Se llamará GEM, por el acrónimo en inglés de Grand Egyptian Museum, aunque en realidad se viene llamando así desde que, ante lo pequeño que se había quedado el entrañable Museo Egipcio de El Cairo de la plaza Tahrir, se anunciara en 2002 un concurso para edificar cerca de las pirámides el museo más grande del mundo consagrado a una única civilización: la faraónica, of course.
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En una competencia feroz, recibieron más de 1500 proyectos desde más de 80 países. El gato al agua acabó llevándoselo la compañía irlandesa Heneghan Peng Architects, y el presupuesto inicial, estimado en unos 550 millones de dólares, casi se triplicó. La inauguración del GEM no se dilató mucho menos. Esbozada muy inicialmente para 2012, sus obras se retrasaron por la crisis global tras la caída de Lehman Brothers y las revueltas de la Primavera Árabe. Barajaron la posibilidad de 2018, de 2019 y, cuando le tocó el turno a 2020, la Covid nos encerró a todos en casa. El mundo seguía demasiado convaleciente de la pandemia para hacer coincidir su apertura con 2022, una fecha doblemente simbólica al celebrarse el centenario del descubrimiento de la tumba de Tutankamón y el bicentenario desde que la escritura egipcia fuera descifrada gracias a la Piedra Rosetta.
Cuando 2023 volvía a sonar como El Día D, la guerra en Gaza dejó a Egipto, y al planeta entero, sin ganas de celebraciones. No estaba el horno para bollos y, al igual que ocurrió en 1869 con la inauguración del Canal de Suez, para la puesta de largo del GEM se pensaba invitar a una buena ristra de testas coronadas y jefes de Estado que, con el mundo patas arriba, quizá no habrían asistido. Aunque ninguna fuente oficial lo decía con todas sus letras, claramente no era el momento. Tampoco parece serlo ahora, pero en eso han debido tirar la toalla, pues por fin se sabe cuándo podrá verse la totalidad de sus 100.000 piezas, que abarcan desde el periodo predinástico hasta el dominio greco-romano, pasando por los imperios Antiguo, Medio y Nuevo, zanjando de una vez la película de suspense en la que se ha convertido su presentación en sociedad.
La apertura de esta llamada cuarta pirámide
A pesar de semejante travesía del desierto, sobre las arenas de este comenzaron gradualmente en 2023 a abrir algunas salas del GEM. Tras franquear su fachada de más de medio kilómetro, los visitantes son recibidos desde entonces por la estatua de 11 metros de Ramsés II que fuera desmontada de la plaza cairota de igual nombre para presidir su Grand Hall. Cualquier otro museo palidecería ante los tesoros de este descomunal atrio acristalado que, con sus tiendas y cafés ya funcionando, hace las veces de vestíbulo. O ante la Gran Escalinata, la siguiente en mostrarse al público, cuya ascensión entre medio centenar de esculturas sedentes, colosos y deidades culmina en un frente de cristal con vistas a las pirámides. En esta llamada cuarta pirámide, unida a las de Giza por una pasarela de un par de kilómetros, también pueden recorrerse ya sus jardines, con un gran obelisco alzado sobre pilotes, así como el Museo de los Niños donde despertar la curiosidad de los más pequeños por la egiptología. Finalmente, el pasado octubre abrieron 12 de las –se cree– 24 galerías que sumará este complejo el doble de grande que el museo del Louvre y el Metropolitan de Nueva York juntos. En visit-gem.com se puede reservar la visita por ellas tanto por libre (22 €) como con guía (30 €), con descuentos para niños y estudiantes y un correo donde solicitarla en otros idiomas que no sean el árabe y el inglés. Para las novedades sobre su apertura: grandegyptianmuseum.org
Para desvelar el resto de sus colecciones habrá que esperar al próximo (¡redoble de tambores!) 3 de julio. La fecha venía rumoreándose, pero en ¡HOLA! la teníamos apuntada en rojo desde que, tras un reciente viaje a El Cairo en el que nadie soltaba prenda, esta redactora escribió en febrero a su contacto en el Ministerio de Turismo y Antigüedades de Egipto para insistir con la inauguración y, ¡eureka!, por fin estaba confirmada.
Si bien algunos afortunados han podido visitar a precio de oro el taller donde los restauradores le dan lustre a cada pieza y quizá alguna zona todavía vetada al público, hasta entonces serán un misterio, sobre todo, las joyas de la corona: la barca funeraria de Keops y los 5000 artefactos hallados en la tumba sin profanar del joven Tutankamón, muchos de ellos jamás expuestos. La parte más jugosa del tesoro del faraón niño permanece aún en el viejo museo del centro de El Cairo y, seguramente, cuando la trasladen al GEM se hará con desfiles y toda la pompa. Así ocurrió en abril de 2021 al llevar las momias reales –la de la reina Hatshepsut, la de Ramsés II y las de otra veintena de faraones– al flamante Museo de la Civilización Egipcia, siempre en la capital.
Si antes del 3 de julio las televisiones del mundo no han retransmitido el acontecimiento, será un indicio de que, para esa fecha, todavía quizá no pueda verse absolutamente todo en el museo. Con tanto retraso y tanto secretismo, tampoco habría que descartarlo, estando encima el panorama mundial como está. Teniendo además en cuenta lo agobiante del verano egipcio, casi mejor esperar a visitar el GEM a que pase la canícula, a partir de octubre, y así de paso viajar con la certeza de que el faraón Tut, como le dicen a Tutankamón, ya se ha mudado a su nueva casa.