Vibrante, dinámica y creativa. Estilosa y devoradora de cultura. Así es la capital de Eslovaquia, la ciudad con un pie a cada lado del mítico río y a tan solo un paso del triángulo centroeuropeo más codiciado: Praga, Viena y Budapest. Una metrópoli callada, aunque con mucho que decir, y que ejerce como retrovisor de la nutrida historia del país.