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Pueblos marineros del Mediterráneo con sabor a sal

Fotogénicos a más no poder, pero, además, deliciosos para pasar unos días cerca del mar.


18 de agosto de 2021 - 13:43 CEST
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PORTOFINO (ITALIA)

Uno de los puertos más chic del Mediterráneo con su hilera de casitas de colores frente a las barcas de pescadores y los yates más glamurosos. A poco menos de una hora desde Génova a esta coqueta villa marinera de la región de Liguria vienen a esconderse artistas, políticos y aristócratas de toda Europa.

Por su situación, se encuentra encajonada en un pequeño entrante entre un arbolado promontorio y el mar, no ha tenido por dónde crecer, así que simplemente no ha crecido. De hecho, desde 1935 no se ha construido aquí casa nueva alguna. Gracias a ello el pueblo no ha corrido el riesgo de estropearse siquiera un poco, y sus callejuelas conservan todo su encanto de antaño aunque aliñadas por las mejores boutiques, restaurantes y muy pocos hoteles pero de nivel, eso sí.

 

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CASTELSARDO (CERDEÑA)

El castillo dei Doria en lo alto de un promontorio defendiéndolo desde hace más de mil años y sus coloridas casas y sus callejones estrechos apiñados en un acantilado frente al golfo de Asinara. Con esta presentación no nos extraña que Castelsardo esté considerado uno de los pueblos más bonitos de Cerdeña. Pero es que, además, lo que nos toca de cerca, es que durante unos 300 años perteneció al reino de España.

 

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KYRENIA (CHIPRE)

Lo que atrae de este pequeño y tranquilo pueblo costero del norte de Chipre es su historia, que se remonta a los tiempos de la caída de Troya, pero además su simbólica fortaleza, su Torre Redonda, su coqueto casco histórico, su puerto lleno de veleros y embarcaciones de recreo y un frente costero asomado al Mediterráneo que se disfruta sentados en una de las terrazas de sus bares y restaurantes que toman asiento en él.

 

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FIROSTEFANI (SANTORINI, GRECIA)

En el norte de Santorini, la joya del archipiélago de las Cícladas, descubrimos este pequeño pueblo que, como sus vecinos Oia, Fira e Imerovigli, regalan una de las imágenes más típicas de las islas griegas, con sus casas blancas colgadas del acantilado, sus terrazas, piscinas de borde infinito, iglesias ortodoxas de cúpulas azules y sus vistas espectaculares del volcán de Santorini. Al atardecer los que saben se sitúan ante la iglesia de la Virgen María, conocida como la de las 3 campanas, para asistir al espectáculo de la puesta de sol.

 

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COLLIOURE (FRANCIA)

Mucho encanto tiene esta villa antigua, mezcla de playa y piedra. Con su castillo levantado por los templarios, el viejo puerto, el pintoresco barrio de pescadores de Moré, la playa Boramar, la iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles con su campanario medieval, sus casas de color pastel y sus callejuelas empedradas. Por todo ello este rincón de la quebrada costa Vermeille siempre fue un refugio de pintores, desde Matisse a André Derain, que descubrió aquí el color y la luz del Mediterráneo, Juan Gris, Picasso y muchos otros artistas del siglo XX. Y fue aquí también donde Machado dijo adiós para siempre.

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ROVINJ (CROACIA)

Dicen de este puerto pesquero de la península croata de Istria que no puede ser más romántico ni más pintoresco, especialmente los artistas que han pintado aquí sus rincones más bellos y luego exponen sus obras en Grisija, la llamada calle de los artistas. Su arquitectura veneciana, su armonía cromática, sus 67 kilómetros de costa, sus 14 islas, islotes, peñones y su magnífico casco antiguo de calles adoquinadas sobre un promontorio coronado por la iglesia de Santa Efumia son sus grandes valores.

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MANAROLA (ITALIA)

Podríamos elegir cualquiera de los cinco fotogénicos pueblos medievales asomados al golfo de Génova de Le Cinque Terre –Monterosso, Vernazzza, Corniglia, Riomaggiore y Manarola–, pero nos quedamos en este último que es buen ejemplo de la belleza de este rincón de la Riviera italiana, Patrimonio de la Humanidad. Encajado entre dos moles rocosas, Manarola se adorna de pintorescas callejuelas, casitas de colores posadas sobre los acantilados y senderos por los paisajes de viñas, olivares y cultivos en terraza que lo rodean.

 

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SVETI STEFAN (MONTENEGRO)

Calles adoquinadas, patios pintorescos y extraordinarias vistas al mar ofrece este antiguo pueblo de pescadores que ofrece una de las icónicas imágenes de Montenegro. Fortificado desde el siglo XV, antiguamente era un pequeño islote situado en la bahía de Villa Miločer, hoy unido a la costa por un estrecho istmo de arena. La caminata desde Sveti Stefan hasta Budva entre vegetación mediterránea y sus playas del Rey y la Reina, frente a la isla, le ha convertido en un deseado lugar de vacaciones de grandes celebridades de todo el mundo, entre ellos Novac Djokovic, que eligió este lugar para casarse.

 

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BONIFACIO (CÓRCEGA)

Un capricho rocoso esculpido por el mar, así es esta localidad de Córcega. En el alto de los majestuosos acantilados a los que se asoma, los gruesos muros de su fortificación siguen dando testimonio de las innumerables historias bélicas vividas por esta encantadora villa que primero fue pisana, después genovesa y finalmente francesa. Por si fuera poco, aquí también está la playa Petit Spérron, la que muchos dicen es una de las más bellas de la isla y hasta de Francia; pequeña, de arena fina, aguas cristalinas y un azul turquesa intenso.

 

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CASSIS (FRANCIA)

El tramo de costa que une Cassis con Marsella dibuja uno de los paisajes naturales más escarpados y abruptos del Mediterráneo. Una sucesión de blancos acantilados calcáreos que se precipitan a plomo sobre el mar, conocidos como calanques, y que dan lugar a pequeñas calas atractivas para el baño. Si no fuera suficente atractivo, Cassis es, además, uno de los pocos puertos pesqueros de la Costa Azul que conserva el mismo encanto original que en su día cautivó la imaginación de artistas como Signac o Derain. Dominado por el impresionante castillo de los Condes de les Baux, lo que hace atractivo a este pueblo son sus casas de colores, sus barcos, su paisaje de viñedos, su delicioso licor de bayas y esos estupendos vinos blancos con los que acompañar su rica gastronomía marinera.

 

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SPETSES (GRECIA)

Las islas Sarónicas, dispersas por el golfo del mismo nombre, son la opción insular más cercana a la Grecia peninsular. De ellas, la más occidental y una de las más cosmopolitas es Spetses. Dapia, que hace de capital, posee una impresionante plaza de guijarros junto al puerto donde conviven yates y pescadores, catedral, un par de iglesias y villas escalonadas que se disputan la mejor vista del Mediterráneo. Por todo ello y por sus playas, especialmente las de Brelos y Zogueria, es un destino habitual de vacaciones de la Familia Real griega.

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SIDI BOU SAID (TÚNEZ)

A solo 15 kilómetros de la capital tunecina, nadie duda de que Sidi Bou Said es uno de los pueblos más bellos del Mediterráneo. Y es que este delicioso entramado en azul y blanco que logró cautivar a artistas, poetas y músicos venidos de todos los rincones del mundo descansa sobre altos acantilados a la orilla del mar. Este panorama bicolor que después fue imitado en otros lugares, su huella bohemia, el ambiente de los pintorescos cafés donde degustar un té a la menta o con piñones y sus terrazas asomadas al mar no puede ser más mágico.

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KAS (TURQUÍA)

Este pequeño y pintoresco pueblo pesquero en la región de Antalya y en el Egeo turco, no es más que la evolución de Antifelos, uno de los primeros balnearios de la antigüedad. De aire griego, sus casas blancas cubiertas de buganvillas cuelgan de las laderas que se hunden en el mar y sus callejones con adoquines y en cuesta se agrupan en torno al puerto. Durante el paseo en busca de sus rincones más pintorescos se ven ruinas históricas licias, como la Tumba del León, y, más allá, las playas de Kaputas, Küçükçakıl…

 

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