DUBROVNIK
Recorrer el casco histórico de esta ciudad medieval croata Patrimonio de la Humanidad es como viajar en el tiempo. Abierta al Adriático y amurallada, se adorna de palacios, cúpulas, conventos y callejuelas llenas de encanto. Es tanta su magia que en ella se han rodado algunas de las mejores escenas de la serie de Juego de Tronos. Para paladearla como se merece hay que llegar, si es posible, por mar, bañarse en sus playas de aguas cristalinas y visitar la isla de Lokrum, pura naturaleza flotando frente a su costa.
BRASOV
En Transilvania y rodeada por las montañas de los Cárpatos, la que probablemente sea la ciudad más bonita de Rumanía es una excursión perfecta desde Bucarest, que queda a tres horas. Su símbolo es la Biseirca Neagra, una de las grandes catedrales góticas del Este, y el corazón de la ciudad vieja, la plaza de Sfatului, la más monumental y la más animada. Para entretenerse también la strada Republicii, la calle más comercial de Brasov, los restos de murallas que todavía son visibles en ella y la experiencia de subir en teleférico al monte Tampa.
BUDAPEST
A los pies de la colina donde se alza el castillo de la capital húngara y la vieja ciudad medieval de Buda se extiende otra ciudad, Pest, el ensanche de la gran urbe que surgió cuando se convirtió en la segunda capital de un gran imperio. Una y otra forman hoy un conjunto inseparable que rebosa vitalidad y podemos explorar de mil maneras: a pie, en tranvía, en bici o desde un barco. Para quedarnos con el mejor recuerdo: las vistas del monte Gellért, con el grandioso edificio del Parlamento reflejándose en las aguas del Danubio; un paseo por Váci utca, la arteria urbana más vital, o las más distinguidas de San István körút y Andrássy, con sus avenidas y mansiones señoriales rebosantes de arte; sus centros termales; la basílica de San Esteban o la frondosa isla Margarita.
No te pierdas estas excursiones de un día desde Budapest, no te quedes solo en la ciudad.
CRACOVIA
La antigua capital de Polonia es, junto con Quito, la primera ciudad en el mundo declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad, en 1978. Un título que vino a augurar el potencial de este cúmulo de magnífico patrimonio, aderezado con ambiente juvenil. Hoy esta urbe moderna, dinámica y cosmopolita es la más visitada del país, y para muchos, también la más bonita. La gigantesca plaza del Mercado, la más grande de la Europa medieval, es el centro de su ruta monumental.
PRAGA
Un aire medieval envuelve a la capital de la República Checa, partida en dos por el río Moldava y desgajada en cinco barrios históricos. La Ciudad Dorada o la de las Cien Torres sabe encandilar con su inventario de callejas y plazas adornadas de iglesias, cúpulas y palacios, por algo es Patrimonio de la Humanidad. La catedral San Vito, el castillo, el puente Carlos, la iglesia de Nuestra Señora del Týn o el callejón de Oro son algunos sus encantos, sin olvidar el Reloj Astronómico, famoso en todo el mundo.
LIUBLIANA
La capital eslovena se debate entre su espíritu mediterráneo y su corazón germánico, entre su ritmo de pequeño pueblo y su efervescencia cultural propia de una metrópoli cosmopolita. Una ciudad amable, dinámica y con una conciencia ecológica –hace unos años fue Capital Verde Europea–. En Liubliana, que tiene en el arquitecto Joze Plecnik su particular Gaudí, hay que recorrer las calles empedradas del casco viejo desde la plaza Presernov, junto al icónico Puente Triple. También emprender un paseo a la vera del río Liublianica, que fluye por el corazón de la urbe. Y subir al castillo medieval para obtener una bonita panorámica, curiosear por el mercado central y, sobre todo, contagiarse del ambiente cool de sus restaurantes, tiendas de diseño y bares de moda.
RIGA
Ni muy grande ni muy pequeña. A medida del hombre parece haber sido creada la capital de Letonia, con estrechas y empedradas calles, frondosos parques, barrios con coquetas casas de madera y un encantador centro histórico llamado Vecriga. Además de Patrimonio de la Humanidad, Riga es también capital del Art Nouveau, con una apabullante colección de edificios modernistas a cada cual más bello.
TALLIN
Un verdadero museo al aire libre y una curiosa mezcla de culturas, así es la capital de Estonia. Lo tiene todo para ser encantadora, especialmente la ciudad medieval, en la lista de la Unesco, con pintorescas casas y mágicas callejuelas, un flamante castillo, templos, palacios y una gran plaza mayor, que en otro tiempo fue mercado, llena de cafés y restaurantes. Para disfrutar al aire libre están los lagos y bosques que la rodean.
SAN PETERSBURGO
Moscú no siempre fue la capital de Rusia, durante doscientos años lo fue esta hermosa ciudad portuaria que atesora historia y encandila por su entramado de islas entre canales adornadas de templos ortodoxos y fachadas barrocas, neoclásicas o renacentistas. Para tomarle el pulso hay que dar un paseo por la legendaria Nevski Prospekt, la Avenida Nevski; hacer un crucero por el Neva y visitar el Hermitage, integrado por el Palacio de Invierno de los zares y otros edificios anexos.
VILNA
La capital de Lituania es pequeña pero encantadora, con un casco antiguo, declarado Patrimonio de la Humanidad y un barrio de artistas, Uzupis, ¡que se ha declarado república! Entre sus puntos fuertes, la catedral basílica de San Estanislao y San Ladislao, el ambiente universitario de sus calles y bares, el jardín de los Bernardinos, el Museo de la KGB –el más visitado de la ciudad– y, tomando distancia, las vistas de la ciudad que ofrece el castillo de Gediminas.