Fue aquella madrugada fría del 24 de diciembre de 1818. Al concluir la misa del Gallo, dos hombres entonaron esta melodía desde una adormilada población austriaca del estado de Salzburgo. Hoy, doscientos años después, el más famoso villancico, Patrimonio de la Humanidad, es un icono de la Navidad que resuena en todo el planeta.