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avila murallas panoramica© Shutterstock

48 horas en Ávila, la ciudad amurallada

A Ávila la abraza una muralla medieval que es un libro de historia de la ciudad. Así que para conocer su pasado y también su presente nada mejor que pasar dos días entretenidos entrando y saliendo por sus nueve puertas, descubriendo lo que guarda a uno y otro lado la cuna de Santa Teresa. Entre paseo y paseo, una (o muchas) pausas para el tapeo. Esta pequeña y silenciosa ciudad de alma mística resulta perfecta para una escapada.


Actualizado 4 de marzo de 2021 - 11:38 CET

DÍA 1

MAÑANA

Ávila posee una de las murallas más antiguas, íntegras y mejor conservadas del mundo y en torno a ella se ha ido configurando su entramado urbano. Empezamos a descubrirlo en la plaza de Santa Teresa, la principal de la ciudad y la que todos los abulenses conocen como «El Grande», con sus soportales, sus terrazas, la preciosa iglesia románica de San Pedro y, justo enfrente, la puerta del Alcázar, la más monumental del conjunto amurallado, flanqueada por dos impresionantes torreones.

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Vista de la plaza de Santa Teresa desde el adarve de la muralla. Al fondo, la iglesia románica de San Pedro, con su espectacular rosetón.

Por ella o por la puerta del Peso de la Harina o de las Carnicerías accederemos a la ciudad intramuros, que guarda celosamente algunas de sus joyas monumentales. La mayor, la catedral, la primera que se construyó en España de estilo gótico, que tiene aire de fortaleza. En el exterior nos llamará la atención su cimorro empotrado en la muralla, la portada de los Apóstoles y, en la fachada principal, la inacabada torre y los enormes monstruos que la custodian. En el interior, la piedra oxidada de sus naves, el trascoro plateresco, el retablo del altar mayor y, sobre todo, el sepulcro del erudito abulense El Tostado. Y quien acceda al Museo Catedralicio podrá asombrarse con la impresionante custodia de Juan de Arfe, catalogada como una de las cinco mejores del mundo (catedralavila.es).

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En el interior de la catedral llama la atención la piedra oxidada de sus naves.

Alrededor de la catedral, el paseo por sus callejuelas adoquinadas nos va a ir descubriendo el nutrido conjunto de palacios renacentistas que se levantaron en la ciudad en el siglo XVI, su momento de mayor esplendor: el de los Serrano –hoy un activo centro cultural–, el de los Deanes –actual Museo Provincial–, la mansión de los Águila, la de los Sofraga, el palacio de los Mújica, con el torreón de los Guzmanes como emblema, que ocupa la Diputación Provincial...

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Basílica de San Vicente, el mejor testimonio de los templos románicos de la ciudad.

Por la puerta de San Vicente, enmarcada por jardines, tendremos que salir para ver el mejor ejemplo del conjunto de iglesias románicas que posee la ciudad: la basílica de San Vicente, con una galería porticada adosada sencillamente deliciosa. Intramuros encontramos otras, como la de Santo Tomé el Viejo, hoy un anexo del Museo Provincial, pero muchas más quedan fuera de la muralla y merecen una visita: San Segundo, junto al río Adaja, San Andrés, San Nicolás…

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La monumental puerta de San Vicente, frente a la basílica del mismo nombre.

De dentro afuera, de palacio en palacio y de iglesia en iglesia, podemos pasar el día entero. Pero si se va en familia, a los niños les encantará subirse al tranvía turístico (eltranvia.es, precio: 5,50 € adulto y 3,30 € menores) o a uno de los tuk tuk que, desde la plaza de San Vicente, recorren cómodamente los imprescindibles de la ciudad.

Ante lo que todo el mundo cae rendido en Ávila es a la costumbre del tapeo, ya sea a la hora del aperitivo o previo a la cena, que aquí es casi obligado, porque las tapas van incluidas en el precio y además se eligen a la carta. Las patatas revolconas son un básico en los bares capitalinos, tanto como el chuletón de raza avileña y las judías de El Barco de Ávila en la carta de los restaurantes. La calle San Segundo es buena elección para tapear, donde se encuentran locales como el Rincón del Jabugo (hsansegundo.com) o Casa Postas (casadepostas.com). Muy cerca quedan Las Cancelas (lascancelas.com), donde probar sus excelentes croquetas, o Barbacana (restaurantebarbacana.es), en la misma plaza de Santa Teresa.

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Patio del restaurante Las Cancelas, muy cerca de la catedral.
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En tapa o ración, las patatas revolconas nunca faltan en las barras ni mesas de Ávila.

Del magnífico Palacio de los Sofraga (sofragapalacio.com), un antiguo palacio intramuros decorado con mucho acierto podemos disfrutar en cualquier momento del día, ya sea a la hora de comer en su restaurante especializado en cocina de mercado, en su agradable jardín o en su gastrobar, en el que degustar desde un café a una copa con estilo.

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Gastrobar del Palacio de los Sofraga.
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Restaurante del Palacio de los Sofraga, con sus ventanales asomados a la muralla.

La lista de restaurantes donde se come bien es larga, pero si la escapada se alarga más o se repite en otra ocasión, para otros días también podemos elegir entre el más informal De Cine (restaurantedecine.com), La Bruja (la-bruja.es), La Repera (lareperaavila.es), La Lumbre (lalumbreavila.com) o Bococo (restaurantebococo.eu).

TARDE

El apartado gastronómico ha quedado bien resuelto, así que, es hora de bajar la comida y ponerse a andar. Primero callejeando por las calles comerciales que unen el Mercado Grande con el Mercado Chico, con sus típicos soportales y presidida por la fachada del ayuntamiento y la iglesia de San Juan Bautista. En el camino encontramos tres direcciones tentadoras para comprar delicatessen: Delicias del Convento, en la calle Reyes Católicos, Mantequerías Irande, en la plaza del teniente Arévalo, y La Flor de Castilla, en la plaza de José Tomé, irresistible para adquirir delicadas yemas. No lejos quedan también Chuchi Pasteles (chuchiopasteles.es), famoso por sus pasteles y pastas, y en la plaza del Ejército, detrás de la iglesia de San Pedro, La Flor Valenciana, artesanos de los helados desde 1927, casi nada.

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Vista de la plaza de la Victoria, más conocida como Mercado Chico, con el edificio del ayuntamiento en uno de sus tres lados con soportales.

La segunda caminata nos lleva a uno de los lugares de idas y vecinas habituales de los abulenses: el Paseo del Rastro, que discurre paralelo al lienzo sur de la muralla y regala vistas al valle Amblés y las sierras que rodean la ciudad. Caminando desde la plaza de Santa Teresa hasta la puerta de la Santa e incluso hasta la de San Isidro o la Malaventura –salida de la judería abulense–, se observan de cerca los cimientos rocosos sobre los que se levanta esta gran obra románica de arquitectura militar y ante la que uno se siente pequeño a la sombra de sus muros de 12 metros de altura.

Quien quiera alargar el día, el flamante Centro de Congresos y Exposiciones Lienzo Norte (lienzonorte.es/ocio-y-eventos), con espectaculares vistas, ofrece una nutrida programación de conciertos, espectáculos y representaciones teatrales. Y los más trasnochadores encontrarán ambiente nocturno en los bares de la calle San Segundo o en las calles Doctor Fleming y Avenida de Portugal.

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A cualquier hora del día o de la noche, el humilladero de los Cuatro Postes es el mejor mirador de la ciudad amurallada.

DÍA 2

MAÑANA

La mejor manera de empezar con energía la mañana es imitar a los muchos abulenses que a diario dan la vuelta a los 2,5 kilómetros de muralla por su perímetro exterior. Un agradable paseo que, con sus bajadas y subidas, no solo viene bien para mantenerse en forma, también para admirar con detalle este cinturón pétreo que rodea desde el siglo XI la ciudad vieja, la misma que la Unesco ha incluido en su lista de Patrimonio Mundial, junto a las iglesias románicas abulenses.

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Buena parte de la muralla se puede recorrer por el adarve.

Algo más corto (1700 metros), pero con más perspectiva, es el paseo por el adarve de la muralla, que permite asomarse a muchos de sus 87 torreones y 2500 almenas y cuyo acceso se realiza por la Casa de las Carnicerías (entrada: 5 € adultos y 3,5 niños).

La mañana se va animando y es momento para seguir la ruta Teresiana por numerosos rincones de la ciudad. El itinerario arranca en el convento de Santa Teresa, levantado sobre su casa natal, y sigue en el museo que lleva su nombre, la iglesia de San Juan Bautista, donde fue bautizada, el monasterio de Gracia, el de San José o las Madres, el Centro de la Mística y, ya algo más alejados, el monasterio de la Encarnación y el humilladero de los Cuatro Postes.

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Iglesia de Santa Teresa.

TARDE

A un paso de los Cuatro Postes, que regala a cualquier hora del día las mejores vistas de la ciudad medieval, está El Almacén (restauranteelalmacen.com), referente en la ciudad por su cocina creativa, que se disfruta en un bonito comedor frente a la muralla.

Para acabar el día nos reservamos la visita al Real Monasterio de Santo Tomás (monasteriosantotomas.com. Entrada: 4 €, incluido audioguía). Algo alejado del centro histórico, el que fuera palacio de verano de los Reyes Católicos, sede de la Inquisición y también universidad, cuenta con tres magníficos claustros, un valioso retablo realizado por Pedro Berruguete y el sepulcro del príncipe Don Juan, único hijo varón de Isabel y Fernando de Castilla. En el claustro de los Reyes podemos ver un museo de arte oriental de gran riqueza, formado por las aportaciones de los misioneros dominicos en Oriente, y otro de ciencias naturales. Un plan difícilmente mejorable para despedirse de esta pequeña ciudad-joya Patrimonio de la Humanidad.

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Claustro del Real Monasterio de Santo Tomás, el que fuera palacio de los Reyes Católicos.

GUÍA PRÁCTICA

DÓNDE DORMIR

El antiguo palacio de Piedras Albas acoge el Parador de Ávila (parador.es), de interior intimista y acogedor. Cuenta con habitaciones con dosel y jardín con restos arqueológicos. Frente a la catedral, en otro monumental edificio del siglo XVI está el Palacio de los Velada (hotelpalaciodelosvelada.com), organizado en torno a un soberbio claustro renacentista porticado y con un esbelto torreón.

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El bellísimo y porticado claustro renacentista del Palacio de los Velada.

Y próximo también al templo catedralicio, El Encanto (hotelelencanto.es), un pequeño hotel boutique de 16 habitaciones llenas de detalles y un gastro espacio moderno y elegante. Un auténtico lujo es dormir en La Casa del Presidente (fontecruzhoteles.com), la que fuera residencia de Adolfo Suárez, un lugar con historia próximo a la iglesia de La Santa y con su jardín enmarcado por la muralla.

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Habitación del hotel-boutique El Encanto, que también acoge un gastro espacio moderno y elegante.

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