Mejor que los libros de Ciencias Naturales, los orígenes del hombre europeo se aprenden sobre el terreno en la sierra burgalesa de Atapuerca, pues los importantes restos arqueopalentológicos que se han hallado aquí explican la evolución humana. Es en este lugar Patrimonio de la Humanidad de la Unesco donde transcurre la trama de La huella del mal, la cinta de suspense que protagoniza Blanca Suárez y se estrena esta semana en los cines españoles.
La actriz, que comparte papel protagonista con Daniel Grao, se mete por primera vez en la piel de una inspectora de policía que investiga un asesinato en el que resuenan ecos de un crimen no resuelto años atrás en el mismo entorno. Una historia creada y dirigida por Manuel Ríos San Martín que reflexiona sobre si la violencia es intrínseca al ser humano desde sus orígenes y ha convertido por primera vez Atapuerca en escenario de rodaje.
Para el reconocido guionista de series como Compañeros o Sin identidad, la experiencia de grabar en los yacimientos ha sido realmente compleja, pero “un momento mágico”. Y añade: “Poner una cámara en un lugar donde han aparecido huesos de hasta casi 1,4 millones de años es increíble”. Una opinión que comparte con Blanca Súarez, quien durante su visita a El Hormiguero apuntó algunos detalles más del rodaje: “Nos estaban vigilando con mucho cariño, pero a la vez nos susurraban los secretos de esas instalaciones, que son bastante impresionantes”.
La visita guiada por Atapuerca recorre los lugares más significativos del yacimiento: la Galería, la Sima del Elefante y la Gran Dolina
Como La huella del mar, Atapuerca propone un viaje en el tiempo que nos acerca a las dolinas y simas del gran yacimiento, donde cada año no dejan de surgir noticias sobre los orígenes del hombre. El punto de partida es el centro de interpretación, situado en Ibeas de Juarros, a unos 15 kilómetros de Burgos, que ofrece una visión general sobre el sitio a través de maquetas, audiovisuales y exposiciones de fósiles, herramientas y otros objetos utilizados por los primeros humanos.
“Poner una cámara en un lugar donde han aparecido huesos de hasta casi 1,4 millones de años es increíble”
Para acceder a los yacimientos es necesario reservar una visita guiada (atapuerca.org). Provistos de casco, se recorren los lugares más significativos: la Galería, la Sima del Elefante, la Gran Dolina. En época de excavaciones (entre junio y julio), el itinerario transcurre por los miradores; fuera de ella, cada espacio se aborda a pie de obra. Son los arqueólogos que trabajan en Atapuerca los que guían a los visitantes por la trinchera del Ferrocarril, la que está abierta al público, aunque alrededor de ella hay unos cuantos enclaves más que ya forman parte del lenguaje de arqueólogos de todo el mundo: La Cueva del Mirador, la Cueva Mayor, la Galería de las Estatuas, la Sala de los Cíclopes o Fuente Mudarra, un asentamiento a orillas del río Pico.
Como complemento a la visita sobre el terreno, hay que acercarse después al Centro de Arqueología Experimental (Carex), el lugar donde arranca la película, y que forma parte del Parque Arqueológico Paleolítico Vivo. En este centro de interpretación interactivo, con recreaciones de viviendas, animales y escenas de la vida cotidiana de nuestros antepasados, se ofrece una experiencia que acerca a la vida de los cavernícolas a través de una serie de talleres participativos para todas las edades. Una didáctica manera de aprender cómo fabricaban sus herramientas de piedra, cómo cazaban o aprender a encender fuego de modo ancestral. Actividades que los homínidos necesitaban para sobrevivir.
En la gran pantalla también se reconoce el Museo de la Evolución Humana (museoevolucionhumana.com) de Burgos, un moderno y enorme edificio donde se encuentra la colección completa de los fósiles humanos encontrados en los yacimientos de la Sierra de Atapuerca. En especial los restos del Homo antecessor, considerado como nuestro primer ancestro europeo.
Complejo para el rodaje fue grabar en otro de los enclaves más significativos de la naturaleza burgalesa: el espectacular desfiladero de la Yecla, muy cerca de Santo Domingo de Silos, con una atmósfera perfecta para algunas de las escenas más tensas y misteriosas de la película. Las poderosas aguas del arroyo El Cauce han tallado durante millones de años un cañón que hoy se recorre por una pasarela colgante. Son 600 kilómetros de longitud por los que caminar entre el estrépito de las aguas y paredes que apenas superan los 2 metros de ancho. Un escenario natural para descubrir de la mano de Blanca Suárez.