CARTUJA DE PORTACELI
La primera cartuja fundada en tierras valencianas data de 1272 y es obra del confesor del rey Jaime I, quien elegió un paraje de Serra, en el valle de Lullán, para levantar este retiro espiritual que llegó a ser un centro de influencia político y religioso de primer orden. Rodeado de un mar de naranjos y otros frutales, dentro de sus muros se tradujo la primera Biblia al valenciano. En su interior sobresale la iglesia, los tres claustros y la pinacoteca, con cuadros de Ribalta y Alonso Cano, y adosado a ella se encuentra un acueducto gótico. Actualmente no se puede visitar.
CAÑONES DEL JÚCAR
A 100 kilómetros hacia el interior de la capital valenciana, el valle de Ayora-Cofrentes, unos de los más remotos de la región, depara una sorpresa mayúscula: los cañones de paredes de caliza cortados a pico por los que se abre paso el río Júcar en medio de un agreste paisaje. Los podemos recorrer navegando en un barco desde la presa de Cofrentes (cofrentes.es) a la de Cortes de Pallars, admirando en el camino el castillo de Chirel.
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MONTE GARBÍ
Náquera es el mejor punto de partida para conocer uno de los espacios naturales más valiosos de la Comunidad Valenciana. Tiene mucho por descubrir –las huellas del Paleolítico en la Cova Margarita, el pasado romano de Sagunto o los enclaves espirituales donde varias comunidades de cartujos encontraron un remanso de paz y retiro eremita–, pero es el monte Garbí, uno de los imprescindibles, por la panorámica que regala su excepcional mirador.
CASTILLO DE JALANCE
Jalance tiene una joya geológica: la cueva de Don Juan, por la que podemos hacer un recorrido guiado (cuevadedonjuan.es) y otra monumental, su castillo musulmán del siglo XI, que se alza en lo alto del cerro que domina la localidad. El que fuera levantado como defensa de la población en la frontera con los antiguos reinos de Castilla y Aragón – el mismo Marqués de Santillana lo definió como «inexpugnable fortaleza»–, es de planta circular y conserva gran parte de las murallas y restos de antiguas dependencias.
COVETES DE LES MOROS
A 300 metros del precioso pueblo de Bocairent encontramos, excavadas en una de las paredes del cañón que ha formado el río Clariano, estas cuevas-ventana abiertas al vacío que servían de almacén y son las más famosas de este tipo del entorno. A varias decenas de metros del suelo, para acceder a ellas era necesario usar escaleras de soga, lo que evitaba cualquier asalto. Todas las cámaras están interconectadas, por lo que la visita se convierte en una apasionante aventura en la que habrá que trepar, reptar y valernos de nuestra agilidad para avanzar.
ALBUFERETA DE ANNA
En la comarca de la Canal de Navarrés, a 15 kilómetros de Xàtixa, nos sorprende este paraje natural a 1 kilómetro del pueblo de Anna, cuyo nombre es sinónimo de nacimiento, de hecho, el sonido del agua es una constante es su casco urbano, salpicado de fuentes y lavaderos, que emergen a cada paso y han dado origen a esta laguna o albufereta. Todo gracias a varios manantiales que nacen en su fondo. Rodeada de pinos y plataneros, en el centro de la laguna emerge una isla que habitan garzas, patos y ocas, pero también hay espacios para el descanso, zonas de juegos infantiles, chiringuitos paa comer o tomar un refresco y barcas para dar un paseo por él.
EMBALSE DE BENAGÉBER
Para abastecer de agua el área metropolitana de Valencia y su fértil huerta fue construido esta impresionante obra de ingeniería hidráulica que suma a la belleza de los abundantes bosques que lo enmarcan el gran lago que forman las aguas del río Turia después de descender encajonado entre montañas. En su entorno hay un centro de vacaciones ubicado en las antiguas construcciones que ocuparon los trabajadores del embalse, numerosas pistas forestales, como la que lleva al chorro de Barchel– y actividades recreativas, como piragüismo.
PUENTES COLGANTES DE CHULILLA
Entre las rutas senderistas de la comarca de Los Serranos, la preferida por los más aventureros es la de los Pantaneros, en el entorno del pueblo de Chulilla. Discurre por el camino por el que iba a mediados del siglo XX los trabajadores de la presa de Loriguilla y lo divertido es que para seguir el río encañonado se deben cruzar ligeros puentes colgantes. El más alto se sitúa 15 metros sobre las aguas, pero este y los demás no pueden ser más seguros. Para entretenerse también está el castillo de Chulilla y el espectacular Charco Azul, que duplica como un espejo la belleza de los acantilados calizos del Alto Turia.
RINCÓN DE ADEMUZ
Este enclave siempre quiso ser valenciano, aunque esté rodeado de las tierras de Teruel y Cuenca, y tiene que ver con su historia. En su accidentado paisaje de montaña, que se dulcifica en las huertas de la vega del Turia, encontramos un buen número de joyas artísticas, como, en la localidad que le da nombre, la plaza Mayor, con sus casas con grandes balcones de madera bajo grandes aleros, la iglesia de San Pedro y San Pablo y la ermita de Nuestra Señora de la Huerta. También de interés, la villa de Castielfabib y su recinto amurallado.
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BODEGAS SUBTERRÁNEAS DE REQUENA
Requena, a menos de una hora de Valencia, tiene unas cuantas razones para una escapada, desde sus murallas árabes y todo lo que encierran intramuros, a un valioso entorno natural por el que discurre el río Cabriel. Lo más insospechado es que bajo su subsuelo se esconden decenas de cuevas subterráneas excavadas hace cientos de años por los vecinos para conservar el grano y criar sus vinos. Cada casa tiene la suya, pero algunas son visitables, como las cuevas de la Villa o la Casa del Cid, que acoge un museo del vino.