar, desde el observatorio, la importante avifauna que habita en ella (naturalezadeasturias.es/espacios. Acceso gratuito).
PALACIOS Y SIDRA EN VILLAVICIOSA
Al volante 5 kilómetros después, donde la ría se estrecha, espera la tranquila y señorial Villaviciosa, que fue una localidad importante, como refleja su iglesia de Santa María de la Oliva y sus notables palacios: el de los Valdés, el de los Balbín del Monte o la Casa de los Hevia, en la que Carlos V se alojó cuando desembarcó en estas tierras para tomar posesión de su reino. La vivienda, situada en la calle del Agua, se puede visitar, y acoge una exposición sobre el hecho histórico, además de vestuario para la recreación del desembarco.
En la capital de la comarca de la Sidra lo que se impone es apuntarse al sidraturismo, ya sea viendo en los llagares cómo se fabrica la bebida asturiana por excelencia –la de el Gaitero es la más famosa–, visitando una pumarada (plantación de manzanas) o degustando en una típica sidrería un culín de sidra recién escanciada (turismovillaviciosa.es). Quien quiera saber más, a media hora, abre sus puertas el Museo de la Sidra de Nava (museodelasidra.com). En Villaviciosa está la sidrería gastronómica Lena (sidrerialena.com), capitaneada por el ovetense Jaime Uz.
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VALDEDIÓS
En el pueblo de Puelles, a 10 kilómetros de Villaviciosa, y rodeado de un bucólico entorno merece la pena acercarse a conocer el único monasterio levantado para la orden cisterciense en Asturias, un encargo de los reyes Alfonso IX de León y su esposa Berenguela de Castilla. Además del cenobio, habitado hoy por carmelitas samaritanas, también forman parte del conjunto las iglesias de Santa María la Real y San Salvador, joya del prerrománico asturiano. Durante los meses de verano, en el conocido como «Conventín» hay recitales de poesía y conciertos de órgano y música clásica. También cuenta con una hospedería y un albergue para peregrinos del Camino de Santiago (monasteriovaldedios.com).
PLAYA DE RODILES
Por la margen derecha de la ría, justo en la desembocadura, está la kilométrica playa de Rodiles, escoltada por un bosque de pinos y eucaliptos. Por su oleaje, es una de las preferidas de los surfistas, donde tienen su base las escuelas Rodiles Surf (rodilessurf.com) y Special Surf (specialsurf.com).
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CAMINO A LASTRES
Desandando la carretera, la AS-257 lleva, a la izquierda, al faro de Luces, en cuyas inmediaciones son visibles más icnitas en los estratos de arenisca de los acantilados; y a la derecha, a Lastres, otra de las villas marineras más fotogénicas de Asturias, ya en el concejo de Colunga, con su caserío colgado en la ladera de la montaña. Caminando por el laberinto de callejuelas estrechas y empedradas desde la iglesia, van surgiendo mil rincones para detenerse: casas blancas con corredores de madera, plazoletas llenas de encanto, casonas y palacios, fuentes, escaleras, capillas… hasta desembocar en el puerto, donde se asiste a la subasta del pescado en la rula.
Para los que quieren detenerse a comer Casa Eutimio (casaeutimio.com) es un referente de la cocina marinera, donde degustar pescados y mariscos llegados directamente de la lonja en una casona que también es hotel con vistas al mar.
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PLAYA DE LA GRIEGA
Desde el mirador de la ermita de San Roque se divisa el caserío, el puerto deportivo a los pies y, un poco más lejos, el perfil de la playa de la Griega, a la que hay que ir a darse un baño, pero, sobre todo, a contemplar, en el camino señalizado que la bordea, uno de los yacimientos paleontológicos de mayor interés. Las icnitas de pesados saurópodos figuran entre las mayores del mundo.
Junto a esta playa el lugar para comer fabada esVista Alegre (hotelrestaurantevistaalegre) reconocida varios años entre las mejores del mundo.
MUSEO JURÁSICO
El punto y final a este viaje en el tiempo lo pone, muy cerquita de aquí, el Museo Jurásico de Asturias (MUJA), con réplicas de dinosaurios a tamaño natural e importantes restos fósiles que ayudan a conocer con más detalle cómo eran esos dinosaurios que merodeaban por esta franja de la costa asturiana. Los que se animen, además de la exposición, puede apuntarse a talleres didácticos (museojurasicoasturias.com).
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