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MACHU PICCHU

La Ciudad Perdida de los incas se alza entre barrancos, a 130 kilómetros de Cuzco, en mitad de un paraje inaccesible de los Andes peruanos. La perfección de sus construcciones, su conservación y su escenario natural, encajonada como está en la cresta de un cerro sobre el valle del río Urubamba, hacen de este yacimiento uno de los tesoros arqueológicos más valiosos del mundo y, desde luego, uno de los más místicos. /  ©Heinz Plenge-PromPerú

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PETRA

Abandonada por los nabatos, tan crecidos por su riqueza y su habilidad comercial que osaron desafiar al poder de Roma, Petra, en Jordania –Patrimonio de la Humanidad por la Unesco- aparece como una visión onírica tras cruzar a pie, en burro o a caballo, el desfiladero del Siq que protege su entrada. Sus fachadas de aires grecorromanos labradas en las rocas del desierto hacen de ella una de las ruinas más románticas.

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LA PLAZA ROJA Y EL KREMLIN

El corazón de Moscú y, por qué no, de toda Rusia queda alojado en la enormidad de su famosa plaza Roja, el antiguo mercado de la ciudad, a cuyos lados se distinguen las cúpulas de la bellíscima catedral de San Basilio o la muralla de la ciudadela del Kremlin, testigo de excepción de la historia del país.

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EL LEGADO FARAÓNICO

A las afueras del El Cairo, sobre las arenas del desierto, la necrópolis de Gizeh se adorna con las pirámides más perfectas de Kéops, Kefrén y Micerinos, construidas durante la IV dinastía del Antiguo Egipto por los Reyes que les dan su nombre. Su embrujo es el señuelo con el que comenzar a paladear el fabuloso entramado de vestigios faraónicos que el Nilo va tejiendo a lo largo de su cauce. /  © Oficina de turismo de Egipto

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NUEVA YORK

Sus calles y avenidas, trazadas a tiralíneas sobre la isla de Manhattan, parecen haberse transitado ya antes por lo mucho que se asoman en las pantallas.  Es la capital del mundo, un hormiguero donde se vive a un ritmo de vértigo y se imponen tendencias al resto del planeta. Museos, tiendas, galerías e iconos de una forma de vida única. /  © NYC & Company Communications Group

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ESTAMBUL

Sultana donde las haya, Estambul no será la capital turca, pero sin duda es la gran joya de este país bellísimo y hospitalario, amén de la única ciudad del planeta aposentada sobre dos continentes. Sus bellezas se esparcen a una y a otra orillas del Bósforo y el Cuerno de Oro, y entre su horizonte, jalonado de alminares, brillan con luz propia Santa Sofía y sus mezquitas más elegantes de Sultanahmet, Süleymaniye, Nuruosmaniye, Eyüp…

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AURORAS BOREALES

El invierno llena de brillos el cielo de la Laponia. Es el momento en el que durante las noches claras y estrelladas comienza el baile en las alturas de las auroras boreales, un fenómeno tan poderoso y único que es capaz de encender el nevado paisaje ártico. En el norte de Finlandia se contemplan haciendo senderismo con raquetas, desde una moto de nieve, practicando esquí de fondo, en un trineo de huskies e incluso desde un iglú de cristal / ©  Pepe Lucas

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TEMPLOS DE ANGKOR

Acechados por la jungla, los templos de Angkor permanecieron durante siglos ocultos entre la espesura. Hoy, incluso excavados solo en parte, este legado de la civilización jemer es una de los yacimientos arqueológicos más fabulosos del Sureste asiático, con nada menos que 400 kilómetros cuadrados por los que se esparcen los templos que entre los siglos IX y XV sus reyes de atribución divina erigieron a la medida de los dioses.

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ACRÓPOLIS

Durante el llamado Siglo de Oro de Pericles, el V a.C., Atenas se convirtió en la cuna de la civilización occidental. El teatro, la filosofía o la democracia dieron sus primeros pasos junto a la roca sagrada de la Acrópolis, el símbolo de Atenas y de toda una cultura que, desde las alturas de sus templos, observa la ciudad entera vibrar a sus pies.

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CATARATAS DE IGUAZÚ

Entre la frontera de Argentina y Brasil, el río Iguazú se desgaja en un descomunal sistema de cataratas con hasta 300 saltos que, entre islas y estruendas cortinas de agua, se desbordan estrepitosamente en esta porción de selva que divide o, según se mire, une ambos países. / © Embratur

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PARÍS

A la capital más visitada del planeta le sobran razones para enamorar: los mejores restaurantes, las tiendas más coquetas o rompedoras, su vivísimo ambiente multiétnico y una oferta cultural inabarcable, pero, sobre todo, un descomunal centro histórico deliciosamente conservado y cuajado de rincones románticos que, barrio a barrio, ha cimentado la convicción generalizada de que uno no puede irse de este mundo sin haberla callejeando antes a conciencia.

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VENECIA

Venecia es una ciudad de grandilocuencia teatral, un decorado fascinante de palacios, museos y piazzas a ras del agua que parece no tener fin. Construida sobre una laguna en el Norte del mar Adriático, en este escenario es fácil sorprenderse con la Venecia monumental, animada y dinámica que se extiende en torno al Gran canal y a la plaza de San Marcos, pero, sobre todo, con la Venecia íntima y escondida de sus pequeñas callejuelas, sus ‘campos’, iglesias y puentes, por donde pasa la vida de un lugar de soberana belleza que flora oníricamente sobre las brumas de sus pequeños canales.

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SALTO DEL ÁNGEL

El Parque Nacional de Canaima suma muchos más alicientes, pero es mundialmente famoso, sobre todo, por atesorar en su descomunal superficie el salto del Ángel, la catarata más alta del mundo, con cerca de un kilómetro de caída libre que se derrama atronadora sobre esta porción de la selva venezolana sembrada de tepuyes.

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JAPÓN

Las antiguas tradiciones se fusionan con la vida moderna en este país que cada día tiene más adeptos. Es esa mezcla de exotismo oriental combinada con la belleza de sus templos y santuarios, el ambiente frenético de sus megaciudades, la floración de sus cerezos en primavera, el monte Fuji, su innovación tencológica y esa urbanidad de los japoneses que no parece real lo que atrae del país del sol naciente. Japón no solo es único, es que, además, es un destino de moda. / © Turismo de Japón

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EL TAJ-MAHAL

La inspiradora belleza de este mausoleo de mármoles y cúpulas a orillas del río Yamuna, en la ciudad india de Agra, nació como el homenaje de un desconsolado emperador a su esposa fallecida poco después de haberle dado su decimocuarto hijo. Casi cinco siglos después de alzarse, el Taj Mahal sigue siendo un símbolo del amor que atrae a miles de visitantes cada día.

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ROMA

El Coliseo, el Foro, los Museos Capitolinos, San Pedro, Santa Maria la Maggiore, los Museos Vaticanos, el Panteón, el castillo de Sant’ Angelo, el circo Massimo… Roma es un enorme museo de historia al aire libre. Eterna, monumental, filmada, fotografiada, la capital de un imperio de hace más de dos mil años es uno de esos destinos imprescindibles para ver antes de morir.

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MALDIVAS

Con más de mil islitas, la mayoría desiertas, desperdigadas por el Índico como anillos de coral; unos fondos turquesa y transparentes adorados por los submarinistas y unos hotelitos a pie de playa o flotando sobre las aguas, en este remoto lugar es fácil olvidarse del mundo. A 600 kilómetros de las costas de Sri Lanka, Maldivas es un viaje para soñar.

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LA GRAN MURALLA

Es el símbolo más reconocible de China, del voluntarismo de sus habitantes y también de su aislamiento secular. En una sencilla excursión desde Pekín puede caminarse por lo alto de algunos de los tramos mejor conservados de esta mole infinita que serpentea por las montañas del Norte del país.

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LA ALHAMBRA

Ciudadela, fortaleza y residencia de los sultanes nazaríes, la Alhambra de Granada luce como el legado más sublime de la cultura de Al Andalus. Cierto que, con los millones de personas que la visitan al año, no siempre es fácil degustarla con el sosiego con que lo hicieran antaño sus dueños y señores, pero su refinamiento y su sensualidad siguen deslumbrando igual de inspiradores.

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MASAI MARA

La densidad de vida salvaje que atesora la reserva keniana por antonomasia, el Masai Mara, hace de este destino un plato fuerte para los amantes de la Naturaleza. Durante un safari fotográfico por ella casi se puede garantizar la posibilidad de avistar en un solo día a los famosos big five o cinco grandes: el elefante, el león, el búfalo, el rinoceronte y, con suerte, también al más sigiloso y esquivo de todos, el leopardo.

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JERUSALÉN

Jerusalén para los cristianos, Yerushalayim para los judíos y Al Quds para los árabes. Para todos, esta ciudad, por cuyos barrios se superponen y enredan los rastros de las principales religiones monoteístas del mundo, es santa. Conquistada y reconquistada mil veces y escenario de todas las pasiones, la bella Jerusalén es un paisaje eterno cargado de espiritualidad. Y único.

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