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Los Mallos de Riglos, el Cañón de Añisclo, Monte Perdido, el Parrizal de Beceite, la sierra del Moncayo… Y así hasta diez espacios naturales protegidos pensados para tus próximas escapadas senderistas.

 

VALLE DE ORDESA
Ordesa ostenta el honor de ser el segundo parque más antiguo de España, además de Reserva de la Biosfera y Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Engloba uno de los ecosistemas más singulares de la cordillera pirenaica, formado por la erosión de los glaciares sobre el valle del río Arazas. En su interior pueden verse picos de más de 3.000 metros –entre los que sobresale el Monte Perdido–, restos de glaciares, espesos bosques de hayas, además del macizo calcáreo más alto de Europa, donde la acción del agua durante millones de años ha formado un paisaje monumental que se diversifica en sus valles: Ordesa, Añisclo, Escuaín y Pineta. El primero es el que atesora mayor fama por las espectaculares cascadas que surgen entre hoces y paredones. Entre sus imprescindibles: las cascadas del Estrecho, la Cueva, las Gradas de Soaso y, sobre todo, la Cola de Caballo. También el centro de visitantes El Parador, el pueblo de Torla –por su hermoso emplazamiento– el Monte Perdido, el cañón de Añisclo y las gargantas de Escuaín.

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MONASTERIO DE PIEDRA
A dos kilómetros de Nuévalos, en medio de un paisaje estepario, se encuentra este paradisíaco parque natural que han modelado, a la par, la propia Naturaleza y la mano del hombre, con cascadas y saltos de agua espectaculares, plácidos lagos y remansos, vergeles y riachuelos en torno a un cenobio fundado en el siglo XIII en la transición del románico al gótico cisterciense por monjes del convento catalán de Poblet, que hoy acoge un hotel y, en los antiguos cillares y almacenes, el Museo del Vino D.O. Calatayud. Recorrer este espacio único alimentado por el río Piedra a través de su exuberante naturaleza puede llevar de dos a tres horas.

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CAÑÓN DE AÑISCLO
El río Bellós, un afluente del Cinca, forma en el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido uno de los desfiladeros más largos y atractivos de la comarca del Sobrarbe. La carretera va ascendiendo entre encinas, tilos, avellanos, arces, pinos y bojes, siempre en la penunbra de las grandes paredes que cierran el congosto. A 13 kilómetros de Escalona se encuentra un espectacular puente de piedra, a partir de cual se le conocerá como Cañón de Añisclo. La excursión, de dificultad baja y de unas tres horas de duración, comienza en el aparcamiento del cañón y tras la ermita de San Úrbez, pasa por las ruinas del molino de Aso, donde se halla una gran cueva y, más adelante, por la bella cascada de la Fuen Blanca, un buen lugar para descansar antes de seguir hasta el nacimiento del Bellós.

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SIERRA DEL MONCAYO
Es la altiva silueta del Moncayo, ese pico que supera los 2.300 m, techo del Sistema Ibérico, lo que más allá la atención a primera vista de este parque natural al que da nombre el pico que la corona, situado a caballo entre Castilla y Aragón y notable por su belleza paisajística e importancia ecológica. Así se entiende que los cistercienses buscando la sombra de su sagrada protección levantaran a su vera el monasterio de Veruela, que llegó a ser una de las más importantes fundaciones en todo el reino de Aragón y en el que encontró refugio Gustavo Adolfo Bécquer. Bien a pie o en coche se puede llegar hasta el santuario de Nuestra Señora del Moncayo, uno de los lugares imprescindibles de este espacio natural y desde el que parten sendas que llevan a sus diferentes glaciares, barrancos y frondosos bosques de haya, roble, pino o enebro. Existen centros de visitantes en Agramonte, Añón y Calcena.

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PARRIZAL DE BECEITE
En el Bajo Aragón, la comarca del Matarraña es un territorio mágico donde los retorcidos y añejos olivares conviven con las escarpadas montañas de los puertos y con el sabor de pueblos como Beceite, Valderrobres, Calaceite, Ráfales o La Fresneda. En este entorno, hay una ruta para no perderse, la que discurre por los estrechos del Parrizal, un paseo de unos 8 kilómetros y tres horas de duración que lleva al nacimiento del río Matarraña, donde el curso del agua reta a la montaña en forma de paredes verticales de más de cien metros de altura. El camino discurre por senderos, saltando de piedra en piedra y por pasarelas de madera hasta llegar al punto final de recorrido, Els Estrets del Parrissal, que corresponde a un cañón de 60 metros de altura y 1,5 de anchura.

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MALLOS DE RIGLOS
En el Prepirineo aragonés y a 45 kilómetros de Huesca afloran unos pináculos de roca conglomerada de color rojo que parecen salidos del mismo infierno. Son los mallos de Riglos, paraíso de los escaladores que viven a probar sus habilidades en las numerosas vías abiertas en estos riscos de 300 metros de altura, pero también de los buitres leonados que tienen en ellos sus nidos. El mejor lugar para admirarlos es el mirador Rábada-Navarro, en la última curva que traza la carretera antes de entrar en el pueblo de Riglos. Y el mejor momento, al atardecer, cuando la luz asciende por las paredes acantiladas de esos gigantes colorados.

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PINARES DE RODENO
La excepcional belleza arquitectónica del pueblo de Albarracín encuentra similar compensación en la Naturaleza que lo rodea; pródiga en ríos –aquí nacen el Tajo y su afluente el Gallo, el Cabriel y el Guadalaviar–, generosa en cascadas, en cañones, lagunas y paisajes, como el de los Pinares de Rodeno. Este bosque es un roquedal de arenisca roja con miles de fisuras, grietas y barrancos y todo él tapizado de pinos resineros, también llamados rodenos, que ha sido desfigurado por el viento y el agua, dando lugar a callejones, torreones, abrigos, rocas en seta... El paraje que fue habitado por el hombre prehistórico, conservándose en él manifestaciones de arte rupestre levantino que forman parte del Patrimonio de la Unesco. Reina de este paraje es la majestuosa águila real, junto a la que conviven carboneros, búhos reales, halcones peregrinos o ciervos.

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NACIMIENTO DEL RÍO PITARQUE
El Pitarque es un afluente del Guadalope que nace a lo grande, formando cascadas y pozas cristalinas en un cañón del árido Maestrazgo turolense. Parara llegar hasta él hay que seguir a pie por un sendero lineal señalizado de unos 4,5 kilómetros y unas tres horas de duración (incluida la vuelta) que conduce desde el pueblo de Pitarque hasta los ojos donde aflora el río del mismo nombre, en el fondo de un abrupto calón de roca caliza. La ruta puede complementarse con otra en coche por desfiladeros y bellos pueblos como Cantavieja, La Iglesuela del Cid y Mirambel.

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LAGUNA DE GALLOCANTA
A partir de mediados de octubre las grullas viajan desde el norte de Europa hasta lugares más cálidos para realizar la invernada. Uno de sus destinos es esta laguna donde se llegan a juntar hasta 10.000 ejemplares. El mejor mirador para observarlas, mejor al amanecer, es la ermita románica de la Virgen del Buen Acuerdo, que permite ver el lagunazo de Gallocanta, el lagunazo Grande, con sus dos islotes, y el carrizal de agua dulce que se conoce como Los Ojos. En la carretera que une las localidades de Tornos y Bello se encuentra el Centro de Interpretación, que ofrece información sobre excursiones, observatorios y datos prácticos sobre la visita a la laguna.

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SIERRA Y CAÑONES DE GUARA
Son los sorprendentes paisajes esculpidos por la acción del agua lo que otorga espectacularidad a este parque natural del Prepirineo oscense. Sus estrechos y profundos cañones por donde fluyen las aguas de los ríos de un llamativo color turquesa forman impresionantes cascadas, sifones, cuevas… que son un paraído para los amantes de los descensos de barrancos y otros deportes de aventura, además de para senderitas, por las numerosas especies vegetales exclusivas de estas tierras y una rica fauna que habita en sus ríos y escarpadas paredes rocosas. Entre sus atractivos de esta sierra, Alqúezar, la villa más monumental y mejor conservada.

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