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El Museo Atlántico de Lanzarote es el primero de arte contemporáneo subacuático de Europa y su visita no es una visita al uso, porque está a 14 metros de profundidad, en las claras aguas de la bahía de las Coloradas, en la costa sur. La visita implica ponerse el neopreno y sumergirse en el mar para moverse por los 2.500 metros cuadrados de lecho marino arenoso que ocupa y por el que buceadores y submarinistas son guiados a lo largo de un recorrido que va descubriendo el monumental y misterioso conjunto artístico creado por el ecoescultor británico Jason deCaires Taylor, cuya intención es concienciar sobre la necesidad de valorar y proteger el medio marino y entender mejor nuestra relación con él, creando un fuerte diálago visual entre arte y naturaleza. El museo (cactlanzarote.com) incluye una entrada y una salida y las piezas se ordenan en una secuencia de 12 instalaciones. La inmersión se realiza a través de las empresas certificadas, con expertos instructores, y durante la visita además de disfrutar de las esculturas se pueden tomar fotografías.

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Las obras están construidas con materiales de pH neutro respetuosos con el medio ambiente, y diseñadas para adaptarse a la vida marina endémica. Por sus dimensiones, se trata de un proyecto de gran envergadura que ha supuesto un arduo proceso tanto artístico como técnico y que comenzó hace más de dos años, cuando se instalaron las primeras esculturas. Desde entonces este gran arrecife artificial ya ha visto un incremento considerable en los índices de generación y abundancia de especies, frecuentados ya por tiburones ángel, bancos de barracudas y sardinas, pulpos, esponjas marinas y la ocasional raya mariposa.

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EL RUBICÓN
Esta instalación la forman un grupo de 35 figuras humanas que caminan hacia un mismo destino: un muro de 30 metros de longitud y cuatro de altura con una sencilla puerta en el centro que hace de límite entre dos realidades y de portal hacia el océano Atlántico. Personas de la isla han servido de modelo para esta obra que es un monumento a lo absurdo, una barrera en medio de un vasto fluido que puede sobrepasarse en cualquier dirección, y que pone su énfasis en reflejar que las nociones de pertenencia y territorio son irrelevantes en el mundo natural.

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PORTAL
Esta obra que representa a una joven chica híbrida mirando hacia un gran espejo que refleja la superficie del océano en movimiento forma parte del jardín híbrido, un conjunto donde se fusiona y conviven en armonía naturaleza y humanidad y que hace alusión a la rica vegetación de Lanzarote. El espejo se eleva sobre una serie de estructuras con forma de cactus que contienen una serie de pequeños compartimentos y de estaciones vivas diseñadas para atraer pulpos, erizos de mar y peces juveniles.

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DESCONTROL
Así se ha bautizado esta instalación que consiste en un parque infantil en el que juegan trajeados hombres de negocios. Un columpio y dos balancines que demuestran la indiferencia y arrogancia del mundo corporativo hacia el mundo natural. Uno de los balancines hace referencia a una bomba de extracción de petróleo, una observación sobre el control de estos combustibles fósiles y de su uso desregulado. El otro refleja la presión que realizamos sobre las especies marinas y su colapso final si no la controlamos.

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REMOLINO HUMANO
Doscientas obras figurativas a tamaño real forman la última pieza del Museo Atlántico cuyos modelos son personas de todas las edades y estilos de vida. Su posición crea una compleja formación como arrecife habitable por especies marinas y constituye una emotiva despedida para los visitantes al final del tour. La instalación artística recuerda nuestra evolución desde la vida marina y cómo estamos sujetos a los cambios y a la voluntad del océano. La pieza personifica la vulnerabilidad humana y la fragilidad humana respecto al poder del mar y la inmesa fuerza del mar, del que provine el oxígeno que respiramos y es el que regula nuestro clima y constituye una fuente vital de nutrientes.

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