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Pueblo de Tella, Pirineo, Huesca© Sebastian Wasek / Alamy Stock Photo

ARAGÓN

El pequeño pueblo de Huesca con brujas, ermitas entre bosques y uno de los paisajes más bellos del Pirineo

Los menos de 50 habitantes de esta aldea llena de panorámicas de exultante belleza conviven con la hechicería, los yacimientos prehistóricos y las tradiciones.


Por: Carlota Jiménez
24 de abril de 2025 - 13:30 CEST

Entre los valles que vertebran los Pirineos oscenses se desparraman los tejados de pizarra de algunos de los pueblos más bonitos del norte de Aragón. Sus muros y calles de piedra conforman un conjunto de arquitectura popular que gana aún más cuando se contempla su entorno: una explosión de verdes que el paisaje reparte entre senderos, leyendas y patrimonio. "Tella, Dios nos libre de ella", dice el refrán. Y es que en este pueblo de Huesca es tradición consagrarse al Todopoderoso para ahuyentar los hechizos y la magia oscura que, según cuenta, ronda por las montañas. Sin embargo, y a pesar del dicho, es imposible resistirse a visitar esta localidad, situada a un paso de Aínsa, entre carreteras sinuosas, densos bosques y paredes calizas, en las puertas del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido.

Pueblo de Tella, Huesca, Pirineo© Sebastian Wasek / Alamy Stock Photo
Tella está a un paso de Aínsa.

UN PUEBLO DE LEYENDAS

El que una vez fuera considerado como el pueblo más peligroso de todo el Pirineo meridional se organiza en torno a una calle principal, protegida por una muralla rocosa de los vientos del norte y abocada al valle del río Cinca. Tella, junto a otras aldeas como Lafortunada o Badaín, forma el municipio de Tella-Sin, donde las piedras y las losas dan forma a los edificios en una muestra de la arquitectura tradicional del Alto Aragón. 

Las chimeneas de forma troncocónica delatan cuáles son las casas más antiguas, aquellas que vivieron el miedo a la brujería que antaño dominó la región. Estas chamineras, tan comunes en el norte de Huesca, están coronadas por espantabrujas: objetos como rocas lisas o cónicas, vasijas, crucifijos o incluso figuras temibles que intentaban impedir la entrada de hechiceras en los hogares. 

Ermita Virgen de la Peña, Huesca, Pirineo© Alamy Stock Photo
Ermita Virgen de la Peña.

El casco antiguo, vertebrado en apenas dos calles, cuenta con menos de medio centenar de habitantes, la iglesia de San Martín, del siglo XVI, y unas pocas casas. En una de ellas se encuentra uno de sus mayores atractivos: la Casa de la Bruja y de las Hierbas Medicinales, ubicada en la antigua Casa Carrasco. Este es un excelente punto de partida para adentrarse en el mundo de la etnobotánica, las pócimas y ungüentos elaborados con la vegetación de la zona, así como en el universo esotérico que envuelve a Tella y sus leyendas. En este municipio aún se conserva la tradición de bailar la Danza d’as Bruxas.

Dentro del pueblo, y junto a la iglesia, se halla también el Centro de Visitantes, instalado en un antiguo molino. Este espacio ofrece información sobre los principales atractivos del lugar y su cultura popular: los dólmenes, la leyenda del gigante Silván, la ruta de las ermitas, las temibles brujas de Aragón o la Cueva del Oso Cavernario. Todo ello se puede descubrir en las inmediaciones (aunque no prometemos nada respecto a los seres fantásticos) en un corto paseo.

TRES ERMITAS CONTRA EL MAL

Durante los siglos XVI y XVII, se extendió por la comarca de Sobrarbe y todo el Pirineo aragonés un profundo temor a la brujería. Documentos de la época relatan posesiones demoníacas, la presencia de mujeres latrantes, juicios de la Inquisición y delitos de ponzoña y sortilegios. Sin embargo, el miedo en esta comunidad aislada comenzó mucho antes, cuando ya circulaban las leyendas de hombres lobo, brujas y poderes sobrenaturales. Tal era su arraigo que el obispo Oliva, en el siglo XI, mencionó la prevalencia de la brujería en la provincia en una carta dirigida al rey de Pamplona, Sancho el Mayor. 

Iglesia románica de Tella, Sobrarbe, Huesca© Alamy Stock Photo
Ermita románica de San Juan y San Pablo.

Ese clima de temor promovió la construcción de varias ermitas románicas, de las que hoy solo quedan tres, dispuestas en forma de anillo protector frente a las fuerzas telúricas. Un hermoso recorrido circular, que parte del propio pueblo, permite visitarlas y empaparse de la magia que las rodea. La ermita de San Juan y San Pablo, del siglo XI, es la primera en aparecer tras atravesar un bosque de pinos y bojes. El claro donde se asienta se encuentra a los pies de la imponente Peña de San Juan, conocida por los vecinos como el Puntón de las Brujas. 

En este lugar, donde se cree que las hechiceras celebraban sus aquelarres, se obtiene una de las mejores panorámicas de la garganta de Escuaín y de la mole rocosa del Castillo Mayor. Desde esta construcción prerrománica –una de las más antiguas de Aragón–, el camino continúa hasta la ermita de Nuestra Señora de Fajanillas, del siglo XIII, un modesto santuario románico de una sola nave cuadrada al que, en el siglo XVI, se le adosó una torre.

Fue también por entonces cuando se erigió la ermita de la Virgen de la Peña, situada apenas a unos metros, sobre una pequeña ladera con vistas a Tella. Desde aquí, el recorrido –de menos de 3 kilómetros– regresa al pueblo, quizás con la compañía de algún buitre leonado o, con suerte, la majestuosa silueta de un quebrantahuesos.

Dolmen de Tella, Piedra Vasar o Losa la Campa, Huesca, Tella-Sin, Sobrarbe© Alamy Stock Photo, Jose Maria Barres Manuel / Alamy Stock Photo
Dolmen de Tella.

YACIMIENTOS Y MEGALITOS

Más allá de la Ruta de las Ermitas, en Tella se abren otros senderos que permiten descubrir parte de su riqueza natural e histórica. La Ruta de los Dólmenes invita a los visitantes a recorrer varias construcciones megalíticas y puntos de interés únicos en la zona. El primero en aparecer es el Dolmen de Tella, uno de los monumentos prehistóricos más importantes del Alto Aragón. Data en el Neolítico, tiene una superficie de unos 2,5 metros y está formado por 6 losas laterales coronadas por una cubierta. 

Este monumento, conocido formalmente como la Piedra de Vasar, sirve de punto de partida para llegar a otros enclaves, como los antiguos pastos de montaña con sus bordas de pastores, el Dolmen de la Sierra de Basar –integrado en el itinerario europeo de las ‘Rutas Megalíticas’–, y, finalmente, la Cueva del Oso Cavernario y la Cueva del Coro Tránsito. 

En la primera, a 1600 metros de altitud, se encuentra el yacimiento del oso de las cavernas más alto de Europa occidental. Las visitas guiadas permiten conocer cómo vivió esta especie extinta hace 9000 años y cómo se ha llevado a cabo la excavación en este enclave, cuyos restos se remontan a más de 30.000 años. En la segunda cueva, otro yacimiento prehistórico arroja datos sobre la vida agropastoril en el Pirineo de hace más de 7000 años, en una cavidad de más de 300 metros cuadrados. 

Sin embargo, los encantos que rodean Tella no terminan ahí. En las aldeas que también forman parte del municipio Tella-Sin se pueden recorrer otras rutas, como la del desfiladero de la Garganta del Diablo o el sendero de los miradores de Revilla, en las gargantas de Escuaín. Todo ello, además, con la posibilidad de detenerse en cualquier rincón para admirar las panorámicas inigualables de los valles y montañas, y tal vez entrever, a lo lejos, el vuelo de una bruja o al gigante Silván escondiéndose entre las rocas.

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