La catedral, el barrio húmedo, el convento de San Marcos, la Casa Botines de Gaudí, el Museo de Arte Contemporáneo…, en la lista de los esenciales de la capital leonesa la Real Colegiata de San Isidoro no puede faltar. Y no solo por la larga historia que acumula desde el siglo X, cuando que se puso en pie como monasterio femenino para acoger mujeres de la familia real, desde hace unos meses de lo que todo el mundo habla es de la ampliación y reforma de su museo que ha supuesto 5 años de obras. Vemos cómo ha quedado de la mano de Raquel Jaén, su directora, una enamorada de su ciudad y de este conjunto románico, quien nos desvela los tesoros que guarda tras sus muros. Los dos más poderosos: la Capilla Sixtina del arte románico, y el que, según apuntan los últimos estudios, es el cáliz utilizado por Cristo en la Última Cena.
El vaso es una pieza excepcional de la orfebrería leonesa y brilla en una sala propia dentro de una caja de cristal. Está formado por dos cuencos de ágata (ónix) fechados en el siglo I d.C., unidos con oro de 24 kilates y decorado con las joyas personales de Doña Urraca: amatistas, esmeraldas, rubís, perlas y zafiros. La inscripción de su base menciona quién fue su donante: In domine Domini Urraca Fredinandi (en nombre del Señor, Urraca, hija del rey Fernando).
Pero ¿cómo llegó a León esta reliquia? Raquel Jaén nos cuenta que, según los últimos estudios de los investigadores Margarita Torres Sevilla, profesora de historia medieval y cronista de la ciudad, y el doctor en historia del arte José Miguel Ortega, los cuencos eran los que utilizó Cristo y veneraban los primeros cristianos y permanecieron en el Santo Sepulcro de Jerusalén desde el siglo IV hasta el año 1009, cuando la ciudad fue saqueada por Al-Hakam.
Las piedras preciosas de la corona de Doña Urraca, el camafeo y el oro que une los dos cuencos de ónix hacen de esta obra una pieza excepcional de la orfebrería
Según documentos hallados en la biblioteca de Al-Azhar de El Cairo, en el siglo XI hubo una gran hambruna en Egipto por una gran sequía del Nilo y el califa pidió ayuda al pueblo musulmán. El emir de Denia, rey de un pequeño taifa de la península, envió barcos con alimentos y aquel, en agradecimiento, le daría, entre otros presentes, los cuencos que su predecesor había saqueado en el año 1009 en el asedio a Jerusalén. Luego el emir se los entregaría luego al rey leonés Fernando I el Grande como regalo diplomático, evitando así que el que fue uno de los monarcas más poderosos de la cristiandad, atacara Denia, como estaba haciendo con Valencia. Doña Urraca, primogénita del rey, enriquecería más tarde con sus mejores joyas una pieza tan extraordinariamente valiosa para la cristiandad.
La directora del museo de San Isidoro nos señala varios detalles a los que debemos prestar atención: el maravilloso camafeo romano, la parte superior del cáliz –la corona de Urraca– y la muesca de la esquirla que, según rezan los documentos, fue arrancada durante el traslado a Denia y que, un siglo después, el poderoso califa egipcio Saladino reclamará para curar a su hija enferma, pues se consideraba que esta reliquia tenía poderes curativos.
Desde que los últimos estudios salieron a la luz, la polémica está sobre la mesa, pues desmontaría la idea de que el cáliz que se guarda en la catedral de Valencia sea el de la Última Cena. Para la directora del museo “No ha sido nuestra intención, pero la tradición de su copa sagrada es oral y la nuestra documental. Lo único que queremos es que la pieza continúe en el ámbito de la investigación científica”. Y en ello están, pues, según apunta, en marcha hay nuevos estudios.
A Urraca y a sus padres, Fernando I de León y Doña Sancha, se debe también la otra joya de la corona: el Panteón de los Reyes, un maravilloso espacio decorado con capiteles y pinturas al fresco conocido como la Capilla Sixtina del arte románico, donde están enterrados 11 reyes, 12 reinas, además de un buen número de infantes y nobles. “Es verdad que la catedral es el alma de León, pero este lugar es el corazón”.
Tras los últimos trabajos de limpieza y de consolidación, “tenemos la fortuna de ver las pinturas con los colores originales en el lugar original en el que se pintaron”, dice Raquel Jaén. Y adelanta que en las zonas que se han perdido se han tomado muestras para intentar recuperarlas con inteligencia artificial. “Recuperar esta obra es maravilloso”. Con pasión la directora nos va desvelando cada escena: el ciclo iconográfico de la vida, la anunciación a los pastores, el calendario agrícola, el personaje llamado Marciales Minterna, que, según los evangelios apócrifos, sería la persona que sirvió el vino en la Última Cena –patrón de los sumilleres– y porta un cuenco de ónix como el de doña Urraca, el Apocalipsis de San Juan, con el Pantocrátor en la bóveda central, la imagen más conocida del panteón…
Y luego está la iconografía de los capiteles, cargados de simbolismo, que también llaman la atención, con las primeras representaciones de Cristo en el arte medieval, animales fantásticos, milagros de la vida de Jesús… “Cuánta información en un sitio tan pequeño”. Y lo que queda por descubrir.
El museo guarda también parte del tesoro que reunieron los Reyes de León y que, gracias al cuidado de los canónigos del monasterio, ha llegado a nuestros días. La arqueta de los marfiles, en la que el rey Fernando I mandó traer las reliquias de San Isidoro de Sevilla para consagrar la iglesia es un tesoro, tallada con todo lujo de detalles, con escenas que trasportan al Génesis; otra con esmaltes procedente de la ciudad francesa de Limoges, una colección de cajitas árabes y otra de asta de reno con forma de dragón que es la única pieza de arte vikingo que podemos ver en España. Y hasta una crucifixión atribuida al taller de Miguel Ángel.
El recorrido por el museo pasa por la sala de los pendones históricos, la escalera monumental y la biblioteca, que, pese a las pérdidas a lo largo de la historia, conserva unos 2000 volúmenes de los siglos X al XVIII, entre los que se cuentan códices, incunables, libros raros y una valiosa colección documental. “Es la tercera más importante del país de libro antiguo, después de la Biblioteca Nacional y de la del Escorial”. Su Biblia visigótica mozárabe del 960 y la Biblia románica de 1162 son algunas de sus obras más sobresalientes.
Justo al lado está el que fue uno de los scriptorium más importantes de Europa, hoy Cámara de Doña Sancha. El espacio, que comunicaba el palacio real como la iglesia y desde el que los reyes seguían los oficios litúrgicos, muestra unas pinturas murales recuperadas.
En el claustro de San Isidoro se celebraron las Cortes de León y su declaración de derechos consagró a la ciudad como Cuna del Parlamentarismo, según la Unesco
La reforma del museo, que ha triplicado el espacio anterior visitable, permite acceder a estancias antes vedadas al público, como las primitivas salas monacales, el adarve de la muralla y varias capillas del claustro. En la de los Vaca se contemplan dos elementos interesantes del conjunto monacal: el gallo veleta de la torre, “que cuando se desmontó se descubrió que procedía del mundo persa”, y una campana mozárabe, considerada la más antigua de España. Fue precisamente en este claustro donde se celebraron las Cortes de León de 1188, y por ello la Unesco ha consagrado a la ciudad como cuna del Parlamentarismo.
Exposiciones, visitas nocturnas o talleres didácticos son algunas de las actividades que esperan a los visitantes en el museo de San Isidoro (museosanisidorodeleon.com), situado al lado de la basílica y del hotel que también acoge el conjunto. En el templo, parada en el Camino de Santiago, llama la atención su arquitectura interior de influencia islámica, y, en el exterior, la portada del Cordero y la del Perdón, que se abre en determinadas ocasiones para que la crucen los peregrinos a Santiago. Así es, desde que en el siglo XII el rey de León Fernando II decidió cambiar el antiguo trazado jacobeo para que pasara ante la fachada del San Isidoro. Una colegiata con dos privilegios inmemoriales: la exposición permanente del Santísimo y la celebración de la misa mozárabe, que tiene lugar dos veces al año. Un conjunto románico con mucho por ver y por descubrir.