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ÁMSTERDAM

A medida que pasan los años nuestros intereses cambian, también a la hora de viajar. Seas 'single', padre/madre de familia, deportista o amante de lo espiritual, aquí tienes ocho destinos perfectos para visitar en esta etapa de tu vida.

Esta ciudad conocida como la Venecia del norte es uno de esos destinos que se deben visitar al menos una vez en la vida. Por su ambiente cosmopolita y tolerante, por su preocupación por el medio ambiente, su toque ecológico y por las hermosas estampas que regala cada rincón. Museos de primera, los conocidos escaparates del Barrio Rojo y sus coffee-shops son solo algunos de sus puntos de mayor interés. Recorrer la ciudad en bici puede ser una bonita y práctica forma de descubrir a fondo sus calles, así como los canales que la cruzan.

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CATARATAS DE IGUAZÚ

Establecidas como una de las siete maravillas naturales del mundo, las Cataratas de Iguazú son un destino que debes visitar al menos una vez en la vida. Esta joya, que fue elegida Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2013, está ubicada en el Parque Nacional Iguazú entre Argentina y Brasil. 274 saltos dan forma a este increíble espectáculo en el que destaca La garganta del diablo, un salto de agua que se alza con 80 metros de caída y que te regalará unas increíbles postales para el recuerdo.

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LA TOSCANA

Es uno de esos lugares con los que uno siempre sueña en otoño por lo que tiene de bucólico: su campiña de ondulante paisaje, sus colinas de viñedos cultivadas desde hace siglos, sus pueblos aquí y allá con más encanto: Lucca, San Gimignano – un pueblo medieval encerrado entre murallas declarado Patrimonio de la Humanidad- Florencia y su sublime belleza, Siena o Pisa, sus ciudades cargadas de arte… Una escapada para los sentidos que, se disfruta aún más, si te gusta conducir y se riega con un buen vino de la tierra.

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FIORDOS NORUEGOS

Los fiordos, que parecen tranquilos lagos azules, pero son brazos alargados de los mares que se adentran protegidos por majestuosos acantilados de los que, a veces, caen hermosas cascadas, son el símbolo de la belleza de Noruega. Hay más de mil, pero los más emblemáticos están en la costa oeste y son el Nærøyfjord, el Sognefjord, el Lysefjord y el Geirangerfjord. Una de las mejores maneras de explorarlos es a bordo de un crucero. Puedes completar tu viaje deleitándote con uno de los mayores espectáculos de la naturaleza: las auroras boreales.

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NEPAL

Un destino pensado para los amantes del deporte ya que hablar de senderismo es hablar de Nepal, un país encajonado en la cordillera del Himalaya cuya geografía encierra ocho de los catorce picos más altos del mundo. Aunque es un territorio de grandes proezas, muchas de sus rutas ya están abiertas a viajeros que solo anhelan caminar por el conocido como Techo del Mundo y, de paso, descubrir la inmensa cultura de este país en sus ciudades, sus monasterios hinduistas y las estupas budistas que salpican los poblados que atraviesan los itinerarios. La mejor época para realizar este viaje es entre octubre y abril.

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COSTA OESTE DE EE. UU

Organizar un viaje en coche o moto por la ruta 66 es toda una aventura. Visitar los principales parques naturales como Yosemite o el Gran Cañón del Colorado, parar en Las Vegas, San Francisco y Los Ángeles son solo algunos de los puntos que hacen de este destino algo único y maravilloso. Para recorrerlo todo perfectamente y poder verlo y vivirlo sin prisas necesitarás al menos unos 15 días.

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CRUCERO POR EL NILO

Si ya de por si Egipto es un viaje que hay que hacer al menos una vez en la vida, qué mejor que añadirle una experiencia única, por ejemplo, la de surcar el Nilo en barco. Pocos escenarios resultan tan sorprendentes como el que va asomando a medida que se avanza por este valle de tonalidades verdes y anaranjadas: las pirámides de Giza, el complejo de Karnak, el templo de Luxor, el insólito de Kom Ombo o el de Edfú. Auténtico disfrute para los apasionados a la arqueología y a la antigua civilización egipcia.

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TOKIO

Para urbanitas, la capital de Japón es de las ciudades más desbordantes y activas de Asia, donde conviven con total normalidad el orden y el caos. Cuna de tradiciones ancestrales y hogar de excentricidades más propias de otro mundo, la capital japonesa se despliega como un caleidoscopio en el que viajar al pasado, al futuro o a otra galaxia. Por ella hay que caminar con los ojos muy abiertos, porque en medio de esta selva de rascacielos de cristal, luces fluorescentes, pantallas que emiten sonidos e imágenes sin descanso, cruces caóticos por el gentío, también hay parques, jardines y templos budistas y sintoístas, que son un auténtico remanso de paz, y hasta islas perdidas en medio del Pacífico, como las del archipiélago de las Ogasawara, que hacen de Tokio un mundo de contrastes.

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