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SAN VICENTE DE LA BARQUERA

La villa marinera, el largo puente de la Maza que cruza su ría sembrada de barquitas, el mar, el magnífico telón de fondo de los Picos de Europa que la arropan y, en el entorno, el Parque Natural de Oyambre componen la estampa más reconocible de esta imprescindible localidad de la costa cántabra.

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AGUA AMARGA

Una pequeña aldea de pescadores en pleno Parque Natural de Cabo de Gata. Una sencilla definición para un encantador y apacible pueblito donde se viene a disfrutar de la tranquilidad y, sobre todo, de su entorno, con la playa de los Muertos, la cala de Enmedio y el faro de Mesa Roldán en sus inmediaciones.

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PEÑÍSCOLA

La pequeña península de Peñíscola tenía en tiempos remotos un estrecho istmo de arena, que, cuando era cubierto de vez en cuando por el agua, se transformaba casi en una isla. Hoy este pueblo cerrado por murallas se encuentra bien anclado en tierra, como si fuera un gran navío varado en el mar. Coronado por un castillo templario que vio envejecer al célebre Papa Luna, ahora su istmo está siempre seco, invadido por restaurantes, hoteles y recintos del puerto y animado día y noche. 

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CADAQUÉS

Cadaqués es un pueblo blanquísimo. Y también azulísimo. Blanco por sus casas encaladas y azul, el del mar que lo enmarca y al que vive volcada. La combinación de ambos es un cuadro que gusta mucho a los pintores, al que se suma su esencia pesquera, las playas de su entorno y el glamour que le aportaron desde el siglo pasado veraneantes tan ilustres como Salvador Dalí. También es una parada imprescindible en el camino al cabo de Creus donde continuar la ruta hasta la casa-museo de este genial artista en Portlligat / ©  Shutterstock

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ELANTXOBE

Entre los pueblos marineros de la costa vasca, Elantxobe es de los más pintorescos, y lo es, sobre todo, porque en sus calles empedradas se levantan casas que parecen desplomarse sobre el Cantábrico. Acopladas en el peñón calcáreo de Ogoño, a 300 metros sobre el mar, a sus pies queda la playa de Laga, de las más bellas de Vizcaya y del litoral vasco y tan musical, con surfistas bailando al son de las olas, que Mariah Carey grabó en ella su videoclip Sweetheart.

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LUARCA

Con su puerto pesquero, sus impresionantes miradores, su cementerio famoso por tener unas espectaculares vistas de la costa o sus edificios de arquitectura indiana del barrio de Villar, entre los que se encuentra la antigua casa del premio Nobel Severo Ochoa, Luarca es ‘la villa blanca de la costa verde’. Para vivirla en toda su dimensión puedes entretenerte dando un paseo por su puerto, acercándote a disfrutar de las vistas desde cabo Busto y recorrer desde allí la ruta circular de 7 kilómetros aproximadamente que lleva por los acantilados del Paisaje Protegido de la Costa Occidental / © Shutterstock

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DEIÁ

Deslumbrante entre el cabo Formentor y la isla Dragonera, Deià es un pueblecito de postal y aromas ancestrales. Morada de artistas y escritores, entre sus calles con casitas de color ocre escalonadas sobre una colina costera se descubre su romántico camposanto, donde una lápida lleva escrito a mano el nombre del poeta y escritor británico Robert Graves, autor de Yo, Claudio. Pero Deià y su renombrada cala, abiertas al azul luminoso del Mediterráneo, también simbolizan la Mallorca exquisita, por donde transitan yates de escándalo y coquetos veleros. 

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MUROS

En el límite entre las Rías Baixas y Altas aparece esta villa señorial abierta al mar y construida en piedra regala la estampa gallega más típica, con rúas estrechas y serpenteantes que confluyen en pequeñas plazas, cruceiros, fuentes, casas típicas con soportales y un activo puerto pesquero donde pasarse las horas antes de regresar a casa / ©Turismo de Galicia

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