CALACEITE
Calaceite hace las veces de puerta de entrada a la desconocida comarca turolense del Matarraña. Aunque su mejor imagen se tiene desde lo alto de la ermita de San Cristóbal, el punto de partida de cualquier paseo debe comenzar en la plaza Mayor, y luego seguir por calles de piedra a la que asoman sus casas ocres, apiñadas bajo los restos del castillo de los Zayd, la fortaleza que la coronó y de la que ya solo queda el recuerdo. También posee una soberbia iglesia, capillas volantes y edificios de sillería que conforman un conjunto arquitectónico único, donde escritores y artistas encontraron refugio, de ahí que en lo más alto tenga una plaza llamada de los Artistas. Como curiosidad, sus habitantes hablan una lengua propia, una variante del catalán al que llaman chaparriau, y es que estar en el extremo más nororiental de la provincia, entre las comunidades de Cataluña y Aragón, tiene esas cosas.