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Monforte de Lemos: Colegio de Nuestra Señora de la Antigua, conocido como El Escorial Gallego© Javier García Blanco

LUGO

La ciudad española que custodia El Escorial gallego y puentes centenarios

Entre nieblas que abrazan el valle y un río que serpentea bajo viejos puentes, Monforte de Lemos se alza como guardián de la Ribeira Sacra, un tesoro donde el tiempo parece detenerse entre viñedos heroicos y piedras milenarias.


25 de abril de 2025 - 9:01 CEST

Cuando la niebla se extiende por el valle de Lemos —cosa frecuente en estas tierras—, lo único que divisa el viajero que se aproxima a Monforte son los restos de su antiguo castillo, levantado majestuosamente en la cima del monte San Vicente. Esta atalaya, enclave estratégico que en tiempos remotos habitó la tribu celta de los lemavos, y que los romanos denominaron Castro Dactonio, acabó dando nombre a la ciudad actual, cuyo topónimo deriva del latín Mons Fortis (monte fuerte). Un nombre sonoro y evocador que evoca con precisión su pasado como bastión dominante sobre el valle.

Monforte de Lemos: castillo© Javier García Blanco

Las crónicas aseguran que la ciudad fue fundada el 10 de abril de 1104 por el conde Fruela Díaz, aunque el monasterio de San Vicente do Pino ya se alzaba sobre las ruinas del antiguo Castro Dactonio al menos desde el siglo IX. Durante aquella época, Monforte se transformó en una espléndida ciudad-fortaleza feudal que se desarrolló en torno al cenobio, con un castillo ubicado estratégicamente y un recinto amurallado jalonado por imponentes torres defensivas. De aquel ilustre pasado aún se conservan diversos tramos de muralla, alguna torre, y dos magníficas puertas de acceso a la villa. Un conjunto monumental que convierte a Monforte de Lemos en uno de los enclaves históricos más fascinantes de Galicia.

Monforte de Lemos: muralla, Porta Nova© Javier García Blanco
Monforte de Lemos: Torre del homenaje© Javier García Blanco

 Piedras que cuentan historias

El conjunto monumental del monte San Vicente constituye, sin duda, el corazón histórico y alma de Monforte. Allí se conserva aún gran parte del monasterio de San Vicente do Pino, cuya estructura actual data de los siglos XVI al XVIII. Su elegante fachada y claustro neoclásicos crean un sugerente contraste con la iglesia gótica y su refinada portada renacentista. Actualmente, una porción significativa del edificio acoge el Parador Nacional de Monforte de Lemos (paradores.es)un exquisito establecimiento de estancias señoriales que permite a los visitantes descubrir el sereno claustro y deleitarse con las excelencias gastronómicas de su restaurante Enxebre de Lemos, cuya propuesta culinaria rinde homenaje a la gastronomía tradicional del interior lucense.

Parador Nacional de Monforte de Lemos© Javier García Blanco

Junto al monasterio se eleva la imponente Torre del Homenaje, construida entre los siglos XIII y XV´, con 30 metros de altura y muros de tres metros de espesor. El magnífico conjunto lo completa el antiguo pazo de los condes de Lemos. Tras padecer un devastador incendio en el siglo XVII, fue reconstruido y hoy se integra en el prestigioso Parador de Turismo.

Parador Nacional de Monforte de Lemos© Javier García Blanco

Descendiendo del monte hacia el núcleo urbano, el viajero se adentra en encantadoras callejuelas que, siglos atrás, albergaron a una próspera comunidad sefardí. Monforte forma parte destacada de la Red de Juderías de España, aunque con una peculiaridad significativa: aquí los judíos no vivían segregados en aljamas, sino integrados armoniosamente con la población local, principalmente entre las calles Zapaterías, Falagueira, Pescaderías y la actual plaza de España. En la angosta calle Falagueira aún puede contemplarse un edificio que, según diversos documentos históricos, posiblemente acogió la antigua sinagoga, así como la noble Casa de los Gaibor, perteneciente a la familia judía más prominente de la ciudad, posteriormente convertida al cristianismo.

Monforte de Lemos: casco antiguo© Javier García Blanco

Cerca de allí, una emotiva placa conmemorativa en gallego rinde homenaje a Ismael, Moshe, Manuel, Esther, Isaac «y todos los demás sefardís monfortinos de antes de la expulsión del año 1492», extendiendo también su reconocimiento a todas aquellas familias judeoconversas que permanecieron arraigadas en estas tierras y contribuyeron decisivamente al desarrollo de Monforte de Lemos a través de los siglos. 

El Escorial gallego

El conjunto del monte San Vicente y sus calles aledañas son hitos destacados del patrimonio histórico local, pero la gran sorpresa de Monforte aguarda en el centro urbano, en el denominado Campo de la Compañía, donde se eleva el Colexio da Nosa Señora da Antiga (Colegio de Nuestra Señora de la Antigua), conocido popularmente como 'El Escorial gallego' por su evidente parentesco estilístico con el refugio madrileño de Felipe II. Esta extraordinaria joya herreriana, iniciada en 1593 por orden del cardenal Rodrigo de Castro, es uno de los legados más valiosos de la Compañía de Jesús en Galicia.

Monforte de Lemos: Colegio de Nuestra Señora de la Antigua, conocido como El Escorial Gallego© Javier García Blanco

Su imponente fachada de granito, con 110 metros de longitud, es apenas el preludio de los tesoros que alberga en su interior: un claustro espectacular que impresiona pese a su deliberada sobriedad, una iglesia magistralmente inspirada en el Gesú de Roma —templo madre de la orden jesuita—, y una escalera que parece desafiar la gravedad, suspendida en el aire mediante un ingenioso sistema arquitectónico. Además, el recinto atesora un extraordinario museo ubicado en la antigua sacristía, donde se custodian dos lienzos originales de El Greco, un impresionante Santo Cristo del escultor italiano Valerio Cioli —encargado inicialmente por Felipe II para El Escorial, pero que el monarca rechazó por considerarlo «demasiado musculoso»—, y cinco valiosas tablas del taller de Andrea del Sarto, junto a otras piezas artísticas de incalculable valor.

Monforte de Lemos: Colegio de Nuestra Señora de la Antigua, conocido como El Escorial Gallego© Javier García Blanco
Monforte de Lemos: Colegio de Nuestra Señora de la Antigua, conocido como El Escorial Gallego© Javier García Blanco

En un corto paseo. el viajero se encuentra con la Ponte Vella (Puente Viejo), que salva las aguas sobre el río Cabe. Esta construcción de piedra es de origen romano —aunque la estructura actual data de finales del siglo XVI—, e invita al visitante a cruzar hacia los paseos fluviales que bordean el río. Sus seis arcos semicirculares, dos de ellos cubiertos en reformas tardías, han sido testigos silenciosos del devenir histórico de la ciudad.

Justo al otro lado del puente el visitante encuentra el Museo de Arte Sacro de las Clarisas, cuya valiosa y completa colección lo convierte en uno de los más importantes de España en su género. Los VII condes de Lemos y virreyes de Nápoles, fundadores del convento en el siglo XVII, donaron parte de su valiosa colección particular, entre la que destacan esculturas, relicarios, incunables y otras obras singulares de arte religioso.

Monforte de Lemos: museo de arte sacro© Javier García Blanco

Ruta por el Monforte gastronómico

En la capital de la Ribeira Sacra, tierra de excelentes vinos y deliciosa gastronomía, las rutas no se limitan a los tesoros monumentales. De hecho, al igual que en otros rincones de la geografía gallega, aquí la tradición del tapeo y las raciones, regadas con algún vino de la D.O. Ribeira Sacra, ya sea de uva mencía o godello, está profundamente arraigada en la vida monfortina. Cada atardecer, después del trabajo, los locales salen a los bares para disfrutar de sus vinos acompañados de pequeñas delicias gastronómicas. Este ritual social da vida y ambiente a la ciudad, convirtiendo cada rincón en un punto de encuentro.

Monforte de Lemos: centro del vino de la Ribiera Sacra© Javier García Blanco

Muchos aseguran que el mejor pulpo se prepara en el interior de Galicia y no en la costa, y en Monforte de Lemos coinciden sin dudarlo con esta afirmación.

La empanada monfortina es considerada por muchos como como la quintaesencia de la auténtica empanada gallega. Junto a ella, el pan artesano horneado en leña constituye otro de los legítimos orgullos gastronómicos locales. Las empanadas pueden encontrarse con todo tipo de rellenos: desde las veneradas versiones clásicas de atún y carne, hasta las sofisticadas de zamburiñas y congrio, sin olvidar las genuinamente autóctonas, como las de iscos (chorizo y panceta) o zorza (picadillo de lomo de cerdo). No es raro ver a los vecinos encargando una de estas deliciosas empanadas en alguna panadería local para disfrutarla al aire libre en las orillas del Cabe.

El pulpo á feira merece mención especial. Muchos aseguran que el mejor pulpo se prepara en el interior de Galicia y no en la costa, y en Monforte de Lemos coinciden sin dudarlo con esta afirmación. Un buen momento para comprobarlo es durante los días de feria (6 y 24 de cada mes) o en cualquiera de las pulperías de la ciudad. Y para rematar, la larpeira, una bolla dulce cuyo nombre en gallego significa "golosa", y que constituye el postre estrella que, a muchos locales, transporta de inmediato a los sabores de la infancia.

La cultura del vino y las tapas ha dado lugar al 'Cume Tapas', un evento anual en el que bares y restaurantes ofrecen tapas especiales a precios accesibles y que este año se celebra entre el 26 y 29 de abril. Para adquirir vinos de la D.O. y descubrir todos sus secretos, es visita obligada la vinoteca del Centro del Vino (turismo.ribeirasacra.org/centro-vino-ribeira-sacra), un museo inaugurado en 2009 en un edificio que fue hospital en 1583. Aquí se puede conocer la tradición vinícola heroica de la zona, degustar sus caldos y adquirirlos en su tienda especializada. Además, el centro cuenta con una tapería donde acompañar los deliciosos ribeira sacra con platos y raciones a la altura de estos fabulosos vinos gallegos. 

 Ribeira Sacra: un paraíso para descubrir

Y puesto que Monforte es la capital de la Ribeira Sacra, no hay mejor punto de partida para explorar este mágico rincón del territorio gallego, pues su ubicación y su oferta hotelera y hostelera permite programar excursiones cómodas y equilibradas para descubrir los tesoros naturales y culturales de la región.

Paisaje en la Ribeira Sacra, Lugo, Galicia© Javier García Blanco

El majestuoso Cañón del río Sil representa, sin lugar a dudas, el elemento paisajístico más espectacular de la Ribeira Sacra. Esta impresionante garganta de roca granítica, aguas cristalinas y sinuosas curvas se extiende majestuosamente a lo largo de más de 35 kilómetros entre las provincias de Lugo y Ourense. Sus vertiginosas pendientes verticales, que en determinados puntos se elevan casi 500 metros sobre el cauce fluvial, han sido laboriosamente trabajadas desde la época romana para el cultivo minucioso de la vid, dando origen a los mundialmente reconocidos 'viñedos heroicos'.

Para contemplar este sobrecogedor paisaje en toda su magnificencia, resulta imprescindible visitar el excepcional mirador de Los Balcones de Madrid, o el no menos impresionante de As Penas de Matacás, que brindan una panorámica incomparable del grandioso cañón. Una perspectiva distinta y no menos cautivadora se obtiene navegando por las serenas aguas del Sil a bordo de alguno de los catamaranes turísticos que recorren el curso fluvial, permitiendo admirar desde abajo las escarpadas laderas tapizadas por centenarios viñedos escalonados.

Paisaje en la Ribeira Sacra, Lugo, Galicia© Javier García Blanco

El Cañón del Sil no solo destaca por su belleza natural y sus vinos, sino también por su rico patrimonio histórico y artístico. Monasterios como Santo Esteve de Ribas de Sil o Santa Cristina de Ribas de Sil se esconden entre robles y castaños, testigos de la presencia de monjes eremitas que buscaron en estas laderas lugares tranquilos y apartados para el rezo y la meditación.

Siguiendo el curso del río Miño, otro de los grandes ríos que atraviesan la Ribeira Sacra, encontramos de nuevo una serie de espectaculares miradores que permiten disfrutar de vistas inmejorables sobre el río y las caprichosas formas que ha ido modelando a lo largo del tiempo. Desde estos balcones naturales se pueden observar amplias explotaciones vitivinícolas y frondosos bosques autóctonos entre los que se esconden antiguos monasterios y capillas.

 El embrujo de la piedra y el vino

De vuelta a Monforte, cuando el sol desciende tras los montes del valle, la piedra dorada de sus monumentos parece encenderse con luz propia. Es precisamente en ese mágico instante cuando la ciudad revela su verdadera esencia: un enclave donde el tiempo fluye al ritmo pausado del río Cabe, donde cada callejón atesora siglos de historia y donde el delicado aroma de los vinos se funde con la estampa de una urbe milenaria.

Al igual que las misteriosas nieblas que a menudo envuelven el valle permitiendo vislumbrar únicamente la silueta del castillo, Monforte se revela poco a poco a ojos del visitante, invitándole a descubrir sus secretos más íntimos con la misma paciencia de quien comprende que los placeres más sublimes, como sus vinos, requieren tiempo y sosiego para ser apreciados en toda su plenitud.

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