MOLINA DE ARAGÓN Y EL ALTO TAJO
Un impresionante patrimonio acoge el casco antiguo de la capital del Señorío, desgranado en hasta siete iglesias, palacios renacentistas y barrocos y una arquitectura tradicional en sus viejos barrios de la judería y la morería bajo su formidable castillo-fortaleza, el más imponente de esta tierra de frontera entre Castilla y Aragón. La escapada nos llevará después a descubrir otra fortaleza, no tan monumental, pero sí de lo más televisiva, la de Zafra, en el pequeño pueblo de Campillo de Dueñas, que muchos han descubierto en la exitosa serie de Juego de Tronos. Pero Molina es también la entrada principal al Parque Natural del Alto Tajo, un singular paisaje de cañones y hoces fluviales y formaciones de rocas calizas que tiene como lugares imprescindibles: el mirador de Zaorejas, el barranco de la Hoz, junto al santuario de la Virgen de la Hoz, pueblos gancheros como Peralejos de las Truchas, la cascada de Poveda de la Sierra, la laguna de Taravilla o el puente de San Pedro.
LA VILLA DUCAL DE PASTRANA
Más que un pueblo, Pastrana es una villa ducal de calles medievales e historia abrumadora en cuyas calles resuena el nombre de dos mujeres excepcionales: la princesa de Éboli y Santa Teresa de Jesús. Si en el palacio Ducal, que domina la céntrica plaza de las Horas, permaneció encerrada hasta su muerte la princesa (en ella vemos el balcón al que se asomaba); a las afueras está el convento del Carmen, que fundara la Santa abulense. Imprescindibles también el convento de San Francisco y la plaza de los Cuatro Caños, antes de llegar a la colegiata de Nuestra Señora de la Asunción para contemplar su colección de tapices flamencos.
SIGÜENZA Y EL BARRANCO DEL RÍO DULCE
Perderse por Sigüenza es como hacer un viaje al Medievo, coronada por un castillo monumental y a sus pies un evocador pueblo de callejuelas que aquí llaman travesañas, plazuelas con soportales, una catedral llena de obras de arte, iglesias románicas, arcos y soberbios edificios de piedra que gustan a los que van en busca de conjuntos medievales auténticos. Después, es casi una obligación sentarse en uno de sus restaurantes y comer un asado, que aquí tienen fama. Y para bajar la comida, hacer la excursión por el barranco del río Dulce, donde encontraremos una sucesión de gargantas, una bonita cascada y un panorámico mirador sobre las hoces.
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ATIENZA Y EL ROMÁNICO RURAL
Con un buen catálogo de arte y en lo alto un castillo, como las villas importantes, Atienza es un lugar para desvelar sin prisas. Tiene dos grandes plazas, la de España y, unida a esta por el arco de Arrebatacapas, la bonita plaza del Trigo, con sus casas de arquitectura tradicional con soportales y la iglesia de San Juan. Para entretenerse están también sus elegantes viviendas blasonadas, sus restos de muralla y sus iglesias románicas, algunas de ellas convertidas en museos. Siguiendo la huella románica podemos ir descubriendo otras buenas muestras de este estilo en Albendiego y su ermita de Santa Coloma, en Campisábalos y en el templo parroquial de Villacadima.
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HAYEDO DE TEJERA NEGRA
Escondido en el Parque Natural de la Sierra Norte, a este bosque le sienta bien el otoño, cuando las hojas de sus árboles tornan a tonos ocres, rojizos y dorados, pero también la primavera. Es el hayedo más meridional de Europa y a él se llega desde el pueblo de Cantalojas, tras sortear las sinuosas carreteras de la sierra de Ayllón. A 2 kilómetros del centro de interpretación del hayedo, arrancan los recorridos. El principal es la senda de las Carretas, de 6,5 kilómetros y dificultad baja.
PUEBLOS DE LA ARQUITECTURA NEGRA
Desde Cogolludo, con su elegante palacio Ducal, y sin perder de vista el pico Ocejón, discurre esta ruta por el norte de la provincia que recorre este conjunto de pueblos singulares por la construcción de sus viviendas, con lajas de pizarra y piedra oscura. Tamajón es el primero, al que siguen Campillo de Ranas, Campillejo, Robleluengo, Majaelrayo, a los pies del monte, y, sobre todo, Valverde de los Arroyos, el pueblo con más encanto de la sierra. Desde este parte una senda que nos conduce, tras un paseo de treinta minutos, a las chorreras de Despeñalagua, unas soberbias cascadas que suman en tres saltos sucesivos más de 50 metros de altura.
ZORITA DE LOS CANES Y RECÓPOLIS
Con un castillo en lo alto y emplazado en una curva del río, Zorita es un pueblo de foto. Como lo es también el Parque Arqueológico de la gran ciudad visigoda de Recópolis, que queda junto a él. La inmensa ciudad que construyera Leovigildo para su hijo y futuro rey Recaredo se recorre en visita guiada (y a veces hasta teatralizada), que arranca desde su centro de interpretación. A 10 minutos de Zorita está Pastrana.
VIAJE A LA ALCARRIA
Siguiendo a Camilo José Cela en su famoso libro escrito allá por los años 50 del pasado siglo podemos ir descubriendo los paisajes alcarreños. Torija es la puerta de entrada a la comarca y su castillo, además del centro de interpretación turística de la provincia, acoge un museo dedicado al Viaje a la Alcarria. A 14 kilómetros está Brihuega, que acapara toda la atención en el mes de julio durante la floración de la lavanda, pero que en cualquier momento tiene mucho que ver: su antigua muralla, el castillo de la Piedra Bermeja, conventos, iglesias, plazas, cuevas árabes y la vista desde los jardines de la Real Fábrica de Paños, que tanta prosperidad dio a la villa. Cifuentes es la capital de la comarca, y está sobrada de manantiales, pero también presume de su castillo de Don Juan Manuel, de su plaza mayor triangular, de su sinagoga y de ser el lugar donde nació la famosa princesa de Éboli. Solo 12 kilómetros más allá está Trillo, con sus sonoras cascadas –que por algo es la puerta del Alto Tajo– y los afamados baños de Carlos III. La excursión la podemos concluir en el monasterio de Santa María de Monsalud, de Córcoles, una ruina deliciosa «rodeado de olmos y de nogueras», como describió Cela.