La historia de los judíos en España no solo se aprende en los libros, mucho mejor es seguir sus huellas en las intrincadas callejuelas, plazas y rincones de esos barrios que todavía evocan aquellos tiempos y relatan cómo fueron y cómo vivieron sus miembros en esas ciudades. Salimos en busca del legado sefardí.
SEVILLA
Una muralla rodeaba la judería sevillana, que se extendía por el barrio de Santa Cruz y San Bartolomé, cuyos restos son visibles aún. El Centro de Interpretación Judería, en la calle Ximenez Enciso, es un buen punto de partida para seguir el rastro de esta comunidad por la capital sevillana, que pasa por la iglesia de Santa María la Blanca, construida sobre una antigua sinagoga; la calle Levíes, en la que se encontraba la casa-palacio del judío Samuel Leví, tesorero del rey; el templo de San Bartolomé; el convento de Madre de Dios, la catedral o la plaza de Santa Cruz, en la que también se encontraba otra de las sinagogas de la ciudad, luego con vertida en la parroquia de Santa Cruz.
BESALÚ
Durante más de 500 años los judíos habitaron el barrio medieval que queda al lado del río Fluxà y hoy su memoria la podemos rastrear recorriendo las callejuelas y plazas de este bonito pueblo medieval de La Garrotxa. Tomando como punto de partida el icónico puente de piedra que salva las aguas del río y da acceso a la villa, iremos descubriendo el miqvé, uno de los pocos baños judíos de purificación que se conservan, auténtico tesoro del siglo XII; la antigua muralla; la Curia real, habitada por una importante familia judía, o los restos de la sinagoga. Todo ello en un laberinto medieval de trazado irregular, con arcos, escaleras, casas de piedra y plazas que guardan el encanto de aquel tiempo en el que esta plaza fuerte fue cabeza de un condado próspero y poderoso.
CÁCERES
Al sureste de la antigua ciudad amurallada se esconde la judería de Cáceres, uno de los rincones más especiales y menos conocidos de la ciudad. En realidad, son dos: el conocido como barrio de San Antonio de las Quebradas y la judería nueva, a espaldas de la plaza Mayor. Ambos con cuestas y angostas callejas, como el calleón de Don Álvaro o la calle de la Cruz (antiguamente llamada de la Judería), a las que se asoman pequeñas casas de fachadas blanqueadas y grandes chimeneas de ladrillo, otras más monumentales que le dan contraste, balcones, pequeños jardines. La antigua sinagoga (ermita de San Antonio) fue el verdadero núcleo del barrio sefardí, que tras su abandono luego pasó al palacio del Marqués de la Isla. El Olivar de la Judería y el baluarte de los Pozos son otros rincones llenos de encanto que aún guardan recuerdos del paso por Cáceres del pueblo sefardí.
CADAQUÉS
En la Costa Brava, Cadaqués es un pueblo de postal donde saben de arte y buen gusto. No hay más que derrochan las laberínticas calles del blanquísimo caserío de este encantador pueblo de la Costa Brava que, a lo largo de un paseo, permite admirar vestigios de su antigua muralla, sí, pero también de su judería, con restos de la sinagoga que desapareció en el siglo XV y el rastell, un pavimento hecho a mano con piedras extraídas de la orilla del mar que han sido modeladas por el vaivén de las olas. El caserío se abre a su bahía que, con la iglesia de Santa María despuntando como un imponente bastión defensivo, ofrece la imagen más conocida de Cadaqués.
GIRONA
El laberinto de estrechos callejones y de patios de aire medieval, las empinadas escaleras que salvar los diferentes niveles o el encanto de las tiendas del barri vell hacen de la judería de Girona un espacio fascinante que sigue manteniendo ese misterio cabalístico de otros tiempos. La Força es la calle mayor del barrio judío, uno de las mejor conservados del mundo, y a ella se abre el Museo de Historia de los Judíos, instalado sobre la que fuera última sinagoga. El paseo puede acabar recorriendo las calles de Sant Llorenç o de Manuel Cúndaro y así saborear al máximo el call judío.
CÓRDOBA
La calle Judíos transcurre en paralelo a la muralla y es el eje principal de la judería cordobesa, de inequívoco sabor por su estrechez y el encalado de sus casas. A ella se abren la sinagoga, la casa de Sefarad, el zoco y la plaza de Tiberíades, núcleo esencial de un recorrido por los rincones que guardan intacta la memoria medieval de la ciudad de las tres culturas. El mismo lugar donde donde nació un personaje de proyección universal como Maimónides y brillaron algunos de los judíos más ilustres de su tiempo.
HERVÁS
Caminar por el barrio judío de Hervás, rodeado de huertas, higueras y castaños, es seguir evocando el sabor y el aroma de aquel tiempo de convivencia entre diferentes culturas y religiones. Un excelente punto de partida para iniciar una ruta por sus estrechas y zigzagueantes calles de impronta medieval, en las que se levantan casas de arquitectura típica de adobe y entramados de madera de castaño y edificios como la Cofradía y la antigua sinagoga, es la porticada plaza de la Corredera. Pero para tener una visión de conjunto, ningún lugar mejor que la iglesia de Santa María. De eje principal hace la calle Abajo, que desemboca en el puente medieval de la Fuente Chiquita, sobre las aguas del río Ambroz, otro de los símbolos del pasado judío de esta localidad cacereña.
TOLEDO
La aljama de la capital de Sefarad fue durante buena parte de la Edad Media la gran judería de Castilla. Por su población, su pujanza económica, pero sobre todo por el prestigio de las grandes eminencias que aquí nacieron o se dieron cita. Un intrincado laberinto dividido en varios barrios que hoy nos permite entender cómo vivieron los judíos toledanos al menos durante 11 siglos. Las dos grandes sinagogas que permanecen en pie de la decena que llegó a tener, la del Tránsito –que acoge el Museo Sefardí– y la de Santa María la Blanca, son el núcleo esencial del recorrido por esta verdadera ciudad dentro de una ciudad, que ocupa el diez por ciento de la zona amurallada. Desde la plaza de San Román a la Puerta del Cambrón y siguiendo la calle Ángel, antigua calle mayor, iremos descubriendo la casa palacio de Samuel Ha-Levi, el Arquillo del Judío o la monumental San Juan de los Reyes.
PLASENCIA
Seguir la huella judía por esta ciudad extremeña es descubrir, a cada paso, una buena parte de su riqueza monumental, desde la plaza Mayor hasta las puertas de Trujillo y Berrozana. Tuvo dos juderías –la antigua, de la Mota; y la nueva, cada una con su sinagoga, ubicadas bajo el convento de Santo Domingo, hoy Parador, y el exquisito hotel Palacio Carvajal Girón. Caminando por las calles de trazado serpenteante observamos placas en el suelo que recuerdan dónde vivían familias judías, con los nombres de sus antiguos moradores. Y hasta un restaurante, Casa Juan, que propone un delicioso menú de cocina sefardí. Pero, sin duda, la joya, es el cementerio judío, al otro lado de las murallas, el lugar donde descansa los miembros de una comunidad que vivió durante tres siglos en esta ciudad y dejó en ella una huella imborrable.
RIBADAVIA
El barrio judío de esta localidad ourensana creció alrededor de la Porta Nova de la muralla, convirtiéndose muy pronto en la más poblada aljama de Galicia. Gracias a que muchos de sus habitantes se resistieron a la expulsión de finales del siglo XV ha mantenido casi intacta su fisionomía medieval. A sus largas y estrechas rúas se asoman un sinfín de casas de granito con sus bodegas y los típicos rellanos y voladizos que protegían las tiendas y talleres de los artesanos judíos. De vez en cuando se abre una plaza más amplia con pórticos y suelos enlosados como la de la Magdalena, en la que todavía se alza el edificio que albergó la sinagoga de la localidad. Imprescindible resulta una visita a La Casa de la inquisición, y al Museo Sefardí, ubicado en el pazo de los Condes de Ribadavia. También en A Tafona da Herminia, un horno especializado en dulcería sefardí que es toda una institución.
SEGOVIA
El paseo que bordea la muralla por el sur, con vistas a la sierra de Guadarrama, conocido como el Salón de Isabel II, da acceso, por el postigo del Sol, al barrio judío segoviano. La que fue sinagoga mayor es hoy iglesia del Corpus Christi; y la casa del rico hebreo Abraham Seneor, Centro Didáctico de la Judería. Como colofón a la ruta, en el restaurante El Fogón Sefardí (lacasamudejar.com) se puede degustar la exquisita gastronomía sefardí.
TUI
La comunidad judía dejó en esta ciudad gallega una valiosa herencia cultural y un importante patrimonio, en el que destaca la menorá del claustro catedralicio, testigo de la relación que existía entre la comunidad judía y la cristiana, la casa de Salomón, situada en la calle Canicouva; y los Sambenitos, encontrados hace años en el archivo de la catedral y ahora en el Museo Diocesano. Pero hay muchos otros, desde la existencia de una sinagoga junto a la muralla medieval, el cementerio junto al arrabal, la torre do Xudeu o la casa de Moisés.