Pocas comunidades judías establecidas en Al-Andalus alcanzaron tanta fama como Lucena, cuyo esplendor cultural se puede comparar al que alcanzaron Córdoba y Granada durante el Califato y los reinos de taifas. Seguimos su rastro por esta ciudad a 70 kilómetros de la capital que llegó a estar casi exclusivamente habitada por judíos y que albergó la escuela talmúdica más importante de España. La huella del paso por ella de algunos de los hombres más sabios de Sefarad sigue presente.
LA NECRÓPOLIS JUDÍA
Todo cambió en Lucena cuando se descubrió, a las afueras del pueblo, la herencia más importante de Eliossana: su cementerio judío, el más antiguo documentado en Sefard. Las 412 tumbas excavadas en él guardan la memoria de la comunidad hebrea que aquí habitó en época medieval, mientras que un muro recrea el Muro de las Lamentaciones de Jerusalén.
EL CASTILLO DEL MORAL
Desde el paseo de ronda de esta antigua fortaleza medieval del siglo XI, una importante plaza fuerte cercana a la frontera con Granada, se admira una vista impresionante de su entorno olivarero. Pero entre sus muros no solo se aprende que Boabdil, el último de los sultanes nazaríes estuvo cautivo en su torre del homenaje, en su Museo Arqueológico y Etnológico también se puede conocer su historia desde tiempos prehistóricos a la época más gloriosa de la ciudad judía.
PASEO POR LA JUDERÍA
En Lucena se impone un paseo siguiendo el rastro de la que fue una de las juderías más importantes de España. Casas, sinagogas y escuela talmúdicas se desarrollaban intramuros, delimitados por las que hoy son la calles Plaza Alta y Baja, Canalejas, Las Torres y las Tiendas. A través de la calle de Flores de Negrón se accede a uno de sus barrios más populares, el de Santiago, donde está la iglesia del mismo nombre. En el paseo también se descubre el estilo barroco cordobés, que alcanza su máxima expresión en la imponente capilla del sagrario de la iglesia de Santa Mateo, en la plaza Nueva, donde antiguamente se levantaba la antigua sinagoga y luego mezquita de la ciudad.
EL PALACIO DE LOS CONDES DE SANTA ANA
Atraídas por la fama que tuvo la ciudad en tiempos pasados y la añoranza de morar en la tierra de sus antepasados, muchas familias de origen judeoconverso se establecieron en Lucena. Los Mora-Saavedra fueron una de ellas, quienes levantaron en el siglo XVII el que es uno de los palacios más sobresalientes de la ciudad. Su fachada, sus dos patios y su bella escalera coronada por una bóveda dan testimonio de su arte. En su interior, actualmente, el Centro de Interpretación de la Ciudad y la oficina de turismo. También digno de admirar es el palacio de los Condes de Hust.
PLATOS DE LAS TRES CULTURAS
Pero para descubrir la herencia judía de la ciudad también hay que probar su gastronomía, que guarda el sabor de la tradición culinaria de los judíos andalusíes y el mejor lugar para ello es el restaurante Tres Culturas (restaurantelastresculturas.com). Sus platos de fusión maridan con los vinos de la zona, que forman parte de la Denominación de Origen Montilla-Moriles.
DULCES SEFARDÍES
Pero fama también tiene la repostería sefardí y para degustar algunos de estos dulces hay que pasar por la calle El Peso o de Juan Blázquez, donde desde hace más de cien años está la confitería Cañadas, que ha incluido entre sus especialidades delicias como las orejas de Amán, las estrellas de Sefarad, las tanferinas, los egipcios o los besitos de nuez.
UNA VISITA CON ANFITRIÓN
Aunque la huella judía se puede rastrear por libre, más didáctica es la visita que propone Tu historia (tuhistoria.org), que además de hacer un recorrido por el patrimonio cultural lucentino proponen una experiencia más completa que puede incluir degustación de repostería sefardí o un pequeño concierto de música judía a cargo del coro de cámara Elí Hoshaná.