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pueblos marineros pequenos esoana© Shutterstock

Pequeños pueblos costeros (que no te sonarán tanto) para disfrutar este verano del mar


5 de junio de 2020 - 18:23 CEST
catoira pontevedra© Shutterstock

CATOIRA (PONTEVEDRA)

Que este pueblo fuera, durante siglos, una de las fortalezas defensivas más inexpugnables de Galicia, resistiendo los ataques de los ejércitos normandos y los piratas sarracenos es un capítulo importante de su historia que todavía se rememora en Catoira durante la celebración de su romería vikinga, una fiesta de interés turístico internacional. Pero más allá de su conjunto fortificado de las Torres del Oeste, está su ubicación, a 37 kilómetros de Santiago de Compostela y en el lugar en el que se unen la desembocadura del río Ulla y la ría de Arousa, y su entorno natural, un paisaje salpicado de molinos de viento y formado por bosques espesos, marismas y playas fluviales.

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BINIBECA VELL (MENORCA)

Que fuera levantado entre finales de los años 60 y principios de los 70 hacen de Binibeca Vell uno de los pueblos más «jóvenes» de nuestro país. Un lugar encantador, de casas blancas y estrechos callejones, diseñado a modo de laberinto, por el que perderse por sus rincones sin orden.

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TAZONES (ASTURIAS)

El único puerto asturiano con carácter imperial queda próximo a la ría de Villaviciosa. Y lo es porque fue el primero que conoció el emperador Carlos V en su primer viaje a la península. El recóndito y amable pueblo que antaño cautivó el corazón de un joven emperador, hoy conquista por sus antiguas y coloristas casitas de pescadores, sus hórreos, sus rincones tan singulares como el de la casa de las conchas y el animado ambiente de sus restaurantes y terrazas, donde sentarse a comer los manjares del Cantábrico.

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PUERTO DE LAS NIEVES (GRAN CANARIA)

La naturaleza más vigorosa se ha confabulado en el litoral occidental de la costa gran canaria, junto donde está esta pintoresca villa marinera en la que no hay que perderse el político de la ermita de la Virgen de las Nieves, una joya del arte flamenco, el molino de viento y el baño en las piscinas volcánicas de las Salinas. Nada más salir del puerto espera Agaete pueblo.

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LEKEITIO (BIZKAIA)

Lekeitio es lugar de paseos junto al mar, como el que lleva hasta el faro de la Tala para ver cómo se enrabieta el Cantábrico al chocar contra el rompeolas de Amandarri. Y, mejor en bajamar, el que se dirige a la isla de Garraitz o San Nicolás (en la imagen), cuando emerge el espigón que la une a la playa de Isuntza. Entre paseo y paseo, podemos visitar la enorme basílica de Santa María de la Asunción, con un retablo que es también de los mayores de España.

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TABARCA (ALICANTE)

Unas aguas transparentes azul verdosas rodean esta isla plana y alargada de perfiles resecos y sus islotes satélites que emerge en el Mediterráneo. Un barco la une con el puerto de Alicante o con Santa Pola en solo una hora. Son 1800 m de largo por apenas 400 de ancho los que tiene este antiguo refugio de piratas en el que se conserva un antiguo poblado fortificado del siglo XVIII, murallas, cisternas, la casa del Gobernador y una iglesia El peñón está declarado Reserva Marina por la belleza y valor ecológico de sus fondos.

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AGUA AMARGA (ALMERÍA)

Si hay un pueblo deseado en la costa almeriense es Agua Amarga, con sus casitas blancas con fachadas perfumadas de bungavillas, sus hoteles-cortijo, sus tiendecitas, sus empresas de buceo y otras delicadezas que hubieran resultado incomprensibles para los cuatro pescadores que vivían antaño en esta antigua aldea dedicada a la almadrada. De todo eso hoy quedan unas cuantas calles y costanillas bien conservadas en el centro y las barcas varadas en la playa del pueblo.

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SA TUNA (GIRONA)

Uno de los placeres más sugerentes de conducir por las sinuosas carreteras costeras que recorren el abrupto litoral de la Costa Brava es descubrir las calas más inaccesibles y prístinas de su accidentada fisonomía, esencia del Baix Empordà. Algunos de esos rincones que merece la pena resguardar se desparraman en el entorno del cabo de Begur, como Sa Tuna, con su pintoresco aire de pueblo pescador. A su alrededor, casitas blancas con portales de color, las barcas varadas, las terrazas y el camino de ronda para explorar por lo alto.

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CARIÑO (A CORUÑA)

Entre el cabo Ortegal y el de Estaca de Bares se abre la sinuosa ría de Ortigueira, salpicada de agrestes paisajes y coronada por la sierra de A Capelada. Es aquí donde descubrimos este pueblo que gusta por su nombre, pero también por su animado puerto pesquero, su viejo caserío apiñado junto a él, sus conservas y percebes, pero además por la playa de Basteira y las que abrazan la península de Figueiroa.

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O VICEDO (LUGO)

A la punta Socastro, que es un saliente que se adentra en el Cantábrico y marca el extremo oeste de la ría de Viveiro, todo el mundo lo conoce por un curioso nombre: O Fuciño do Porco, es decir hocico de cerdo. Un mirador natural sobre la playa de Pereira, en la Mariña lucense, al que se llega por una espectacular y larguísima pasarela de madera sobre los acantilados. Es uno de los atractivos de esta localidad, pero no el único, porque también está su cinematográfico arenal de San Román, el de Arealonga, la isla de San Martiño, los paseos con vistas frente al Cantábrico…