ALTEA
Abierto a una bahía, entre el mar y la montaña y con la icónica cúpula azul y blanca de su iglesia parroquial brillando en lo alto. Visto así, es fácil quedar deslumbrado por este bonito pueblo asomado al Mediterráneo por el que tantos artistas han sentido atracción. Pequeñas y hermosas calas y playas se suceden por su litoral, plagado del mismo encanto blanco que guarda su casco antiguo, de sabor morisco, con callejuelas empinadas, coquetos restaurantes y mil panorámicas.
LAS FUENTES DE ALGAR
El río Algar nace en la sierra de Bèrnia y al pasar por Callosa d’En Sarriá, a 15 kilómetros de Altea, forma un paraje de cascadas, tolls (pozas), sotos y cañaverales que parece el paraíso terrenal, incluso mejor, más apetecible, porque en sus orillas hay restaurantes para comer paella. Un camino bien acondicionado de 1,5 kilómetros sube y baja por la orilla del río, se asoma a los saltos, alguno de más de 10 metros, y permite zambullirse en los tolls o pozas. El agua, parece increíble, pero está a 18 grados.
PALMERAL DE ELCHE
Decía Hans Christian Andersen allá por 1862 que al acercarse a Elche «ya se distinguía su valle rebosante de frutos y su inmenso palmeral, el mayor y más hermoso de Europa, el más paradisíaco de toda España». Y así es. Su paisaje urbano no se concibe sin este huerto histórico con más de 200.000 ejemplares declarado Patrimonio de la Humanidad. Hay palmeras repartidas por numerosos espacios de la ciudad, incluso un museo, pero si hay un lugar imprescindible es el Huerto del Cura, un inmenso jardín artístico que anima a un paseo entre palmeras y muchas otras plantas tropicales y mediterráneas.
RUTA DE LOS MIRADORES DE JÁVEA
La costa de Jávea es un tramo fascinante, muy diferente al del resto del litoral alicantino. Para admirarla con perspectiva, desde la base del macizo del Montgó hasta el cabo de la Nao hay 15 miradores en lugares estratégicos, a los que podemos llegar en coche y que cuentan con carteles explicativos. Más osados serán los que se animen a subir a algunos en bicicleta. El del Cap de Sant Antoni, L’Illa o Les Pesqueres son algunos de los que regalan unas vistas espectaculares.
CASTILLOS DEL VINALOPÓ
De fortaleza en fortaleza se puede seguir una ruta tranquila por el valle del Vinalopó, disfrutando de los paisajes e imaginando este hermoso territorio en aquellos tiempos en los que era frontera entre las coronas de Castilla y Aragón. El recorrido, de unos 100 kilómetros, arranca en Villena, que tiene el más grande de todos los castillos de la ruta, y sigue por Bañeres, Sax, Elda, Petrel, Novelda, Monóvar y Castalla antes de llegar a Biar, cuya fortaleza (en la imagen) sobresale por encima de su bien conservado conjunto medieval.
CALPE Y EL PEÑÓN DE IFACH
A Calpe se va a disfrutar del mar, de una playa tan extensa como Arenal-Bol, un arenal familiar con sorpresas, pues en él se ven restos de unas termas y de una factoría romana de garum. La playa está escoltada por el peñón de Ifach, protegido como parque natural, por cierto, el más pequeño de Europa. Antes o después hay que caminar por su paseo marítimo hasta la base del peñón, y, por supuesto, hacer la excursión que sube hasta su cima para contemplar la vista desde sus alturas.
PLAYA DE LA GRANADELLA
Dos barrancos densamente poblados de pinos de Alepo custodian esta pequeña ensenada de Jávea situada muy próxima al cabo de La Nao. Para bañarse es ideal por su mínimo oleaje, sus aguas transparentes y una playa de guijarros muy a tono con los escarpados contornos. Unos metros mar adentro, guarda un lecho arenoso, que cubre apenas se pone el pie en esta piscina natural, a la que se llega por un ascendente camino para disfrutar de una panorámica extraordinaria.
CASTELL DE GUADALEST
Kilómetros de playas, calas y acantilados se suceden en la comarca de la Marina Baixa, pero si miramos hacia el interior veremos, encaramado a una peña, este pequeño pueblo medieval que se ha conservado tal y como lo construyeron los musulmanes, sobre una roca escarpada a 586 metros de altitud. Con el embalse a sus pies, dos bonitos barrios (el del Castillo y el del Arrabal), numerosos museos y el espectacular entorno natural de la sierra de Aitana, todo se alía para que sea uno de los pueblos más bonitos de Alicante y hasta de España.
ISLA DE TABARCA
A apenas una hora en barco del puerto de Alicante, y accesible también desde Santa Pola, emerge en el Mediterráneo esta isla plana y alargada de perfiles resecos que es la única habitada de la Comunidad Valenciana y la primera reserva marina de España. Apenas 1800 metros de largo por 400 de ancho son las dimensiones del que fue antiguo refugio de piratas y que conserva un antiguo poblado fortificado del siglo XVIII, murallas, cisternas, la casa del Gobernador y una iglesia.
VILLAJOYOSA
No puede ser más fotogénica esta villa marinera de la Marina Baixa a la que todos llaman La Vila, sobre todo por las alegres fachadas de las casas del antiguo barrio de pescadores, pintadas de colores para que los marineros cuando regresaban después de faenar identificaran desde lejos su hogar. Más allá de su tradición pesquera, Villajoyosa atrae también por sus playas, sus casas colgantes sobre el río Amadorio, su casco antiguo y, sobre todo, por el aroma a chocolate, una tradición en la que lleva enfrascada desde nada menos que el siglo XVII. Una ruta recorre hoy sus fábricas más emblemáticas de cacao.