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Desde sus playas de aguas cristalinas a su interior montañoso de Troodos, tapizado de bosques vírgenes, un recorrido visual por esta isla con ecos de la mitología y valiosos yacimientos de civilizaciones perdidas.

AGIA NAPA, LA IBIZA CHIPRIOTA
Hasta los años 70, Agia Napa, a 85 kilómetros de Nicosia, era un pueblo tranquilo y modesto, hoy es uno de los enclaves turísticos más populares de Chipre. Sus 14 playas, que reúnen a los amantes del sol, de los deportes acuáticos y de la fiesta l-especialmente las de Nissi, la del puerto de Limanaki, Pantahou o Makronissos, la han convertido en una especie de Ibiza Chipriota, en cuya costa se reúnen grandes hoteles y complejos de apartamentos.

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MONTAÑAS DE TROODOS
El centro de la isla guarda un tesoro de magnitud celestial: el monte Olimpo, que si bien no es aquella morada de los dioses a los que alude la mitología –no confundir con su homólogo de Grecia–, sí un pico de dimensiones considerables (1.950 m.), el más alto de las montañas de Troodos. Recorrerlas por sus caminos rurales hasta llegar a su techo es descubrir el rostro más salvaje de la isla: bosques con aroma a resina, viñedos, cascadas como la de Kaledonia, monasterios que albergan obras maestras, tranquilos pueblos de piedra atrapadas en un tiempo pasado y, sobre todo, un conjunto de austeras iglesias bizantinas cuyos muros están recubiertos de frescos, pinturas que han llevado a la Unesco a declarar a diez de estos templos Patrimonio de la Humanidad.

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YACIMIENTO DE KOURION
Con un pasado tan glorioso, Chipre es un paraíso para los amantes de la arqueología. Pero, de entre todos sus tesoros (Kition, Choirokoitia…) ninguno como la antigua ciudad grecorromana de Kourion, con su teatro asomado a la puerta de un precipicio y sus columnas corintias recortándose ante el Mediterráneo. El atardecer, con sus luces doradas, es el mejor momento para recorrer este yacimiento que se emplaza en Limassol, bajando por la costa sureste desde Pafos.

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MONASTERIO DE KYKKOS
Alejado del mundanal ruido y en las inmediaciones del monte Olimpo, Kikkos es el monasterio más grande, importante y rico de Chipre. En su interior se encuentran numerosos frescos e iconos de estilo bizantino, entre los que destaca la Virgen de la Misericordia, del que se dice fue pintado por el mismísimo San Lucas. También guarda antiguos manuscritos, esculturas y la tumba de su fundador, el arzobispo Nicéforo.

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CRUZAR LA LÍNEA VERDE 
Chipre está dividida en dos por una línea verde que hasta el año 2004 estaba prohibido atravesar. Dos tercios de la isla pertenecen a la República de Chipre, uno, el más al norte, a Turquía. Hay varios puntos de acceso controlado pero el más importante es Nicosia, la única capital del planeta dividida. Con un casco antiguo encerrado dentro de un gran muro medieval construido por los venecianos, en ella no hay que perderse sus mezquitas, sinagogas, el área peatonal Laiki Yitona, la iglesia de Faneromeni, la catedral de San Ionannis, el Museo Arqueológico, el bonito edificio Büyük Han para perderse entre sus tiendas y restaurante y subir a la última planta del Shakolas, en la peatonal calle de Ledra, para hacerse una idea de la amalgama de esta urbe.

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RUINAS DE PAFOS
A orillas del mar, Pafos presume de un legado arqueológico único que la han convertido en Patrimonio de la Humanidad. Todo un referente cultural que este año ha sido nombrada (junto a Aarhus, en Dinamarca), Capital Cultural Europea. Entre los imprescindibles de este museo viviente de la Edad Clásica: las Tumbas de los Reyes (en la imagen), los mosaicos con representaciones mitológicas que adornan sus villas romanas y también un anfiteatro, un teatro, un asclepión y restos de su muralla que invitan a un recorrido subterráneo admirando construcciones de hace más de dos mil años.

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LA PLAYA DE PETRA TOU ROMIOU... Y MÁS
El pasado mitológico de Chipre relata que fue en la costa sur de la isla donde un buen día emergió de la espuma Afrodita, la diosa del amor y la belleza, en concreto en la playa de Petra tou Romiou, en la región de Pafos. El mito va más allá y dice que su figura fue llevada hasta la superficie en una enorme concha marina, imagen que imaginó Boticcelli en El nacimiento de Venus. Tan mágico es el lugar que dice la leyenda que quien nada alrededor de la enorme roca que la preside recibirá de la diosa belleza eterna. Pero Chipre, la tercera isla más grande del Mediterráneo, posee un idílico litoral con fantásticas playas de aguas cálidas y transparentes, que van desde Nissi Beach o Makronissoos, en la zona de Agia Napa (en la zona este); Polis, en la península de Akamas; Pissouri Beach en la costa sur y Alagadi en la zona norte turca, conocida por ser lugar de desove de tortugas.

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CIUDAD DE LIMASSOL
La segunda ciudad del país, las más extensa y capital del distrito del mismo nombre es Limassol. Abierta a la bahía de Akrotiro, este enclave medieval cuyo puerto es uno de los más importantes para el comercio del Mediterráneo organiza su centro histórico alrededor de un castillo, el lugar donde contrajo matrimonio Ricardo Corazón de León. Además de visitar el Museo Medieval que acoge en su interior, no hay que dejar de trastear por su zoco entre sus puestos de especias, cerámicas y encajes, entrar en sus otros museos –Arqueológico, Teatral...– o la catedral de Agia Napa. 

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VALLE DE DIARIZOS
El río Diarizos, que nace de dos fuentes que emanan en las laderas de Kykkos, da nombre a un enorme valle verde y frondoso que se extiende entre el veneciano puente Tzielefou y las playas de Pafos. En sus inicios esculpe un estrecho desfiladero de 11 kilómetros poblado de árboles que apenas dejan pasar el sol y regalan una de las rutas más atractivas para el senderismo.

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PROBAR LOS MEZEES 
Variada y exquisita es la gastronomía de Chipre, muy similar a la griega aunque con sus matices. En ella nada hay más característicos que sus irresistibles mezzes, una suerte de aperitivos o entrantes que suelen incluir la colorida ensalada que queso feta, el halloumi (un queso autóctono asado a la parrilla) y los famosos humos y tzarziki (pasta de yogur con menta y pepino). Todos los restaurantes incluyen estas especialidades de lugar, aunque en ningún lugar saben mejor que en las típicas tabernas chipriotas, como esta en Omodos, con su mantel a cuadros y su música tradicional.

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