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© Age FotostockDesde que nace, en Mont-Gerbier-de-Jonc, hasta que muere en el océano Atlántico cerrando un gran estuario cerca de la ciudad de Nantes, el río Loira recorre prácticamente toda Francia de este a oeste. Cerca de sus riberas se levantan impresionantes castillos y palacios y algunos de los jardines más bellos del país, pero también pueblos históricos y pequeñas ciudades con mucho encanto, tanto que la UNESCO decidió declarar este paisaje como Patrimonio de la Humanidad. En todos merece la pena hacer parada y saborear una de las regiones más bellas de Francia.
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Una de las ciudades más visitadas en el valle del Loira utilizada como punto estratégico desde el que explorar algunos de los castillos y pueblos más bellos de este valle. La que fuera capital de Francia durante los siglos XV y XVI está llena de bonitas casas medievales con entramados de madera. Las encontramos en la plaza de Plumerau, en el centro de la ciudad, junto con las de la place du Grand Marché, la rue de la monnaie o la rue Colbert. También imprescindibles la catedral de Saint-Gatien, una obra maestra del gótico francés, la basílica de San Martín, su chateau rodeado de jardines, o el puente Wilson sobre el Loira.
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Quien llega a este pueblo del valle del Loira lo hace para conocer su abadía real, el que fuera mayor conjunto monástico de Europa y ahora un reputado centro cultural. Impresiona por sus dimensiones, pero también por su historia, que relata que Napoleón la utilizó como cárcel y que en su iglesia se encuentran las impresionantes sepulturas de la dinastía Plantagenet. La de Eleonor de Aquitania que vivió en ella sus últimos momentos yace al lado de su marido Enrique II y de su famoso hijo Ricardo Corazón de Léon.
© Getty ImagesMONTSOREAU
Ahí donde confluyen el Loira y el Viena, Montsoreau es uno de los pueblos más bonitos de Francia, auténtico y con carácter. Y así es por sus castillos sobre el agua, sus antiguas casas de marineros, calles floridas, casas de piedra blanca con cubiertas de pizarra…
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Una pequeña villa de origen medieval a orillas del río Loira que durante años fue la preferida de Francisco I, donde residía en su Castillo Real (chateau-amboise.com), y bajo cuyo reinado esta residencia alcanza su máximo esplendor. Convertido en una de las grandes joyas arquitectónicas del valle sus terrazas son un magnífico mirador que domina toda la ciudad y las orillas del río. Francisco I trae hasta Amboise al gran Leonardo da Vinci, convirtiéndose en su mecenas, quien se instalará en el cercano castillo de Clos Lucé, donde pasa los últimos años de su vida. Hoy descansa en la capilla de Saint-Hubert del Castillo Real, que este 2023 vuelve a abrir al público tras los trabajos de restauración que la han tenido cerrada durante dos años.
Un paseo por las estrechas calles medievales de Amboise nos muestra casas de arquitectura tradicional, con entramados de madera, un centro histórico de calles peatonales llenas de pequeños bares que sacan sus terrazas a la calle con el buen tiempo, la torre del reloj y algunas iglesias.
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Entre las villas más bellas de Francia está este pequeño pueblo medieval con todos los mimbres de un pueblo encantador: bonitas calles, un puente gótico que cruza las aguas del Loira y su ribera plagada de sauces, la iglesia románica, las viviendas troglodíticas y el castillo feudal en ruinas dominando el conjunto. Así es difícil no caer rendido a sus pies.
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Bañada por el río Viena y rodeada de viñedos, Chinon es una ciudad de arte y con mucha historia que descansa al amparo de su fortaleza y sus murallas. Pasea por las sinuosas callejuelas de su casco histórico y admira sus bonitas maisons à colombage, esas típicas casas con entramado de madera vista, es un placer que no hay que perderse en una ruta por pueblos bonitos de Francia.
© Age FotostockMONTRICHARD
Con sus casas antiguas y, sobre todo, su castillo, sus extensas murallas y su torreon, Montrichard es una auténtica ciudad medieval a orillas del Cher. Pasear por sus orillas o surcar sus aguas en piragua, hidropedal o en un barco tradicional es la mejor forma de contemplar la ciudad.
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Erigida sobre el valle del Indre. La real ciudad presume del bien merecido título de «Ville d’art et d’histoire» (Ciudad de Arte e Historia). Desde lo alto (muy alto) de su torreón, perfectamente conservado, las vistas son maravillosas. Quedan por visitar el Logis Royal, la Chancellerie, la torre St-Antoine y la Porte des Cordeliers.
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La historia de este pueblo es extensa y antigua: desde la Prehistoria, como demuestra la presencia de menhires y dólmenes, hasta la aparición del veraneo en los pueblos... ¿Resultado? Una arquitectura diversa y única.
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En una ruta por los castillos del Loira no puede faltar el que posee esta pequeña urbe de calles estrechas y auténticas, que tiene además como centro de sus miradas la iglesia de San Nicolás y sus numerosos anticuarios. Pero es el castillo el que acapara la mayor parte de la atención, el impresionante hogar de los reyes de Francia y de la Corte en el siglo XVI, entre cuyos muros se cuenta la historia de intrigas palaciegas más escandalosa del Loira: la del apuñalamiento, por orden del rey, del ambicioso duque de Guisa, dirigente de la Santa Alianza católica.
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En este pueblo el tiempo no existe deambulando entre sus apacibles calles mientras se descubren casas de piedra, jardines secretos al azar y se admirar las espléndidas ruinas de su castillo del siglo XV y su iglesia del XVI.
