Más allá de perderte por su laberinto de calles sinuosas, admirar la panorámica desde el castillo, cruzar el Puente de Carlos o probar su cerveza, esta preciosa ciudad está llena de curiosidades. Por mucho que creas conocerla, Praga no dejarán nunca de sorprenderte.
El castillo de Praga es el más grande del mundo
Así figura en el Libro Guinness. El que fue residencia de los Reyes de Bohemia (en los últimos tiempos de los presidentes de la República Checa) y símbolo de la ciudad es un conjunto palaciego de dimensiones impresionantes situado sobre una colina que domina la ciudad. Dentro de su perímetro encontrarás museos, jardines, numerosos palacios, templos (la basílica de San Jorge y la catedral de San Vito), cervecerías y ¡hasta un viñedo!
La calle más estrecha del mundo está en Praga
Son apenas 70 centímetros lo que tiene el callejón Vinarna Certovka, que se abre a la altura del número 24 de la U Luzického Semináre y pasaría desapercibida de no ser porque está regulada en sus dos extremos por semáforos. Queda muy cerca del Museo de Kafka y desemboca en la orilla del río Moldava.
El único café cubista del mundo
Abrió sus puertas en 1912 en la Casa de la Madre Negra de Dios y es testimonio de la vanguardia arquitectónica checa. Fíjate en la barra, en el mobiliario, sus arañas y lámparas de latón mientras degustan un café espresso o capuchino acompañado de uno de sus pasteles rellenos de mermelada o queso dulce y servidos, cómo no, en una vajilla de motivos cubistas.
El edificio que baila
También conocido como Fred y Ginger, por su semejanza con una pareja bailando, la Casa Danzante, junto al puente Jiráskuv y a orillas del río Moldava, es obra del arquitecto Frank Gehry y su estilo desonstructivista de formas curvas y fachadas de cristal, que trajo polémica, contrasta con el entorno histórico, un barrio de edificios barrocos y modernistas.
Los vinos de Andrés Iniesta también se toman en Praga
La isla de Kampa, en el distrito de Malá Strana, es un sitio especial para parejas. Debajo del puente donde estas cuelgan sus candados como símbolo de amor, encontrarás un restaurante donde sirven vinos de Andrés Iniesta, como reza el cartel de su puerta. Desde Fuentealbilla, en Albacete, directos a Praga.
Praga tiene su propia torre Eiffel
Se trata de la Torre Petrín y fue construida con motivo de la Exposición de 1891 como una copia del monumento francés, aunque 5 veces más pequeña. La localizarás en el monte del mismo nombre, una de las 7 colinas de Praga, y podrás subir a sus alturas, después de salvar 300 escalones, para disfrutar de una maravillosa panorámica.
Los pasajes en Praga ¡son infinitos!
Hasta 40 pasajes cubiertos peatonales conectan las calles de la ciudad, donde encontrarás tiendas, cafeterías… Los más conocidos son el Pasaje Lucerna, cerca de la plaza Wenceslao, Havelské o Unglet. Tan curiosos son que hay tours temáticos por ellos.
El reloj astronómico ¡al que puedes entrar!
No es el más antiguo de Europa, aunque por poco, pero sí el reloj astronómico más famoso del continente. Una verdadera joya medieval al que se puede ver en movimiento cada hora en punto. Lo que no todos saben es que las figuras de los Apóstoles que desfilan en él se pueden ver de cerca entrando en el Ayuntamiento Viejo.
Los spas de cerveza de Praga ¡son de agua!
Los checos la saborean y disfrutan en las largas mesas de sus bares y restaurantes, en sus jardines al aire libre, junto a platos tradicionales checos y ¡hasta en el spa! Pero la mayoría de estos que se anuncian en las calles no son de cerveza, como te imaginarás, sino de agua, pero sí que te bañas mientras te tomas una de ellas.
El muro de John Lennon en la ciudad que nunca visitó
Ni la visitó ni tuvo conexión con Praga, fue tras la muerte del famoso miembro de The Beatles cuando los jóvenes checos fueron creando en una pared cerca del canal de Kampa el mural con su nombre que se convirtió en símbolo de resistencia contra el régimen que gobernaba Checoslovaquia en los años 80. Un lienzo urbano lleno de mensajes de amor, paz y libertad en el que quien pasa por la ciudad no deja de fotografiarse.
¿Una iglesia a la que se accede a través de una casa?
Con 80 metros de altura, las dos torres puntiagudas de la iglesia de Nuestra Señora de Tyr son visibles desde cualquier punto de la ciudad. Lo que no se ve ni de cerca es su fachada principal, pues está tapada por los edificios de la plaza de la Ciudad Vieja y para entrar en ella hay que hacerlo a través de un pasadizo bajo los soportales.
Los checos son los que más cerveza beben del mundo
Así es. Consumen nada menos que 140 litros por persona al año, un hábito profundamente arraigado en la cultura checa en un país de larga tradición. Para conocer esta centenaria tradición hay rutas temáticas por las cervecerías más antiguas –U Fleku–, más curiosas y más animadas donde probar las famosas Pilsner Urquell o Budweiser locales o las que elaboran en pequeñas fábricas.
Un hotel en las nubes con una sola habitación
¿Quién no ha deseado alguna vez pasar la noche en una torre? La Tower Park es la torre de la televisión de Praga y posee una suite muy exclusiva en sus alturas. Si te alojas en ella disfrutarás de experiencias únicas y personalizadas a 70 metros de altura (towerpark.cz).
Los jóvenes de Praga bailan el vals
En pocos países del mundo se mantiene la tradición de las clases de baile de salón como iniciación social, en la República Checa, sí. Si pasas por el Pasaje Lucerna encontrarás a muchos jóvenes vestidos elegantemente que acuden al Palacio Lucerna, el más famoso de la ciudad, donde se aprende a bailar el vals y se organizan estos eventos anuales.
Viñedos en la ciudad
No son tan grandes ni famosos como los que se encuentran en otras regiones vinícolas de Moravia, pero en plena ciudad de Praga hay viñedos, y no uno, varios. El más conocido es el de Vinohrady, y el más antiguo de Bohemia, el de San Wenceslao, en la colina de Petřín, con unas preciosas vistas panorámicas.
El dulce local ¡nació en Transilvania!
Se llama trdelník y lo podrás encontrar en numerosos puestos por la ciudad. Este tipo de pastel en forma de cilindro está elaborado con una masa similar a la de un pan dulce, que se enrolla alrededor de un palo y se hornea a la parrilla. Después de cocerse, se cubre con azúcar, nueces y canela y se sirve caliente y con un relleno de crema, helado o frutas. Una receta que se remonta a tiempos medievales y tiene su origen, curiosamente, en Rumanía.
Los barcos rompehielos navegan por el río Moldava
En Praga en invierno hace mucho frío y las bajas temperaturas hacen que el río Moldava se congele. Para evitarlo, existen varias medidas de protección realmente curiosas, como la utilización de barcos rompehielos que evitan que se forme una capa gruesa de hielo.
¿Carreras de caballos en un salón del Palacio Real?
Con 63 metros de largo, el inmenso salón gótico de Vladislav del antiguo Palacio Real, que forma parte del Castillo de Praga, siempre dio mucho juego. A lo largo de los siglos no solo ha sido escenario de numerosos acontecimientos de Estado, desde banquetes reales a audiencias públicas, también acogió torneos de justas medievales a caballo.
Casitas de cuento en un callejón de oro
El rincón más curioso del barrio del Castillo es el Callejón del Oro, con una docena de casitas de colores adosadas a la muralla que parecen salidas de un cuento infantil. Hay que agachar la cabeza para entrar en ellas, hoy ocupadas por tiendas de souvenirs, productos típicos y exposiciones que recrean la historia de sus inquilinos. El más famoso, el escritor Franz Kafka, ocupó la número 22.
La catedral de Praga y sus vínculos con España
En el perfil de Praga sobresale la catedral de San Vito, que tiene una historia de 7 siglos a sus espaldas y muchos vínculos con España. Isabel de Bohemia, hija de los Reyes Católicos, contribuyó en su construcción y decoración; Fernando III, nieto de los monarcas, está enterrado en el templo; en sus muros verás escudos de Castilla, Aragón y Granada; y el órgano ha sido restaurado por una empresa española.
Una capilla decorada con piedras preciosas
Y si estás por la catedral, tendrás que entrar en la capilla que alberga la tumba de San Wenceslao y está decorada con mármol, frescos… ¡y piedras preciosas! Si te fijas verás como resplandecen turquesas, ámbar, jade, cristales de roca y metales preciosos como el oro.
La pieza de plata más grande del mundo
No hay que salir del gran templo catedralicio para descubrir otra curiosidad: la cruz dedicada a San Juan Nepomuceno, confesor de la reina Isabel de Bohemia y uno de los santos más venerados en la República Checa, que es el objeto de plata más grande del mundo. Tiene más de 2 metros de altura y pesa 3,5 toneladas.
El Niño Jesús de Praga es español
Parece mentira que en un país ateo como este, tenga tantas referencias religiosas y otra de ellas está vinculada también con España. Se trata del Niño Jesús de Praga, un regalo de la noble española María Manrique de Lara al monasterio de las carmelitas descalzas convertido en un gran símbolo religioso en la ciudad. Durante la Expo de Sevilla de 1992, el gobierno checo regaló una copia a la capital andaluza como gesto de cercanía cultural.
Esculturas irreverentes
Praga es una ciudad con una gran riqueza patrimonial, artística e histórica, pero también alberga algunas obras modernas irreverentes, como las del famoso artista checo David Černý. Son la del san Wenceslao, el santo patrón de Bohemia, montado en un caballo invertido en el Pasaje Lucerna; la estatua Pisse y el Superman checo, ambas en el Museo Kampa; la de Sigmundo Freud en la Casa de la Ópera, donde la figura está colgada boca abajo; o el hombre que se arrastra en el edificio de la embajada de EEUU, entre muchas otras.
Las iglesias de Praga ahora son salas de conciertos
Por su excelentes acústicas y belleza, un gran número de templos praguenses han dejado de ser lugares de culto para acoger conciertos de música clásica y órgano, como las de San Agustín, San Salvador y Santa María Magdalena.
El centro comercial más antiguo de Praga, modelo de brutalismo
Nada que ver con los centros comerciales modernos, el edificio que acoge Kotva se inauguró en 1975 en Náměstí Republiky, una de las plazas más famosas de Praga, y es ejemplo de este estilo arquitectónico, con su fachada de grandes bloques de hormigón, estructuras macizas, líneas rectas… Una forma de reflejar la austeridad y el progreso industrial en la época comunista en la antigua Checoslovaquia e icono por su arquitectura única.
El Puente de Carlos fue construido con huevos
Según una famosa leyenda, el monumento más famoso de Praga no se ha destruido a lo largo de los siglos debido a una fórmula secreta que se empleó en su construcción entre 1357 y 1402. Y es que el emperador Carlos IV mandó que se añadieran huevos a la mezcla de mortero para hacer la estructura del puente más fuerte y resistente.
La farola cubista
Si hay algo genuinamente praguense que no encontrarás en ninguna otra ciudad del planeta, es una farola cubista. Y es que, aunque no lo sepas, en este país se encumbró este movimiento que llegó en la pintura de la mano de Picasso y en la escultura de George Braque. La farola está en un lado de la plaza de Wenceslao y es pura geometría de líneas y volúmenes.
El palacio de Cernín tiene fantasmas
La capital checa está sobrada de palacios, pero tal vez ninguno con tantas curiosidades como el de Cernín, emplazado en las inmediaciones del castillo, frente a la famosa iglesia de Loreto. Capricho de un conde, sede de las SS durante la Segunda Guerra Mundial, hospital y hoy Ministerio de Asuntos Exteriores, entre sus gruesos muros tuvo lugar la desafortunada caída por la ventana de Jan Masaryk, hijo del presidente checoslovaco y cuenta la leyenda que la adinerada señora del palacio mandó hacerse en plena época del hambre unos zapatos con miga de pan. Una extravagancia por la que fue condenada al infierno y cuyas pisadas, se dice, se escuchan en la noche.
El rubí milagroso de la corona real
Las joyas de coronación checas comprenden la corona de San Wenceslao, el cetro real y el orbe real, y son el mayor tesoro del país. Varias leyendas circulan sobre la corona, como la que asegura que tiene un rubí milagroso procedente de las mismísimas minas del rey Salomón, que en ella se depositó una espina de la corona de Cristo y que el que se la coloque en la cabeza sin ser el rey legítimo morirá en el transcurso de un año.