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BRUSELAS
La cosmopolita capital belga tiene muchas facetas por descubrir. Desde seguir el itinerario de las coloridas y artísticas fachadas de la ciudad en la que nació Tintín, muchas de las cuales ambientan sus aventuras; a comer el mejor chocolate y probar la mejor cerveza. También recalar en el barrio Europeo, sede de las principales instituciones de la UE; descubrir al Manneken Pis, icono de Bruselas; sentirte pequeño en la Grand Place, “la plaza más bella del mundo” presidida por el soberbio edificio de su Ayuntamiento; ver de cerca la gigantesca estructura del Atomium, o pasar por las Galeries Saint-Hubert, con sus tiendas exclusivas y sus suntuosos cafés bajo un decorado neorrenacentista de lujo. Una vez vistas y vividas todas, a su alrededor esperan un conjunto de ciudades con encanto a rebosar a las que dedicar al menos un día. Puedes elegir o enlazar varias. Pasa página y descúbrelas. Mas información: Turismo de Flandes (flandes.net).

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BRUJAS (1 hora en coche, 65' en tren)
Es pequeña, abarcable y además es una de las urbes medievales mejor conservadas de Europa, todos los ingredientes para dedicarle un par de días. Su centro histórico lo merece, es Patrimonio de la Humanidad, y además es perfecta para recorrer a pie y dar algún paseo en lancha por sus canales. Para quedarse con el mejor recuerdo están sus adoquinadas calles y sus fotogénicas plazas medievales rodeadas de altas torres y antiguas iglesias, los edificios medievales y el altísimo campanario de Belfort en el Grote Markt, la plaza del Mercado, también la encantadora del Burg, a la que asoma la fachada del impresionante Ayuntamiento,  la catedral de San Salvador, museos como el Groeninge; el Beaterio y, sobre todo, el puente de St. Bonifacius y el parque Minnewater, los dos lugares más románticos de Brujas. Foto: Turismo de Flandes.

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GANTE (35’ en coche, 35' en tren)
Gante es una ciudad para ser recorrida en bici porque todo queda a mano. Así es como se disfruta la ciudad en la que nació Carlos I. Hoy no queda rastro del castillo donde el emperador vino al mundo, pero sí del Gravensteen o Castillo de los Condes de Flandes, una impresionante fortaleza levantada en el siglo XIII en pleno centro de la ciudad, rodeada por un foso, por la que hay que pasar una y otra vez. Lo mismo que por el puente de San Miguel, que regala la mejor postal de Gante, en la que sobresalen varias torres, una de ellas la de la catedral de San Bavón, donde admirar el Cordero Místico de los hermanos Van Eyck, una auténtica obra maestra de la pintura flamenca. Después se impone subir a la torre del campanario (Belfort) para disfrutar de las vistas, todo un símbolo del poder civil de Gante que está declarado Patrimonio de la Humanidad. Y pasar un buen rato en los muelles Graslei y Korenlei, ya sea para hacer un crucero fluvial y empaparse del alma portuaria de la ciudad como para disfrutar del ambiente, especialmente el que se concentra en Korenmarkt, la plaza con mayúsculas de Gante, donde se impone el terraceo y, por supuesto, una cerveza local. Foto: Turismo de Flandes.

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AMBERES (45’ en coche, 50' en tren)
Por disfrutar del ambiente de sus calles, especialmente de las tiendas de la abarrotada Meir, Wilde Zee y de su Museo MoMu, que por algo Amberes es capital  de la moda y de la creatividad, deslumbrarte con los diamantes que se exponen en las joyerías en torno a la Estación Central o sucumbir a la tentación del chocolate merece la pena una escapada de shopping a esta ciudad belga que es también la ciudad de Rubens –imprescindible la visita a su residencia- y Van Dyck. En torno a la Grote Markt, la plaza mayor, con sus edificios gremiales de los siglos XVI y XVII se concentra su casco histórico, y a sus espaldas queda la catedral, donde admirar algunas de las mejores obras del autor de Las tres Gracias, una obra que se encuentra en el Museo del Prado.

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LOVAINA (23` en coche, 30' en tren)
Lovaina es famosa por su universidad, una población pequeña con la universidad católica más antigua del país, que conserva viejos edificios medievales y cuyo barrio del Beaterio está declarado Patrimonio de la Humanidad. Sus calles son una fiesta que los universitarios animan de día y noche, especialmente la larga plaza Oude Markt, donde la cerveza es la estrella, considerada una de las mayores zonas de ocio del país. La mejor forma de integrarse en la vida de la ciudad es subido en una bicicleta, así se llega a la calle Bondgenotenlaan, repleta de tiendas, a la plaza de Grote Markt, donde contemplar el espectacular ayuntamiento, la iglesia de San Pedro y, más allá, sus abadías.

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MALINAS (25’ en coche, 25' en tren)
Es pequeña y pintoresca, pero con un montón de reclamos monumentales y otros para entretenerse se tenga la edad que se tengas. Para admirar están sus ocho iglesias góticas y barrocas, entre las que destaca Bejijhofkerk o del Beaterio, y para disfrutar, Het Anker, una de las fábricas de cerveza más antiguas de Bélgica. Pero en Malinas también hay que subir a lo alto de la torre de San Rumoldo, que es Patrimonio de la Humanidad, ver y oír las campanas de Belfort, visitar el nuevo museo Kazarne Dossin, ubicado en un lugar de gran significado histórico, pasar por las reales manufacturas De Wit, uno de los últimos lugares que quedan en el mundo de restauración de tapices antiguos y después sentarse en una terraza y disfrutar de una buena cerveza belga.

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YPRES (1 hora y 20’ en coche, 1 hora y 35' en tren)
Más allá de ser un escenario bélico, que lo fue durante la Primera Guerra Mundial, Ypres (en flamenco, Ieper), en el noroeste de Bélgica es una ciudad preciosa y tranquila para descubrir, primero su historia en lugares como la Puerta de Menen –donde cada tarde se recuerda con un toque de silencia a los caídos en los campos de batalla, pero también sus lugares imprescindibles, desde la catedral de San Martín a la Grote Markt, donde se levanta el colosal edificio del Ayuntamiento y toman asiento las terrazas a su alrededor, también la Lakenhalle, la iglesia de San Nicolás y, especialmente, la lonja de los Paños, monumento protegido por la Unesco. La impresionante red de casamatas (espacios subterráneos para la defensa y acuartelamiento de las ciudades) construidas en el siglo XVII y las murallas, donde incluso improvisar un pícnic resultan una visita realmente especial.

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HASSELT (1 hora en coche, 75' en tren)
No es de las ciudades que más suenan a un español, pero esta desconocida flamenca tiene un puñado de razones para pensar en una escapada de un día desde Bruselas, y además la ventaja de estar alejada de los circuitos más clásicos. Capital de la moda y de las nuevas tendencias, de lo que da buena cuenta su Museo de la Moda; de las compras, que por algo es la ciudad más comercial de toda Bélgica, con sus calles del centro totalmente peatonales, y de la ginebra, con un Museo Nacional dedicado a ella, tiene también entre sus imprescindibles la Grote Markt, muy próxima, la catedral de Sint-Quintius, la basílica Virga Jesse y el jardín japonés, que además es el más grande de este estilo en Europa. Si todavía queda tiempo, la reserva natural de Kiewit. 

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