Hay lugares alrededor del mundo que nos invitan a una verdadera inmersión en el pasado, pues conservan vestigios de castillos imponentes, callejones empedrados y fortalezas con impresionantes vistas que hablan de tiempos de conflicto y honor. Si eres amante de todo lo medieval, en estos destinos podrás revivir la magia del Medievo.

PUENTE DE MOSTAR, BOSNIA y HERZEGOVINA
Fuera de las rutas habituales por Europa, Mostar es una ciudad encantadora, pequeña, fácil de recorrer y con un precioso casco antiguo medieval de calles empedradas. La Unesco lo ha reconocido como Patrimonio de la Humanidad de la Unesco y gira en torno a su Puente Viejo (Stari Most), construido en época otomana para conectar las dos orillas del río Neretva y todo un símbolo de su historia reciente.

ROCAMADOUR, FRANCIA
De este pueblo medieval que ha crecido a la vertical entre las rocas y rodeado de bosques lo que asombra es la pericia con la que fue levantándose sobre el cañón por el que discurre el río Alzou. En la parte baja encontramos la villa medieval; un poco más arriba, la ciudad-santuario y, en lo más alto, el castillo, con una privilegiada panorámica del conjunto y de los paisajes del Parque Natural Regional de Causses du Quercy, en el que está ubicado. Justo a su lado está la maravilla del abismo de Padirac.

SAN GIMIGNANO, ITALIA
En lo alto de las colinas de la Toscana, a 30 kilómetros de Siena y encerrado entre murallas, este pueblito medieval es una joya que la Unesco ha incluido en su lista del Patrimonio de la Humanidad. Está salpicado de torres con las que alardeaban de poderío las acaudaladas familias de mercaderes y a alguna de ellas, como la Torre Grossa, la más alta, se puede subir para contemplar la panorámica. Encanto, y mucho, tienen también sus dos plazas principales, la del Duomo, donde se levanta la colegiata de Santa María Asunta, y la contigua de la Cisterna. Más templos, palacios, museos y tiendas de cerámica toscana embellecen aún más el conjunto.

BRUJAS, BÉLGICA
Nadie lo cuestiona, Brujas es una de las urbes medievales mejor conservadas de Europa y que su centro histórico la Unesco lo haya declarado Patrimonio de la Humanidad lo confirma. Es una ciudad pequeña, perfecta para recorrer a pie sus calles de adoquines a la que van asomando arcos de ladrillo e iglesias de piedra, pero también para subirse a una barca y contemplar su belleza de otro tiempo desde una perspectiva diferente.

BUKHARA, UZBEKISTÁN
Junto con Samarcanda, Bukhara –su hermana pequeña– es una de las ciudades históricas del país, paradas indiscutibles en la Ruta de la Seda. Con una historia de más de 1000 años a sus espaldas, caminar hoy por sus calles empedradas, por las que transitaban las antiguas caravanas, es descubrir a cada paso testimonios de su patrimonio medieval, las más importantes: la fortaleza de Ark –residencia durante siglos de los gobernantes de Bukhara–, el complejo de la madraza de Ulugh Beg y el minarete Kalyan, del siglo XII.

MURALLA DE ÁVILA
El mejor paseo por Ávila recorre todo el perímetro de su muralla, la mejor conservada de España. Son 2,5 kilómetros entretenidos que se hacen bordeando sus almenas y 88 torreones y entrando y saliendo por sus 9 puertas. Otro paseo tiene su adarve, desde el que se contemplan las mejores panorámicas de la ciudad y su entorno. Dentro de este cogollo monumental, encontrarás callejuelas adoquinadas, cuestas con iglesias románicas, conventos y palacios renacentistas que trasladan al pasado. Si se busca la vista del conjunto, el mirador de los Cuatro Postes no tiene precio.

TALLÍN, ESTONIA
La plaza del Ayuntamiento es el punto de encuentro en la capital de Estonia, una encantadora ciudad medieval, de las más bonitas de Europa, enmarcada por casas de colores, el edificio municipal y cafés y restaurantes que la llenan de ambiente. A poco que uno se ponga a andar va descubriendo las murallas y torreones de piedra que rodean el casco viejo, la Puerta Viru, una de las entradas al recinto, y calles de piedra ancladas en el tiempo. La más bonita y más auténticamente medieval es el Pasaje de Santa Catalina, parte de las ruinas de un antiguo convento donde hoy se ve a los artistas trabajando en sus talleres en vivo. Una experiencia medieval auténtica ofrece el restaurante Olde Hansa, en el que nada parece haber cambiado desde la Edad Media, porque se cena a la luz de velas y antorchas, los camareros van vestidos con trajes de la época y el festín gastronómico que se sirve a la mesa es a la antigua usanza.

AÏT BENHADDOU, MARRUECOS
Marruecos está lleno de tesoros para descubrir y en el camino entre Marrakech y Ouarzazate, puerta de entrada al desierto, se encuentran algunas de las ciudadelas (kasbahs) y pueblos fortificados (ksour) más monumentales del sur de Marruecos, esas arquitecturas de adobe de origen bereber que son testimonio de aquellos días en los que las caravanas transitaban por aquí. De todas ellas, Aït Ben Addou es la más fotografiada y fascinante, un laberinto de barro que resiste prácticamente deshabitado al paso del tiempo y ha sido elegido una y otra vez como decorado de cine, desde Gladiator a Juego de Tronos. La Unesco la ha declarado Patrimonio de la Humanidad.

CASTILLO DE MALBORK, POLONIA
A orillas del río Nogat está el castillo medieval más grande de Europa, una monumental construcción de ladrillo construido con el propósito de ser la capital de la Orden Teutónica, la residencia del Gran Maestre de la Orden, aunque luego acabaría siendo la residencia de la famila real polaca. En la lista del Patrimonio Mundial de la Unesco, en su interior acoge el Museo de Ámbar, además de muchos otros tesoros artísticos.

IGLESIAS DE LALIBEA, ETIOPÍA
En época medieval, concretamente en el siglo XII, se construyeron la docena de iglesias excavadas en la roca en la antigua capital del país al que el príncipe Lalibea dio nombre y hoy forman parte del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Adornadas con columnas, capiteles y altares al estilo de un templo clásico y comunicadas por laberínticos pasadizos subterráneos, son el testimonio medieval más emocionante del cristianismo en esta árida y aislada esquina del continente africano, introducido por los coptos ocho siglos atrás. Cada año, miles de fieles se congregan en este lugar en celebraciones como el nacimiento de Cristo y la Pascua.