650 habitantes, 27 kilómetros cuadrados, dos barcos para cruzar desde Lanzarote y cero carreteras. Volcanes rojos, playas radiantes y aguas turquesas. Así es La Graciosa, la más desconocida de las Canarias: una isla de casas blancas y bicicletas, de águilas y tabaibas, de pescadores y unos pocos visitantes que se saben en el paraíso.