El Júcar nace en la provincia de Cuenca, pero es a su paso por Valencia cuando adquiere su máximo caudal al unirse a él las aguas del río Cabriel en el remoto y desconocido valle de Ayora-Cofrentes, en la esquina suroeste de la comunidad valenciana. Queda a 100 kilómetros de la capital y la forma más cómoda de acceder a él no es desde esta sino tomando como punto de partida Almansa, en la llanura albaceteña. Es un valle donde no se habla el valenciano –fue poblado por aragoneses– ni la paella es su especialidad (sí el gazpacho ayorino, al estilo manchego, sin embargo, pertenece al Reino de Valencia desde tiempos de Jaime I y se siente tan valencià como el que más.
Un barco turístico parte de la presa de Cofrentes, la que que regula el cauce del Júcar, y recorre la garganta de piedra por la que el río se adentra en las agrestes serranías de esta comarca. Funciona a diario en verano y durante el resto del año solo los fines de semana y se ha convertido en uno de las atracciones del valle. El paseo dura un par de horas y durante el trayecto por unas aguas que llegan a alcanzar los 75 metros de profundidad se disfruta de un paraje espectacular entre altísimas paredes de piedra caliza.
En lo alto y en una posición privilegiada se alza el castillo de Chirel, una fortaleza de cuento enclavada en un sitio imposible. El recorrido termina en la presa de Cortes de Pallars, donde uno se puede pasar el día caminando por algunos de los senderos señalizados en la sierra y retornar al punto de partida con el último barco.
AYORA, LA CAPITAL DE LA COMARCA
Tras el paseo en barco se puede visitar la capital de la comarca, Ayora, que fue un lugar importante en época medieval y todavía conserva un entramado de calles frescas y ondulantes en el barrio de los Altos y una soberbia iglesia renacentista, una de las mayores de Valencia en su estilo. Pero a esta localidad también se va a comprar miel, motor económico de la comarca, y a contemplar las pinturas rupestres del abrigo de Tortosilla, la primera muestra de arte rupestre prehistórico descubierta en la Comunidad Valenciana y en la lista del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.
Valencia, la mejor ciudad del mundo para vivir, en 10 planes como los haría un valenciano
JALANCE Y LAS VENTANAS DEL JÚCAR
Maravillosas vistas de los cañones del río y del entorno tiene Jalance, sobre todo, su fortaleza medieval y ese mirador conocido como Las Ventanas del Júcar. Otro lugar de interés de este rincón del interior valenciano es la cueva de Don Juan, donde se encontraron restos arqueológicos del Mesolítico. Se puede visitar siguiendo un recorrido guiado por su interior de 500 metros que comienza en la meseta de la Luna, sigue por el salón Gótico y el lago de los Deseos, y alcanza la sima del Infierno y la gruta del Diablo (cuevasturisticas.es/cueva-de-don-juan).
Una ruta de agua y vino que no te esperas en el interior de Valencia
DÓNDE COMER Y DORMIR EN LA ZONA
Si después de tanto paseo fluvial y subterráneo entra hambre, como buena zona serrana, aquí se come en abundancia. Lo más auténtico es el perro, sí, así se llama un embutido local similar al morcón. O la guarra, un híbrido autóctono entre la morcilla y la longaniza. En Ayora, el Restaurante 77 (restaurante77.es) ofrece platos basados en los productos de temporada. Otro buen lugar para comer es el Mesón de Pincelín (pincelin.com) de Almansa, cuya cocina respeta al pasado y se abre al futuro.
Experiencias en la Albufera, el plan perfecto en la naturaleza a 10 minutos de Valencia
Para descansar, salud y bienestar se funden en el edificio histórico del Balneario Hervideros de Cofrentes (balneario.com). Y de arquitectura moderna es el hotel Blu Hotel Puerta de Almansa (bluhotels.es), con habitaciones de decoración cálida y restaurante de cocina de mercado y tradicional.