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Las ruinas son el orgullo de los beduinos, que las custodian montados en camello.
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Uno de los viejos autobuses de colores que aún llevan hasta el enclave arqueológico.
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En las áridas soledades del desierto sirio despuntan templos e hileras simétricas de columnas, termas, arcos monumentales...
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El castillo de Qalaat Ibn Maan vigila la ciudad desde lo alto de una colina pelada y reseca.
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Por pedregales y polvorientas aldeas se alcanzan las ruinas de la antigua ciudad nabatea de Palmira.
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Relieve de racimos de uvas en el templo de Bel Baal-Shamin.
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La tumba subterránea más importante de Palmira es la conocida como la de los 'Tres Hermanos', que cuenta con 400 nichos funerarios.
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