A esta preciosa islita el regusto elitista le viene de más lejos, pero fue en los 50 cuando se catapultó como refugio de estrellas. Un destino por un lado exclusivo y por otro abarrotado de admiradores en verano, que en primavera muestra todo su encanto y que no ha perdido ese epicúreo arte de disfrutar de las cosas simples de la vida que, como nadie, sabe cultivar el sur de Italia.