TEHERÁN, LA CAPITAL
Con ocho millones y medio de habitantes, Teherán se encuentra en una meseta del norte de Irán rodeada de los montes Alborz. Durante el invierno, la posibilidad de contemplar desde la misma ciudad sus picos nevados en el horizonte, regala una de esas estampas difíciles de olvidar.
Teherán es una ciudad moderna, cosmopolita y viva. Aquí el ajetreo se percibe desde bien temprano, y el lugar clave para tomarle el pulso a la ciudad está claro: su bazar, el más grande del mundo. Sorteando grandes carretas empujadas por vendedores entre los cientos y estrechos pasadizos cubiertos del zoco, aquí lo difícil será no dejarse llevar por el género expuesto en los tenderetes. Alfombras persas, ropa a medida, especias, ropa… ¿cabrá todo en nuestra maleta?
Un lugar perfecto para descansar del tumulto del bazar será el vecino Palacio de Golestán, claro ejemplo de la edad de oro iraní. Los azulejos que decoran las fachadas de los diferentes edificios son auténticas obras de arte. Escenas de la naturaleza, de la vida cotidiana o, por qué no, flores, músicos e incluso animales, protagonizan las paredes exteriores, mientras que enormes lámparas de araña y ostentosos muebles lo hacen en el interior (el Palacio de las Flores y su edificio Captaviento merecen, sin duda alguna, una visita).
Un atardecer desde el mirador de la Torre Milad, a 435 metros de altura, será imprescindible para completar una visita a la capital iraní.