Rincones de Extremadura para volver una y mil veces

CÁCERES
El Arco de la Estrella da acceso al casco antiguo de Cáceres, la ciudad medieval llena de calles, recodos y placitas cargadas de historia, pero también de iglesias, palacios y casas solariegas que componen un armónico y excelentemente conservado conjunto arquitectónico que evoca otros tiempos tan lejanos como heroicos, tan legendarios como fascinantes. La plaza de Santa María, donde está la concatedral y también numerosos palacios rodeándola: el de Hernando de Ovando; el Palacio Episcopal, el del Mayoralgo, el de Carvajal y, sobre todo, el palacio de Los Golfines; la plaza de San Jorge, la de San Mateo o la de las Veletas son algunos de los rincones imprescindibles de esta ciudad Patrimonio de la Humanidad.

LA ALCAZABA DE BADAJOZ
Sobre Badajoz se enseñorea una de las mayores y mejor conservadas alcazabas de época árabe de España. Situada en el cerro de la Muela, que se eleva en la margen izquierda del río Guadiana, tiene almenas, barbacana y un adarve que comunica todas las torres del recinto, entre las que destacan la de la Atalaya o Espantaperros, emblema de la ciudad. La que vivió su época de mayor esplendor en el siglo XI, cuando acogió, como una auténtica medina, varias mezquitas, baños públicos, mercados, barrios... acoge, intramuros, el palacio de los Duques de la Roca, hoy sede del Museo Arqueológico Provincial. Durante la fiesta de Al-mossassa, la Alcazaba recrea su pasado con un brillante zoco de ambientación árabe.

VALLE DEL JERTE
Al norte de Extremadura, entre la sierra de Tormantos y los montes de Traslasierra y Sierra de Béjar, se descubre este que tiene como protagonista el cerezo, que en primavera, cuando florece, crea una estampa difícil olvidar, un gran manto blanco que arropa el valle. Esta explosión blanca se celebra con una fiesta de interés turístico nacional: la Fiesta del Cerezo en flor. Mientras que en verano, el valle es un buen lugar para darse un baño en la Garganta de los Infiernos. Vecina al Jerte es la comarca de la Vera, a los pies de la sierra de Gredos.

MONASTERIO DE GUADALUPE (CÁCERES)
Según la leyenda, la Virgen se apareció en este lugar en el siglo XIV a un pastor y como homenaje se levantó una ermita que tiempo después se ampliaría para convertirse en el monasterio en torno al cual hoy gira la vida de este pueblo. Declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, es una de las mayores construcciones de arquitectura religiosa en Europa, con su iglesia gótica, su claustro mudéjar y una colección de cuadros de Zurbarán en su interior. Pero Guadalupe es además un conjunto de pintorescas calles estrechas y empedradas que se cruzan con plazas irregulares, a las que asoman balconadas llenas de flores y tiendas de artesanía.

MÉRIDA
Es fácil sentir la emoción del peso de la Historia sentado sobre las piedras que, desde hace más de 2.000 años, levantan el bellísimo teatro romano de Mérida, el más deslumbrante de los edificios de la capital de Extremadura, como lo es también ir descubriendo durante un paseo todo su legado de aquella época repartido por la ciudad: el anfiteatro, los puentes, el circo, el templo de Diana o las piezas que guarda el Museo Nacional de Arte Romano. Y es que el esplendor de Emérita Augusta ha sobrevivido al paso de milenios. Sus ruinas son el mejor testigo de la civilización de la Roma Antigua, razón suficiente para que en 1993 Mérida entrara a formar parte del Patrimonio de la Humanidad.

YUSTE Y LA RUTA DE CARLOS V
Entre los bosques de castaños y robles de la comarca cacereña de La Vera se descubre el monasterio de Yuste, el retiro al que llegara Carlos I en su último viaje por España para morir, cansado de múltiples batallas y guerras y después de haber abdicado en su hijo Felipe II. Hoy su cuerpo ya no descansa en este lugar, junto al que el monarca levantó un palacio, pero su recuerdo permanece para siempre. Es el final de una ruta que comienza en la localidad asturiana de Tazones, ese pequeño puerto asturiano del municipio de Villaviciosa donde Carlos I arribó en 1517 para tomar posesión del reino de España, con el permiso de su madre, Juana de Castilla, y tras la muerte de su abuelo Fernando el Católico.

MONFRAGÜE
Partido en dos por el cauce del río Tajo y su afluente el Tiétar, en las valiosas zonas de bosque y matorral mediterráneo, roquedos y cantiles del Parque Nacional de Monfragüe habitan más de 200 especies de animales invertebrados y algunas de las colonias de aves más espectaculares, como el buitre negro, el águila imperial y la cigüeña negra, lo que le ha convertido en uno de los santuarios europeos del birdwatching. Este espacio es también Reserva de la Biosfera y ZEPA. Además del centro de visitantes situado en Villareal de San Carlos, sus imprescindibles son los miradores del castillo-fortaleza o el conocido como Salto del Gitano.

TEATRO ROMANO DE MEDELLÍN
En un pronunciado meandro del río Guadiana, entre Don Benito y Mérida, está Medellín, una de las primeras poblaciones romanas en la península. Aparte del puente viejo sobre el río, el gran legado romano que ha quedado en la localidad es su teatro, de dimensiones algo menores a las del de Mérida y de la misma época. Y por supuesto, el castillo árabe y la plaza Mayor, donde se erige la estatua del conquistador Hernán Cortés, nacido aquí.

PLASENCIA (CÁCERES)
La capital del norte de Cáceres conserva intacta su riqueza monumental, que tiene como centro la plaza Mayor, punto de partida de cualquier itinerario por la ciudad. Pero los pasos llevan además a descubrir sus dos catedrales, el barrio de los Mercaderes, el de los Clérigos y el de los Caballeros, también la judería, su acueducto o la ciudad extramuros, los tesoros más sobresalientes de esta joya arquitectónica y artística.

ZAFRA
De aires señoriales, la vida de este pueblo de Badajoz discurre a lo largo de sus populares calles y sus dos plazas: la Grande, amplia, rodeada de arcos, con palmeras y una sencilla fuente; y la Chica, también porticada, donde se celebran los mercados de la ciudad. Entre sus construcciones destaca el alcázar, convertido en Parador de Turismo, y la colegiata de la Candelaria, con pinturas de Zurbarán en su retablo.

LA RUTA DE LOS EMBALSES
La comarca de La Serena encierra en sus tierras onduladas un conjunto de embalses de agua dulce considerados entre los más grandes de España. Los de García Sola, Orellana o La Serena –este último uno de los más extensos de Europa- dan de beber a pueblos y campos de labranza, además de proporcionar una importante fuente de energía hidroeléctrica. Pero es que además estos tres mares interiores son un reclamo para los amantes de los deportes náuticos.

TRUJILLO
Es fácil perder la noción del tiempo caminando por las calles estrechas y empinadas de este pueblo que van a parar a su monumental plaza Mayor, una de las más bonitas de España, rodeada como está de palacios y presidida por la escultura ecuestre de Francisco Pizarro, el famoso conquistador de la villa que descubrió el Perú. Pero Trujillo tiene otro gran símbolo y es su castillo árabe, dominando desde lo alto la llanura extremeña, en cuyo recinto fortificado se venera la imagen de Nuestra Señora de la Victoria, patrona de la localidad.

ERMITA DE NUESTRA SEÑORA DE ARA (BADAJOZ)
En Fuente del Arco, muy cerca de la frontera de Badajoz con Sevilla, allí donde los pliegues del terreno ya forman parte de la Sierra Morena, se descubre esta ermita mudéjar del siglo XV a la que se conoce, tal vez con demasiada emoción, como la Capilla Sixtina de Extremadura. La razón hay que buscarla en las pinturas anónimas que recubren las bóvedas y los muros interiores, basadas en los episodios del Génesis. Todas compartimentadas en pequeños rectángulos y con una viveza semejante a las de su hermana mayor del Vaticano. Aunque lo más sorprendente se encuentra puertas adentro, vista por fuera, esta ermita con una bonita galería porticada es como una nave blanca en medio de la dehesa.